Las críticas de grupos de investigación de distintas universidades por una convocatoria que consideran sesgada, el retiro de archivos de derechos humanos y la separación del Centro de dos redes de memoria reflejan desconfianzas entre esa institución y sus aliados naturales.

 

Por Pompilio Peña Montoya

El pasado 2 de marzo, a través de una carta dirigida al Ministerio de Ciencia y Tecnología, 55 centros de investigación de distintas universidades de Colombia rechazaron la convocatoria de Minciencias y el Centro Nacional de Memoria Histórica para realizar 15 investigaciones, denominada “Hacia una mayor comprensión del conflicto armado, las víctimas y la historia reciente de Colombia”. El argumento principal fue la falta de garantías y los sesgos en el enfoque teórico e investigativo de la misma. La situación se suma a otras tensiones que ha enfrentado el centro de memoria en los primeros meses de 2020, bajo la dirección del historiador, Darío Acevedo, quien asumió el cargo en febrero de 2019.

“Las líneas de investigación de la convocatoria son sesgadas y tienen un marcado tinte ideológico en tanto propone a los grupos guerrilleros como únicos victimarios y a las fuerzas armadas solo como víctimas del conflicto”, expresó en un comunicado el Consejo de Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la UdeA.

Para darle una mirada retrospectiva al tema, vale hacer un recuento de algunos de los principales distanciamientos de víctimas, líderes sociales y académicos con el Centro de Memoria Histórica en los últimos meses: el 3 de marzo la Asociación Minga anunció el retiro de sus archivos físicos de las instalaciones del CNMH; 31.265 folios que contienen información documental y testimonial sobre 28 años de conflicto armado en el Catatumbo.

Un mes atrás, el 11 de febrero, se difundió una carta pública escrita por 63 intelectuales destacados del mundo, entre ellos Elizabeth Jelin, Daniel Pécaut, Alain Touraine, Daniel Chababo y Edgar Morin, titulada: ‘El negacionismo no es una política aceptable hoy’, en la cual expresaron su preocupación «por la ostensible pérdida de credibilidad que se ha expresado en las inquietudes de las víctimas sobre la guarda y conservación de los archivos depositados sobre la base de una confianza construida a lo largo de los años y, más recientemente, por la  suspensión de la pertenencia del Centro a la prestigiosa red internacional de sitios de conciencia, sumada a la dudosa orientación que pretende darse al futuro Museo de la Memoria”.

Dicha carta estuvo antecedida por dos distanciamientos de colectivos de memoria con el CNMH. En la primera situación, el 3 de febrero, la Red Colombiana de Lugares de Memoria, conformada por 35 lugares de memoria de comunidades colombianas, le retiró la membresía al CNMH a través de una carta dirigida a Darío Acevedo, en la cual argumentó que “el centro no está interesado en cumplir con lo establecido por los estatutos de estas redes, en la Ley de Víctimas y en nuestra manera de hacer memoria”.

Y en el segundo caso, el 1 de febrero de 2020, la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, que congrega a más de 275 sitios históricos, museos e iniciativas de memoria en el mundo, le suspendió la membresía al CNMH. En la declaración sobre este caso, publicada en el sitio Web de dicha coalición, se lee que la expulsión del centro de memoria obedeció a la preocupación de sus integrantes “por algunas declaraciones públicas tendenciosas y excluyentes realizadas en nombre del Centro”, y al hecho de que Darío Acevedo no respondiera una carta en la que dicha coalición le solicitaba ratificar una serie de compromisos con las víctimas y con el ejercicio de la construcción de memoria.

 

Víctimas y organizaciones sociales sienten desconfianza

El retiro de los archivos físicos de la Asociación Minga del CNMH, según afirmó su directora Diana Sánchez, se dio por la “desconfianza” que esta organización de Derechos Humanos tiene con las determinaciones del director del Centro de Memoria. “Nuestros archivos, que hemos ido recopilando desde hace años, fueron inicialmente entregados al Centro porque había una confianza. Lo que hemos notado es que desde el Centro se le está dando más protagonismo al ejército y a los ganaderos, y lo que no queremos es que haya un cambio de enfoque de esta entidad”, manifestó Sánchez.

Por eso, para la defensora de Derechos Humanos que lleva más de catorce años en la Minga, “este gesto de retirar los archivos es una manera de honrar a las víctimas de hechos como las masacres en La Gabarra, de Lomas Verdes, de Tibú y cientos de desplazamientos. Nosotros lo que queremos es la redignificación y dignificación de víctimas que, en su mayoría, murieron a manos del Estado”.

Por su parte, Martha Soto, representante en Antioquia del Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), manifiestó que esta cadena de hechos por parte del CNMH “es coherente con la abierta opinión que tiene un sector político del país”, encabezado por el Centro Democrático, cuyo propósito ha sido “imponernos una verdad parcializada. Nosotros, las víctimas del Estado, sentimos que nos están invisibilizando poco a poco, no solo con la inactividad del CNMH con las víctimas desde hace un año, sino también con el nombramiento de un museólogo militar para el Museo”.

La lideresa de víctimas se refiere al nombramiento, el pasado 5 de febrero, de Fabio Enrique Bernal como director del Museo de la Memoria de Colombia, decisión que fue criticada por algunos sectores víctimas y derechos humanos, debido a la trayectoria de Bernal como museólogo del Ejército, la Policía y la Escuela Superior de Guerra. Lea también: Las víctimas son el corazón de la construcción del Museo de Memoria: Fabio Bernal

Sobre este nombramiento, John Jairo Ochoa, miembro de la Red Colombiana de Lugares de Memoria y víctima del conflicto en el municipio de San Carlos (Antioquia), afirmó que Acevedo quiere “legitimar una realidad parcializada en donde la fuerza pública no es victimaria dentro del conflicto” y, según él, eso explica el nombramiento de Fabio Enrique Bernal como director del Museo de la Memoria que deberá estar listo en el 2022.

John Jairo manifestó además que el acto de la primera piedra del Museo, realizado el pasado 5 de febrero por el actual director del Centro de Memoria y el presidente, Iván Duque, es un modo de borrar el acto de la primera piedra del Museo que fue colocada el 9 abril del 2015 por el entonces presidente, Juan Manuel Santos, y el otrora alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, como parte de una jornada de movilizaciones por la paz en medio de la conmemoración del Día Nacional de la Solidaridad con las Víctimas.  En ese acto de 2015, recordó John Jairo, “se hizo especial énfasis en que quienes iban a ser los protagonistas eran las víctimas que por varios días llevaron a cabo marchas en las principales ciudades del país”.

Ya en relación con el caso particular de la red de lugares de memoria, John Jairo expresó: “desde hace varios años veníamos vinculados con el Centro Nacional de Memoria, organización por la cual luchamos las víctimas. Pero al señor Acevedo se le ve que no le interesan las víctimas, de hecho, no ha participado de las actividades de la Red desde hace muchos meses. En la última asamblea que tuvimos en diciembre pasado no asistió nadie del Centro. Esta fue una manera de menospreciar el trabajo de las víctimas y negar que haya víctimas del Estado”.

 

Académicos hacen un llamado a la sociedad

En opinión de la politóloga e investigadora María Emma Wills, el CNMH estaría desviándose de su enfoque porque cuando “hace más énfasis en escuchar a víctimas de la Fuerza Pública y, por ejemplo, de la Federación de Ganaderos, y subordina otras voces de víctimas, establece jerarquías entre unas y otras, y eso me molesta profundamente porque, al hacerlo, en primer lugar, establece unas memorias preferenciales”.

Wills también fue crítica frente a la dirección que se le estaría dando al futuro Museo Nacional de la Memoria porque, según ella, “si Darío Acevedo ya le está diciendo a la opinión pública que, básicamente, la estatalidad es legal y legítima, y con eso ya está dando a entender que tiene inmunidad o ventaja frente a los otros actores del conflicto armado, pues imagínese el tipo de museo que vamos a tener”. Lea la entrevista: Toda construcción de memoria está abierta al escrutinio: María Emma Wills

Sobre este último punto, la estudiosa de la memoria social Sandra Patricia Arenas, profesora de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, advirtió que “este conjunto de hechos es un llamado a nosotros como sociedad a actuar y a exigir cambios que vayan acorde con los intereses y el respeto a las víctimas. Nosotros deberíamos demandar del Congreso una ley que reglamente esos lugares de memoria, ya que no pueden estar atados al Ejecutivo que va al vaivén de los políticos”.

Sandra Arenas añadió que “no se debe subestimar el riesgo de que el guión del Museo de la Memoria no sea plural, porque ese lugar es el que va a contar lo que pasó en Colombia. Es allí a donde se va a llegar a reflexionar sobre las responsabilidades en la guerra, por lo que imponer solo una mirada oficialista pone en riesgo el guión del Museo”.

Por su parte, Adolfo Maya Salazar, docente de la maestría en Gobierno y Ciencias Políticas de la Universidad Eafit, hizo énfasis en la salida del CNMH de la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia, lo que según él “es muy elocuente en términos críticos. Que el Centro de Memoria haya sido excluido de una red tan importante que busca valorar la construcción de una memoria colectiva, quiere decir que por parte del gobierno actual hay una actitud despreciativa por una memoria, y lo que se quiere es centrar los esfuerzos del Centro hacia un tipo particular de memoria maquillada”.

Para concluir, Adolfo Maya afirmó que estas sanciones al CNMH, por parte de las víctimas y organizaciones internacionales, son “un tipo de castigo ético contra una posición que desprecia también todo lo que se ha recogido en la Jurisdicción Especial para la Paz”.

 

Falta un debate académico, dice Darío Acevedo

Sobre estas tensiones y distanciamientos con el Centro Nacional de Memoria Histórica, el director de esta institución, Darío Acevedo, manifestó que su actuar dentro del CNMH ha sido congruente con los principios que representa y advirtió que muchos de sus puntos de vista han sido mal interpretados porque lo que está haciendo su dirección, en realidad, es abrir el abanico de posibilidades de reconstrucción de memoria, sin restar valor a las víctimas directas del conflicto armado. Lea la entrevista: En Colombia no puede haber una sola versión del conflicto: Darío Acevedo

“Yo no he tenido la oportunidad de sentarme frente a un auditorio académico a explicar la política que estoy adelantando. Lo explico a través del portal de la entidad. Mis puntos de vista han sido tergiversados, incluso desde antes de yo asumir. Todo se debe, en gran medida, a mi posición ideológica y política que era ampliamente reconocida”, sostuvo Acevedo.

Respecto a las críticas por convocatoria con Minciencias, Acevedo argumentó que ese convenio, que busca apoyar 15 investigaciones sobre el conflicto armado y las víctimas en Colombia, es una forma de sacar fuera del Centro la contribución a la verdad, porque “tiene la pretensión de evitar que el director, llámese como se llame, produzca las verdades sobre el conflicto armado colombiano”.

Sobre el retiro de archivos por parte de la Asociación Minga, Acevedo aclaró que en el Centro de Memoria hay “gran cantidad de archivos dados en calidad de préstamo, unos, y en calidad de donación, otros. Todos los archivos que entran a la entidad tienen que ser procesados técnicamente y se deja una copia digitalizada. Los que están en préstamo se digitalizan y se organizan para que sean utilizados por el público o investigadores y luego se devuelven a los propietarios naturales. En eso no hay ningún misterio. Lo que ha sucedido es que hay una campaña de desinformación”.

De acuerdo con Acevedo, a la fecha solo la Asociación Minga ha solicitado el retiro de sus archivos, proceso que inició desde el 26 de febrero de 2016, “estando yo recién llegado a la dirección que fue el 21 de febrero. Se demoró un año para hacer el retiro normativo, con delegados de la JEP, la Procuraduría, la policía. Eso no tiene ningún misterio, se devuelven. Pero nosotros quedamos con una copia digitalizada, así como la JEP y el Archivo General de la Nación”.

Y frente al caso del museo, el director del CNMH afirmó que este será un espacio de memoria plural y explicó que “la centralidad del museo, se va a dar todas víctimas diversas del conflicto. Las víctimas son muchas y muy diversas y cada una tiene una memoria diferente. Aquí (en el Museo) no va haber una memoria única. Las muestras no podrán estar inspiradas en una de las versiones del conflicto armado, pero tampoco ningún sector ideológico o religioso podría decir que esto es lo que interpretamos sobre el conflicto”.