Aunque la biblioteca de la Universidad de Antioquia permanece cerrada desde el inicio de la pandemia en el 2020, la hemeroteca continúa atendiendo a las víctimas que requieren de la colección de periódicos para documentar sus casos ante el Estado.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Fotos: cortesía hemeroteca UdeA

Desde la primera década del 2000, tras el proceso de Justicia y Paz que posibilitó la desmovilización de los paramilitares y abrió un ejercicio de verdad, justicia y reparación a las víctimas, la hemeroteca de la Universidad de Antioquia se convirtió en un centro de consulta para las víctimas que comenzaron acudir a este lugar buscando información sobre los hechos y contextos de violencia que rodearon sus casos, con el propósito de hallar evidencias que soporten las violencias sufrieron para así reclamar los beneficios y derechos otorgados adquiridos ante el Estado gracias a los procesos de justicia transicional. Y es que en este archivo están resguardados más de 2.500 ejemplares de varios periódicos del país que datan de los siglos XIX, XX y XXI y que guardan buena parte de la historia de violencia y conflicto armado que ha vivido Colombia.

Lastimosamente, por la pandemia, la biblioteca tuvo que cerrar su atención presencial al público, por lo que la dinámica de la hemeroteca tuvo que ser replanteada para centrarse en el teletrabajo y la virtualidad. Quien está detrás de este servicio, con la ayuda de un nutrido equipo, es el historiador José Luis Arboleda, a cargo de la coordinación de las diferentes actividades de las colecciones patrimoniales de la Biblioteca Central Carlos Gaviria Díaz, ubicada en el campus universitario.

José Luis habló con Hacemos Memoria sobre este tema. Destacó que durante poco más de diez años la biblioteca ha atendido más de 38 mil víctimas y lamentó que con la pandemia y la cuarentena el servicio haya disminuido.

 

¿Cómo comenzó la biblioteca a ayudar a las víctimas del conflicto a través de su colección de periódicos?

En estas cajas reposan los archivos de diferentes periódicos que han circulado en Colombia desde el siglo XIX.

En nuestra biblioteca se atendieron casos de víctimas desde antes del 2011 sin que se hubiera promulgado la Ley 1448, Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. Lo hicimos de una manera muy esporádica y puntual. Con el tiempo reconocimos en esos usuarios su necesidad de búsqueda en los periódicos para sus casos. Con la Ley 1448 del 2011 lo que se hizo fue declarar la posibilidad de que aquellas personas que hubieran vivido un hecho de violencia fuesen reconocidas por el Estado como víctimas y, para ello, entre otras cosas, debían llevar evidencia de su caso. Eso obligó a las víctimas a una tarea muy explícita que las llevó a la hemeroteca, un espacio que no existe en otro lugar de Antioquia, puesto que ninguna de las bibliotecas hermanas posee nuestra colección de periódicos que data de 1792 a la fecha. Eso nos permitió aparecer como la más importante opción de las víctimas.

Así comenzamos con fuerza nuestro servicio que fuimos especializando durante la marcha. En la medida en que se fueron incrementando los usuarios debimos empezar a ordenar la hemeroteca y a predisponer ciertos materiales con el fin de que pudiéramos atenderlos sin descuidar nuestra misión que es la comunidad académica, y sin recibir un impacto de afectación negativa sobre la colección.

¿Por qué no funcionan para estos casos las notas de prensa digitales?

Entre el 2011 y 2020, hasta el día que se declaró la pandemia en Colombia, la universidad prestó sus servicios de colección de periódicos a los diferentes usuarios identificados como víctimas. Ellas llegaban a la hemeroteca trayendo su registro o solicitud para ser reconocidas como víctimas. Llegaban buscando artículos de prensa que corroboraran su pasado. Esto constituyó una tarea especial porque a las personas no les permitieron llevar notas sacadas de la internet, puesto que estas son consideradas maleables y factibles de modificar. En cambio, lo que está en el periódico se publica una sola vez, es fuente primaria, y funciona a pesar de que se hayan cometidos errores en la escritura de nombres o lugares. El periódico significa un documento que está testificando ese acontecimiento en sí. De ahí la importancia de la hemeroteca.

¿A cuántas personas atendieron antes de cerrar la biblioteca a causa de la pandemia?

Durante ese periodo, antes del cierre de la Universidad por cuarentena, fueron atendidos cerca de 38 mil 500 casos aproximadamente. Hay que resaltar que la misma comunidad académica ayudó a que se instalara este servicio con acompañamientos puntuales, lo que quiere decir que los mismos estudiantes se ofrecieron a ayudar a personas que quizá no sabían leer o tuvieran problemas de visión, o que se angustiaban al no hallar la información, entre otras cosas porque la mayoría nunca había entrado a una biblioteca y no sabía cómo solicitar ayuda.

¿Ustedes mantienen contacto con organizaciones de víctimas u oficinas del Estado con el fin de generar sinergia y propiciar una mayor efectividad y acercamiento sensible con las víctimas?

Las oficinas legales de víctimas simplemente nos remitían a las personas. A ellos nunca les interesó conocer el acompañamiento que significó nuestro servicio, simplemente les decían a las víctimas: ‘tráiganme lo que le estoy pidiendo y ya’. Esto significó que tuvimos que desarrollar un servicio muy sensible con las víctimas porque entendimos que puede llegar a ser engorroso para ellas realizar este procedimiento.

Lo que hicimos fue que, de este modo, tras conocer la solicitud del usuario, buscamos los ejemplares con las fechas señaladas en periódicos como El Colombia, El Mundo, El Tiempo y El Espectador. Y cada vez que un usuario terminaba su lectura y nos indicaba cuales eran las noticias que necesitaba, el equipo se daba a la tarea de registrar fotográficamente el material y gratuitamente entregarle las imágenes en un CD, esto con el fin de que la persona pudiera imprimir cuantas veces le fuese necesario. Adicional a esto, a las víctimas les dimos recomendaciones, como por ejemplo que señalaran con marcador aquellas partes de la noticia relevantes, entre otras cosas para agilizar los procedimientos en las oficinas.

En medio de la pandemia, ¿cómo han logrado seguir atendiendo a las víctimas?

Todo el tiempo de trabajo que tuvimos antes de la pandemia nos trajo un aprendizaje: notamos que existían algunas noticias que eran frecuentemente solicitadas y muchas de estas las registramos y guardamos. Esas noticias las fuimos organizando en carpetas de manera ordenada y con ellas nos hemos ayudado en este año largo que llevamos en pandemia.

En lo que va de este año hemos logrado atender seis casos relacionados con reparación de víctimas. El año pasado logramos atender 33 personas y al menos el 70 por ciento de ellas fueron atendidas en los primeros tres meses del año, semanas antes de la cuarentena. El resto de los usuarios fueron atendidos desde nuestras casas. Esta disminución drástica la entendemos también porque el Registro Único de Víctimas que administra el Estado ha descendido, dado que el ritmo de seguimiento de este grupo poblacional por parte de las entidades encargadas ha disminuido.

En algunos pocos momentos, con autorizaciones, funcionarios de la biblioteca han logrado entrar y adelantar este trabajo de búsqueda de artículos en la hemeroteca. Eso nos ha ayudado en casos puntuales y la información recolectada la enviamos por correo electrónico a las víctimas. Esto ha sido complejo muchas veces porque nuestras colecciones no están digitalizadas.

¿Ustedes han logrado medir qué tan efectivo ha sido para las víctimas o las instituciones el trabajo que realizan?

Ha sido muy difícil tener contactos directos con entidades que atienden a las víctimas con el fin de facilitar procesos, suponemos que existe mucha inestabilidad en los equipos de trabajo de esas entidades. Por otra parte, desafortunadamente no tenemos la estadística y la información para conocer qué grado de efectividad tiene nuestra ayuda. Así que nuestra comunicación es muy corta con las víctimas. Lo ideal es que pudiéramos trabajar mancomunadamente, tirando para el mismo lado con oficinas de víctimas. De hecho, alguna vez tuvimos contacto con una joven de la Personería de Medellín por casi un año, y ella nos llamaba para que le colaboráramos en la búsqueda de noticias puntuales, personalizando el acompañamiento, siendo muy sensibles con los casos para evitar la revictimización. Luego la joven salió de ese cargo y ya no volvimos a recibir llamadas. Aun así, no descansamos en prestar nuestro servicio que sabemos es valioso.

 


*Si necesita acceder al servicio que presta la biblioteca de la Universidad de Antioquia a las víctimas del conflicto armado, puede comunicarse a la línea 219 5151, o escribir a los correos patrimoniales.biblioteca@udea.edu.co o jluis.arboleda@udea.edu.co.