Para la líder de las Madres de Soacha, los militares responsables de las ejecuciones extrajudiciales no deberían recibir los beneficios de la Jurisdicción Especial para la Paz, pues son culpables de crímenes de lesa humanidad y no de actos del servicio.

Por Natalia Maya
Fotos: archivo particular

El 11 de marzo, cuando se conocieron los resultados de la contienda electoral, mientras Luz Marina Bernal agradecía por los más de cinco mil votos que recibió y celebraba las cuatro curules obtenidas por la lista Decentes, algunos tuiteros comparaban su votación en Soacha, 275 votos, con la de Álvaro Uribe, 4.568 votos, y llamaban la atención sobre la indiferencia a la que se encuentran sometidas muchas de las víctimas en Colombia. Incluso ella, que por su trabajo y constancia se convirtió en una de las voceras más importantes de las víctimas de ejecuciones extrajudiciales en el país; que logró que el asesinato de su hijo, Fair Leonardo Porras, con discapacidad cognitiva, se esclareciera y se convirtiera en el primer “falso positivo” declarado como delito de lesa humanidad.

La candidatura al Senado de esta Madre de Soacha respondió a su deseo de representar en el Congreso a las víctimas de crímenes de Estado. Pese a no haber sido elegida, continuará denunciando, exigiendo la implementación de las 16 curules prometidas en el Acuerdo de Paz y expresando su rechazo a la postulación de los militares responsables de ejecuciones extrajudiciales ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP).

Hace dos semanas empezó a operar la Jurisdicción Especial para la Paz, ¿qué espera usted como víctima de crímenes de Estado?

Yo creo que el 80 por ciento de los grandes crímenes y graves violaciones a los derechos humanos en Colombia los han cometido las fuerzas estatales, llámese Policía, Ejército, Esmad, Inpec, Fuerza Aérea. Desde mi punto de vista, la JEP fue modificada para beneficiar a aquellos militares que cometieron crímenes y vulneraron los derechos de los ciudadanos colombianos. Ya muchos de ellos se han acogido y los están dejando en libertad condicional. Lo que más tristeza y dolor me causa es que las pocas víctimas que llegamos a la justicia ordinaria y que logramos que se condenara a los militares responsables hasta por 50 años, sin tener incluso toda la verdad, no vamos a tener justicia completa porque esos mismos victimarios fueron los primeros en acudir a la JEP, y lo que ellos cometieron fueron crímenes de lesa humanidad, no actos del servicio, ni hechos dentro del conflicto. Los mal llamados “falsos positivos” fueron para el beneficio económico de ellos, por ascensos, medallas y cursos, contra personas inocentes que no hacían parte de la guerra. La apuesta que nos queda es que con la JEP y la Comisión de la Verdad no se repita lo que pasó con Justicia y Paz, y que sí accedamos a esa verdad que nos han negado durante todo este tiempo. A mí, por ejemplo, no me entregaron los restos completos del cuerpo de mi hijo, yo todavía no sé qué hicieron con él durante los días que se lo llevaron antes de matarlo.

Luz Marina Bernal hizo parte de la delegación de víctimas que estuvo en la Mesa de Conversaciones de La Habana y fue nominada al Premio Nobel de Paz, en 2016.

Luz Marina Bernal hizo parte de la delegación de víctimas que estuvo en la Mesa de Conversaciones de La Habana y fue nominada al Premio Nobel de Paz, en 2016.

En el caso de la ejecución extrajudicial de su hijo, Fair Leonardo, hubo condena, ¿usted recibió una petición de perdón por parte de los militares responsables?

Ni mi familia ni yo hemos recibido ninguna reparación simbólica, ni siquiera una petición de perdón. Los militares no lo hacen sencillamente porque para ellos sería aceptar lo aberrante de las ejecuciones extrajudiciales y no están dispuestos. Un buen ejemplo de eso es que hace tres años me están cancelando el incidente de reparación, voy de audiencia en audiencia y no llegan los militares ni los abogados que los representan, por eso creo que nunca va a suceder, así como tampoco creo que vayan a confesar quiénes fueron los directamente responsables de las órdenes para que los “falsos positivos” se ejecutaran.

El mayor, el teniente y los soldados condenados por el asesinato de Fair Leonardo a 52 y 35 años de presión, se encuentran gozando de libertad condicional sin haber contado la verdad ni pedido perdón.

Ahora, yo tengo que decir que como ciudadana colombiana, primero, no pedí ser víctima, y segundo, no elegí a mi victimario. Y aunque como país debemos estar preparados para el perdón y la reconciliación, tengo claro que el perdón es meramente personal y si los militares que asesinaron a mi hijo llegaran a pedirme un perdón yo no lo aceptaría porque sería un perdón frío, mecánico, calculador, quizás impuesto por un juez de la JEP, no un perdón que les nació realmente del corazón y que nunca estuvieron dispuestos a pedirlo, como veo que sí lo están haciendo los miembros de las FARC sin que se los ordene nadie, que están llegando a los sitios donde ellos violaron y vulneraron los derechos de los colombianos, como pasó en Bojayá.

Hacemos Memoria: El pasado 16 de marzo la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos humanos publicó un informe en el que reseña 11 ejecuciones extrajudiciales ocurridas en 2017, ¿qué opinión le merece esta situación?

Nunca hemos tenido garantías de no repetición. No fueron sólo 19 familias de Soacha, sino que estamos hablando de más de seis mil ejecuciones extrajudiciales en todo el país y como muestra ese informe, las víctimas continúan. Si bien en el caso de mi hijo hubo una condena, ya sabemos con gran tristeza que la JEP va a dejar a los responsables en libertad y que no es seguro que por fin nos cuenten la verdad, entonces, nunca vamos a tener justicia completa y mucho menos esas garantías de que no se repita. Ni siquiera en el Gobierno del Presidente que firmó la paz y quien fue el Ministro de Defensa de los “falsos positivos”, nos garantizan que no se va a ejecutar extrajudicialmente a un colombiano más.

¿Cree que como vocera de las víctimas de ejecuciones extrajudiciales puede hacer algo para que esto deje de ocurrir?

Yo creo que todavía tenemos muchas cosas por hacer, como seguir visibilizando los casos de aquellas víctimas y personas que viven en regiones que están totalmente olvidadas por el Estado, que son doblemente revictimizadas porque les han asesinado a sus familias, porque los han desplazado, porque los han amenazado y no tienen quien los escuche y les brinde apoyo.

Nos corresponde recorrer el país y rodearlas, lo mismo con nuestros grandes líderes y lideresas sociales que tienen un papel crucial en la construcción de paz y que los están asesinando sin que nadie haga nada. El país tiene muchas víctimas por demasiados hechos victimizantes, presos políticos, torturados, genocidios, desapariciones forzadas, secuestros, reclutamiento de menores, ejecuciones extrajudiciales, una infinidad de hechos de los que no se habla pero alguien tiene que hacerlo, y yo creo que el trabajo que mínimamente me queda por el resto de mis días es ir a las regiones y compartir con aquellas víctimas y personas que no han tenido la oportunidad de denunciar o de que alguien las escuche para que visibilice sus verdaderas historias.

El año pasado hicimos como víctimas muchas intervenciones y todos los congresistas se iban y dejaban las instalaciones desocupadas, demostrándonos lo poco que les importaba la paz.

¿Cuál es la sensación que le queda frente a los resultados de las elecciones del 11 de marzo y qué espera del nuevo Congreso?

Mi equipo de voluntarios y yo quedamos muy satisfechos, la campaña fue muy corta y con pocos recursos. La lista de los Decentes se conoció a última hora, creo que fue exitosa porque logramos pasar el umbral que era lo más importante y tener a cuatro representantes en el Congreso, que son personas con una trayectoria muy larga en la defensa de los derechos humanos en el país. Quedo muy agradecida con esos casi seis mil votos que recibí, pero también pensando en el futuro, porque desafortunadamente nos quitaron las 16 curules que necesitábamos las víctimas para por fin tener voz y voto.

Todavía no comprendo muy bien cómo los ciudadanos colombianos no pensaron en las nuevas generaciones que no merecen otros 50 años de conflicto cuando le dijeron “no” al Acuerdo de Paz, ni cómo los congresistas se opusieron a las curules, pero sé que mujeres como María José Pizarro y Aída Avella harán una representación muy importante, no sólo para las víctimas y la defensa de los acuerdos sino para trabajar por los grandes cambios que necesita el país entero.