El Salón de la memoria en Yolombó, situado en la Casa de la Cultura, es un lugar dedicado a recordar y rendir homenaje a las víctimas de la violencia en ese municipio. Aunque está disponible para visitas bajo solicitud, sus responsables desean que el espacio esté más activo.

Un salón, con paredes y ventanas repletas de memoria, carteleras y telares que cuentan los años de violencia, es el espacio que Yolombó tiene para recordar a sus víctimas. Este salón que funciona desde 2018 se encuentra en la Casa de la Cultura de ese municipio del Nordeste antioqueño.  

Doña Gudelia Palacio, quien es la lideresa de las víctimas encargada del lugar, recibe con la mejor actitud a todas las personas que estén interesadas en conocer la historia de violencia de Yolombó. El Salón de la Memoria abre sus puertas cada vez que alguien —profesores, grupos de estudiantes, visitantes y turistas, organizaciones y funcionarios— así lo solicita; no hay días específicos. “Aquí vienen las universidades, investigadores a empoderarse del salón. También vienen los estudiantes del colegio con un profesor cada año. Por ejemplo, ellos hicieron algunas de las carteleras que están en las paredes”, comenta Gudiela.  

Las mesas guardan las bitácoras y los diferentes objetos hechos por las víctimas, en los que reposan los recuerdos de sus seres queridos; también, sillas y televisores entregados por la Comisión de la Verdad son utilizados para los talleres con los estudiantes y los interesados en el tema. Este salón reúne cada tanto a la mesa de víctimas departamental y a los miembros de Asociación de Víctimas Avayuripaz; esto, según Gudiela, con el objetivo de que las personas se vayan concientizando de la importancia del espacio.   

Por acuerdo del Concejo municipal de Yolombó en 2021, el salón persiste. En cuanto a presupuesto, no hay uno establecido. Gudiela comenta que tienen el espacio asegurado en la Casa de la Cultura y nada más, y que le gustaría que el salón estuviera más activo. 

Manuela Sanín, la gestora cultural del municipio, afirma que la Casa de la Cultura está en proceso de avanzar con varias propuestas para la activación del Salón de la Memoria. “La idea es que el salón permanezca abierto, pero con vigilancia, por eso se planteó que los jóvenes del colegio puedan alfabetizar en el espacio”. Asimismo, se busca realizar actividades para que las personas del municipio conozcan el lugar. También esperan que se articulen universidades como la Nacional en este tipo de actividades. Sin embargo, todas estas propuestas apenas están en el papel y quedarán a la espera de que la próxima administración las pueda ejecutar. 

Gudiela Palacio fue víctima del conflicto hace veinte años. Adriano Cano, alias “Tocayo”, integrante de las Autodefensas Unidas de Colombia, mandó a asesinar a su hijo, Alberto González Palacio. Esto ocurrió, después de que el muchacho tuviera varios “encontrones” con el actor armado. El primero sucedió cuando la que había sido novia de Alberto le puso la queja a Tocayo de que en una discusión Alberto la había golpeado. Esto hizo que por varios meses el muchacho no pudiera transitar con tranquilidad por las calles de Yolombó. El paramilitar lo sentenció a muerte, y el 31 de enero del 2003 cumplió su promesa. 

Como en esos años el silencio frente a los actos violentos persistía por miedo a represalias, solo hasta el 2006 empezaron a promoverse proyectos de participación y reconocimiento de las víctimas en la Casa de la Cultura de Yolombó y en alianza con organizaciones de Medellín, como Madres de la Candelaria. Fue entonces cuando Gudiela manifestó públicamente la victimización que había sufrido. 

En el 2008 se conformó la Mesa Departamental de Víctimas; en el 2011 se creó la Asociación de Víctimas Avyuripaz. Al mismo tiempo, la Gobernación de Antioquia y la Pastoral Social de Girardota, diócesis de la que hace parte Yolombó, apoyaban a las víctimas con talleres que incluían el trabajo de psicólogos y abogados, quienes ayudaron en los procesos de sanación y en la construcción de memoria colectiva. “Yo antes no hablaba, solo lloraba, pero a lo largo de estos años he visto la evolución, la sanación. Ya puedo decir que vivo tranquila”, afirma Gudiela Palacio. 

La representante de las víctimas comenta que en el 2013 tuvieron un espacio en la Casa Museo del municipio, donde tenían los objetos de memoria que habían hecho hasta ese momento en los actos de resistencia, pero uno de los alcaldes les quitó el espacio y lo que tenían se dañó. 

Por eso ella destaca la importancia de que los mandatarios y políticos locales se comprometan con el trabajo de memoria y de las víctimas, tanto como los habitantes de los municipios, quienes deben apropiarse de espacios como los salones de memoria. “Yo entiendo que las personas no puedan estar todo el tiempo pendientes de esto como lo estoy yo. Hay personas que deben trabajar y atender a su familia, en cambio yo tengo toda la disponibilidad y disposición de estar cada que alguien quiera venir a ver el lugar; sin embargo, tristemente uno se da cuenta de que a muchas personas no les importa saberse víctima; más allá de lo económico, no les interesan las reuniones o las actividades, solo vienen para ver qué les van a dar”, concluye Gudiela. 

«Yo vivo complacida que las personas se interesen en saber qué pasó acá»: Gudiela Palacio.

La violencia en Yolombó  

El Bloque Metro de las Autodefensas Unidas de Colombia llegó a sembrar el terror al Nordeste antioqueño a finales de los noventa y principios de los 2000. Aunque en este periodo ocurrieron asesinatos sistemáticos, fueron tres masacres las que marcaron a los yolombinos. La primera fue perpetrada por este grupo en diferentes lugares al mismo tiempo, el 18 de noviembre de 1998; en las veredas La Cruz, La Cordillera, La Abisinia, Cachumbal, La Verduguera, Bergoña, El Oso y Pantanillo; allí fueron asesinados 14 campesinos. La segunda, el 31 de agosto, 1 y 2 septiembre de 1998, por las mismas veredas; los paramilitares asesinaron a 21 campesinos, y la tercera dejó un saldo de 12 muertos en la zona el 3 de enero del 2001. 

Texto: VCC