El entrante director del Museo de Memoria de Colombia, Fabio Bernal, tiene entre sus retos: construir el edificio en el que funcionará el museo, tejer confianza con las víctimas de los diferentes actores del conflicto y recuperar el vínculo con la Coalición Internacional de Sitios de Consciencia y la Red Colombiana de Lugares de Memoria.

 

Por Adrián Atehortúa

“Las víctimas, vengan de la sociedad civil, que es una gran mayoría, o vengan de ser miembros de la Fuerza Pública, son personas que nos ayudan a entender el drama del conflicto que hemos vivido en Colombia”. De esa forma lo expresó Fabio Enrique Bernal Carvajal, director técnico del Museo de Memoria de Colombia, adscrito al Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

El nombramiento de Bernal como director del museo, el 4 de febrero de 2020, generó polémica por su trayectoria como museólogo de la Policía y las Fuerzas Militares. Además, coincidió con el anuncio de la Coalición Internacional de Sitios de Consciencia —la red de lugares de memoria más importante del mundo de la que hacía parte el museo desde 2015— de retirarle su membresía al CNMH, y con la posterior expulsión del CNMH de la Red Colombiana de Lugares de Memoria.

En entrevista con Hacemos Memoria, Bernal afirmó que el reto de su dirección es terminar la construcción del museo, para entregarlo al público en el año 2022, y cumplir con la responsabilidad de escuchar las voces de todas las víctimas para hacer de este lugar “un espacio de encuentro y reconciliación para los colombianos”.

 

Usted asume la dirección de un museo que es aún un proyecto en construcción ¿Cómo les explicaría a los colombianos que todavía no saben nada de este museo, en qué consiste?

Para resumirlo así, a cualquier ciudadano yo le diría que es un espacio en el que vamos a escuchar las voces de todas las víctimas. Que va a ser un espacio donde podemos reflexionar sobre el conflicto armado, y que va a ser un espacio que nos va a dar unas guías para no repetir la tragedia que ha habido en Colombia en estas últimas décadas de violencia.

¿Dará continuidad al trabajo que han adelantado las anteriores direcciones del museo?

Hay que seguir caminando por esa senda que han marcado. Finalmente es un trabajo muy importante el que se ha realizado. Tenemos construido un gran camino en cuanto a las diferentes dimensiones del museo. Hay una dimensión de construcción social, de construcción física, de construcción virtual. En la construcción social esperamos llevar el museo a otros territorios donde no había estado antes; en la construcción física pues avanzamos sobre los diseños que ya se tienen y que se establecieron a través del concurso público internacional, que es el edificio que se va a construir y vamos a entregarle a los colombianos en 2022; y en la virtual, se siguen alimentando a través de la página web del museo todas estas experiencias que se van desarrollando. Se van a impulsar todas las iniciativas que se venían desarrollando para poder concluir el trabajo, que es la meta de todos los que hemos sido directores: abrirle este espacio a todos los colombianos en 2022.

¿Cómo va el proceso de construcción física del museo?

En la construcción física vamos en un momento bien importante, estamos ad portas de adjudicar la construcción, se ha avanzado en esto desde 2015 que fue el desarrollo del concurso. Ya se avanzó en el tema de las especificaciones técnicas, de todos los presupuestos, y estamos a punto de escoger constructor. Esperamos que en este primer semestre empiecen las obras en terreno y todo está presupuestado para que en 2022 tengamos abierto al público este edificio.

Mientras se concluye el espacio físico del museo, se han venido haciendo algunas actividades itinerantes en diferentes lugares. ¿Eso se va a mantener?

Es importante entender que el museo trasciende lo que son las paredes físicas. Por eso es que hay una dimensión de construcción social. Y desde el museo seguiremos visitando las comunidades, escuchando las voces de todas las víctimas y eso es un empeño que tiene esta dirección y que han tenido las direcciones precedentes. Entonces, seguiremos poniéndole atención a las diversas representaciones de memoria que existen en el país. Es el ánimo de la dirección seguir con los lazos con la Red Nacional de Lugares de Memoria que es una red que convoca gran parte de las iniciativas de memoria que hay en el país, porque finalmente son ellos los que han construido y saben cómo conservar la memoria histórica del país. El museo de memoria lo que va a hacer es servir de altavoz a esas iniciativas y va a congregar las voces de las diferentes organizaciones de víctimas.

Una vez construido el museo ¿cómo sería la experiencia del visitante?

Hay diferentes tipos de visitantes. El museo no se puede pensar solo para un tipo de visitante. Es una diversidad de públicos amplia que es básicamente la ciudadanía, tanto nacional como los visitantes internacionales que tengamos de diferentes grupos etarios: niños, adultos, adultos mayores… Entonces, dependiendo de qué tipo de visitante seas, vas a afrontar la visita al museo. Hay espacios públicos y abiertos donde la gente va a poder interactuar.

Vamos a tener lugares de reunión, exposiciones temporales, el archivo de derechos humanos también estará alojado allí y estará abierto al público, será de libre conocimiento… Habrá visitantes que transitarán por las salas mirando la exposición abierta al público, habrá otro tipo de visitante que se interesará más por los fondos documentales e irán a explorar los contenidos que realmente le interesan, habrá otro tipo de visitante que será más contemplativo y podrá subir a las terrazas y ver desde allí la vista privilegiada de Bogotá que va a tener el museo.

Puede parecer una pregunta muy elemental, pero ¿por qué es importante hacer este museo?

Porque es un lugar donde se van a congregar todas las voces de las víctimas. Yo creo que ahí radica la importancia. Porque finalmente las víctimas son el corazón de la construcción de este museo. Y allí es donde vamos a poder escucharlas a todas.

¿Y cómo sería ese acercamiento a todos esos grupos de víctimas si son de una gran diversidad?

Es que la dimensión del conflicto es tal, que tristemente tenemos una cifra increíble de víctimas. O sea, son más de ocho millones de víctimas las que ha dejado este conflicto y ese es el reto, hacer un espacio para poder conocer la voz de todas ellas. Mi labor será escucharlas en los espacios donde pueda participar. En el evento de la primera piedra —acto simbólico por el inicio de la construcción del museo— tuve la oportunidad de sentarme con algunas de estas personas y entender el dolor que les ha dejado el conflicto como seres humanos. Entonces mi labor será escucharlas, sentarme a hablar con ellas en la medida de lo posible, porque la dimensión es tal que sobrepasa las capacidades de una persona. Pero las direcciones anteriores han venido caminando en ese sentido de congregar y darle lugar a esas voces plurales que tiene el conflicto.

Tal vez ese sea el tema más complejo en el ejercicio de hacer memoria histórica en el país. ¿Cómo planea hacerlo el museo?

Hay un equipo de investigación, no solo desde la dirección física del museo sino desde las diferentes direcciones técnicas del Centro Nacional de Memoria Histórica. Entonces, el CNMH ha desarrollado una cantidad de informes y de publicaciones, que junto a las voces de las víctimas son los insumos para poder volcar eso en las exposiciones. Esas voces serán parte de las exposiciones permanentes del museo.

Usted tiene trayectoria en procesos de museos o curadurías, algunos con las Fuerzas Armadas ¿Qué de diferente implica para usted asumir el reto de dirigir el Museo de Memoria de Colombia?

Es un cargo que recibo con mucha ilusión y con mucha responsabilidad porque el Museo de Memoria de Colombia es un espacio donde todas las víctimas son escuchadas y por lo tanto es un espacio de enseñanza para las futuras generaciones que van a poder escuchar a través del tiempo las voces de las víctimas. Entonces es un esfuerzo del país para que no repitamos lo que sucedió en el conflicto armado, para que entendamos las dimensiones de lo que ha sido el conflicto armado.

Eso es lo que creo que lo hace diferente a los proyectos en los que yo previamente he participado. Porque trabajando con la Fuerza Pública tuve la oportunidad de escuchar a los seres humanos que portaron el uniforme y fueron afectados por el conflicto armado. Cuando trabajé a través de la Universidad Nacional, como evaluador del Programa Nacional de Concertación, tuve la oportunidad de entender el amplio panorama cultural que hay en Colombia y las diversas expresiones que el gobierno apoya a través del Ministerio de Cultura. Entonces, este reto es finalmente poder consolidar ese museo que va a congregar la pluralidad de víctimas, que es el mandato legal. Y finalmente me ilusiona porque es un granito de arena para poder seguir forjando esta nación en pasos de reconciliación.

Algunas organizaciones sociales y de víctimas tienen críticas frente al ejercicio de memoria histórica que pueda dirigir usted desde el museo, partiendo de su cercanía con la Fuerza Pública, un sector que también han sido victimario. ¿Qué puede decir al respecto?

Mi trabajo en las instituciones ha sido enfocado a trabajar con esos seres humanos que fueron víctimas en el conflicto. Y escuchando a esas personas que fueron afectadas en el conflicto y que portaron el uniforme de la Policía o de la institución militar se puede entender también el espectro amplio del conflicto. Entonces, trabajar con la Fuerza Pública me permitió también escuchar a otro sector de las víctimas que ha dejado el conflicto. Yo siento que más allá del cuestionamiento por haber trabajado en instituciones de la Fuerza Pública, lo que puedo hacer es abordar el tema de la construcción de la memoria de una manera más amplia y plural, y poder entender el conflicto y escuchar las voces de las diferentes víctimas.

Como persona entiendo que el dolor que llevan estos seres humanos no se puede entender ni sectorizar, porque sería algo muy triste revictimizar a las personas por haber hecho parte de una institución. Las víctimas, vengan de la sociedad civil, que es una gran mayoría, o vengan de ser miembros de la Fuerza Pública, son personas que nos ayudan a entender el drama del conflicto que hemos vivido en Colombia.

Teniendo en cuenta todo lo anterior, usted cómo director, ¿cómo se imagina el museo?

Hay dos grandes expectativas. Una, la emoción de saber que en 2022 vamos a entregar este espacio abierto para los colombianos; y, otra, la responsabilidad de escuchar la pluralidad de voces y de generar lazos de confianza con toda esta diversidad de víctimas. Es algo que llevo presente y es la labor de todos los días: saber que este conflicto ha sido doloroso para el país y ha dejado una multiplicidad de víctimas que son diversas y es mi compromiso escucharlas. Porque finalmente todos esos clamores de los diferentes sectores deben ser entendidos por el Museo de Memoria de Colombia que debe ser un espacio de encuentro y reconciliación para los colombianos.