Hace 10 años, como cristalización del proceso afectivo, solidario y reivindicativo de las víctimas de Granada, nació el Salón del Nunca Más, un espacio representativo de todo el proceso vivido con los ejercicios de memoria.

Por: Daniel Botero*

Siempre que se habla de Granada, por lo general se hace referencia a los acontecimientos del conflicto armado que azotaron esta región del Oriente antioqueño, especialmente entre los años 1998 y 2004, cuando la violencia por parte de todos los actores armados se recrudeció.

Aquellas imágenes de un pueblo devastado por las explosiones, pero que al mismo tiempo se levantó en medio de las ruinas para decir: “somos territorio de paz”, fue la que afloró y dotó de un nuevo sentido el imaginario colectivo.

En 2007 recibió su personería jurídica la Asociación de Víctimas Unidas por la Vida (Asovida), que congregó a un grupo importante de víctimas, en su mayoría mujeres, que venían trabajando ejercicios de memoria para su restablecimiento afectivo y asociativo con distintas organizaciones que hacían presencia en el territorio debido al drama humanitario que se vivía.

Perder el miedo, recuperar la palabra, la confianza en el otro y redescubrir que en la organización estaba su fuerza, fueron los aprendizajes en esos primeros años en los que disminuyó la intensidad del conflicto.

Luego llegó el momento de exponer públicamente lo que había pasado y romper la espiral del silencio sobre lo acontecido, por un lado, para darse cuenta del dolor por la pérdida de los seres queridos y, por el otro, para conseguir que otras personas perdieran el temor de expresarlo y denunciarlo.

Una variedad de acciones de distinta índole como marchas, plantones, pronunciamientos públicos, talleres, rituales y ceremonias, tejieron de nuevo el camino para trabajar en colectivo por una causa: verdad, justicia, reparación, reconciliación y la no repetición de la violencia; y encontraron en la memoria el vehículo para lograr sus propósitos, la mejor aliada para acercar a la gente algo hasta el momento inédito y de difícil asimilación.

 Desde la debilidad de nuestros brazos vino después la fuerza de nuestros derechos

(Asovida, 2009)

Hace 10 años, como cristalización del proceso afectivo, solidario y reivindicativo de las víctimas de Granada, nació el Salón del Nunca Más, un espacio representativo de todo el proceso vivido con los ejercicios de memoria. Las fotografías de las víctimas, entregadas voluntariamente por parte de sus familiares en variados actos reflexivos, componen un mural que expresa su presencia permanente; esto lo complementa un poderoso ejercicio de comunicación al que llaman las bitácoras, donde el diálogo con los ausentes se da en unos cuadernos en los que emergen relatos que no anclan la memoria al pasado, sino que la ponen en el presente y la proyectan sobre la experiencia histórica de quienes ahora conforman un cuerpo social de un valor incalculable.

Hoy el Salón del Nunca Más es en sí mismo lo que se denomina un lugar de memoria, un espacio para la identidad y la identificación, un escenario de disputas entre memoria y olvido, un ecosistema para nuevas propuestas políticas, contexto para la dignidad y la emancipación, además de una experiencia simbólica donde el visitante abandona su lugar de confort y se encuentra con la humanidad perdida y resistente de ese conflicto, que por mucho tiempo fue titular de prensa o imagen del televisión.

*Profesor de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad de Antioquia.

Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.