Organizaciones defensoras de derechos LGBTIQ+ como Caribe Afirmativo, resaltan los desafíos y avances en la búsqueda de personas LGBTIQ+ desaparecidas en el conflicto armado colombiano.

Por: Valentina Chavarría
Foto: Markus Spiske

Es cierto que las personas LGBTIQ+ han sido históricamente víctimas de violencias sistemáticas, y esta situación se ha exacerbado en el contexto del conflicto armado en los diferentes territorios del país, en lo urbano y lo rural, con múltiples violaciones de derechos humanos, como las amenazas, los desplazamientos forzados, la persecución, la violencia sexual y la desaparición.  

Según el Registro Único de Víctimas (RUV), 4717 personas LGBTIQ+ han sido víctimas del conflicto armado. Sin embargo, organizaciones como Colombia Diversa y Caribe Afirmativo estiman que la cifra real podría superar las 10 000 personas con múltiples y distintas victimizaciones. 

La desaparición forzada ha sido uno de los crímenes más persistentes cometidos por diferentes actores armados. Ha sido un crimen perpetrado desde hace muchos años, pero que solo fue tipificado como delito en el año 2000; por esto la búsqueda y el registro de personas desparecidas ha sido tan compleja en Colombia. Según la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD), se estima que hay más de 100 000 personas desaparecidas en el país, aunque la cifra exacta no es clara debido a un alto subregistro.  

La discusión sobre las violencias a las que han sido sometidas las personas LGBTIQ+ ha  tomado relevancia, relativamente desde hace poco, a pesar de que muchas organizaciones llevan décadas trabajando en visibilizarlas. El historiador y experto en temas LGBTIQ+ en el conflicto armado, Pablo Bedoya, comenta que la primera vez que se usó la categoría LGBT en el contexto de reivindicaciones asociadas al conflicto fue en el año 2000. “Se utilizó en algo que se llamó Planeta Paz; fue un proyecto que convocó a muchos sectores sociales del país, como LGBT y mujeres, para conversar de la paz en el marco de los diálogos de paz del Caguán. Ahí fue la primera vez que invitaron a los movimientos LGBT a hablar” 

Esta conversación se profundizó a partir de la Ley 1448 (Ley de Víctimas), en el año 2011. “Esa es la primera ley en que el Estado incorpora esta perspectiva. Los movimientos sociales, de víctimas, LGBTIQ+, las mujeres, ya venían hablando de la necesidad de incorporar unas miradas diferenciales sobre la guerra, y ahí se logra materializar”, afirma Bedoya.  

Y ya más específicamente, en cuanto a la desaparición forzada con enfoque diferencial de personas LGBTIQ+, es una conversación más reciente en Colombia. Sucedió con la firma de los Acuerdos de Paz entre el Gobierno nacional y las FARC, en el 2016, y con las creación de la Comisión de la Verdad (CEV), la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD).  

Las personas lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, intersexuales, queer y nuevas definiciones, que se incluyen en las siglas LGBTIQ+, son la población con mayor subregistro de personas desparecidas. Según la UBPD, en este momento hay 47 solicitudes de búsquedas de personas LGBTIQ+.  

Imagen tomada de la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas

 

Jhon Restrepo, integrante de la organización Caribe Afirmativo y la Casa Diversa de la comuna 8 de Medellín, habla de los retos que hacen que el subregistro sea tan alto, y la búsqueda tan complicada en el pasado y en el presente. “Antes todo era mucho más clandestino. Para referirse a un lugar o a una persona homosexual, se decía que era de ‘ambiente’, entonces esto ha dificultado mucho el tener registros más oficiales de las personas que desaparecían”, explica.  

También cuenta algunas formas de violencia ejercidas por diferentes actores armados. “Las compañeras lesbianas nos contaban como en la ciudad de Medellín, cuando ellas se tomaban el espacio público con partidos de fútbol, la fuerza pública se las llevaba, y ellas tenían que acudir a mecanismos propios de protección e irse a la Unidad Permanente de Justicia (UPJ) y quedarse hasta que todas salieran, porque si no, las desparecían. También las compañeras trans que ejercían trabajos sexuales; a ellas las amenazaban y se debían desplazar a otros lugares, o les pedían un servicio y luego no volvían, o después las encontraban en el río Medellín, asesinadas”.  

Asimismo, el integrante de Caribe Afirmativo habla de la complejidad a la hora del registro de estos crímenes. “Muchas personas que eran de pueblos se trasladaron a las ciudades grandes como Medellín y perdían contacto con sus familias; llevaban años sin utilizar su nombre jurídico, no accedían al sistema de salud ni a otros derechos. Entonces es muy difícil seguirles el rastro a estas personas”, dice.  

El experto Pablo Bedoya se refiere también a estas dificultades en la búsqueda y en la identificación, sobre todo en las personas trans. “Tienen unas particularidades difíciles de abordar; por ejemplo, las mujeres trans son reportadas como hombres, o los hombres trans como mujeres, desde los registros de antaño. Puede que las personas forenses no hayan tenido una perspectiva de este tema, y por ello no hayan entendido lo que pasaba en un cuerpo hormonado o sin tener en cuenta las prendas de vestir”, explica.  

El trabajo de las organizaciones  

Uno de los logros de las organizaciones sociales y defensoras de derechos humanos, como Caribe Afirmativo, con sede principal en Cartagena, y Casa Diversa, de Medellín, en cuanto a la búsqueda e identificación de personas desaparecidas de esta población, ha sido la conformación de la mesa de Expertas LGBTIQ+, que tiene un integrante por cada región del país; allí participan tres mujeres lesbianas, una mujer trans y un hombre gay. Esta mesa tiene el objetivo de acompañar los planes regionales de búsqueda, así como transversalizar a todas las discusiones sociales el enfoque de orientaciones sexuales e identidades de género. Con la UBPD han trabajado en que se implemente un enfoque de género que tenga en cuenta a la población LGBTIQ+, para que las búsquedas de las personas desaparecidas no solo restituyan cuerpos, sino también identidades.