La directora del Centro Nacional de Memoria Histórica habló con Hacemos Memoria acerca de las iniciativas territoriales que prometen cambiar la dinámica de trabajo de la institución; la polémica que la señala de privilegiar la memoria de su abuelo, Jorge Eliécer Gaitán; de los rezagos de la administración pasada y del futuro tanto del CNMH como del Museo Nacional de la Memoria.  

Por Valentina Chavarría Cifuentes

Foto tomada de Twitter del Centro Nacional de Memoria Histórica

María Gaitán Valencia se posesionó como directora del Centro Nacional de Memoria Histórica —CNMH— el 3 de noviembre del 2022, y desde entonces ha expresado dos intenciones: una, que las víctimas sean el foco de los procesos de memoria y, dos, que es necesario trabajar desde los territorios para que todas las voces sean escuchadas.  

En las últimas semanas, especialmente después del 9 de abril, Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas, que conmemora también el magnicidio de su abuelo materno, su gestión como directora del CNMH ha sido cuestionada desde adentro y desde afuera de la institución.  

Por un lado, el diario El Espectador en su sección Colombia+20 recogió algunas incomodidades y críticas de sectores académicos y sociales hacia la directora, relacionadas con su distancia frente a las recomendaciones del Informe Final de la Comisión de la Verdad; con su discrepancia con respecto al año 1958 como fecha de inicio del periodo conocido como “conflicto armado colombiano”, así recogido en diferentes investigaciones e informes de organismos como el mismo CNMH; y con su respaldo a la puesta en marcha del Exploratorio Nacional, una entidad ajena a la que ella dirige y cuyo objetivo planteado, pero no concretado, desde los años setenta es reconocer la importancia del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán en la historia de Colombia.  

Por otro lado, y luego de estos artículos publicados el 13 y 14 de mayo, la Asociación Sindical de Servidores Públicos por la Memoria, la Paz, los Derechos Humanos y la Reconciliación —Asmepaz— pidió en un comunicado, el 15 de mayo, que se la investigara por un posible conflicto de intereses, pues, según lo expresaron, estaban preocupados por “una excesiva concentración de recursos e investigaciones del CNMH en torno a Jorge Eliécer Gaitán”.  

La directora del CNMH habló con Hacemos Memoria el 16 de mayo, en una entrevista virtual que había sido concertada desde mediados de abril, luego de su participación en el evento “Gaitán hoy: Pensamiento y acción” organizado por la Universidad de Antioquia.  

Fue consultada en la entrevista acerca de las críticas que se le han hecho; respondió, de forma general, que lleva pocos meses al frente de la institución como para que desde ya se le pidan muchos resultados, y que sí puede haber un vínculo entre la figura de su abuelo y el inicio del conflicto armado. Más allá de este tema, Gaitán explicó cómo ha sido la gestión en su primer semestre al frente del CNMH, cuáles son los objetivos de la institución a mediano y largo plazo, y de qué manera buscan restablecer las relaciones con las organizaciones sociales y de víctimas, que se habían deteriorado durante la administración de Darío Acevedo (2019-2022).  

Así mismo, habló sobre el fututo del CNMH, cuya vigencia se extendió hasta 2030 —por mandato de la Ley 1448 de 2011—, y del Museo Nacional de la Memoria, del que manifestó que estaría listo para funcionar en el 2025, sin que se sepa si ambas entidades terminarán fusionadas como un complejo o sistema de memoria histórica, o si tendrán continuidades diferentes.  

¿Qué opina de las críticas que se le han hecho en las últimas semanas y que fueron recogidas por El Espectador?  

En cuanto a lo de la Comisión de la Verdad, mi posición desde el inicio ha sido quizás la misma posición que tuvo el padre Francisco de Roux en el momento de la entrega del Informe Final, que es entender que este no podía ser un informe cerrado ni conclusivo. 

Decir que el Centro Nacional de Memoria Histórica está priorizando o casi dedicándose exclusivamente al legado de Jorge Eliécer Gaitán es una enorme imprecisión. Si nosotros nos vamos a antes de 1958, las organizaciones y los documentos muestran que en efecto el gaitanismo tiene un lugar. Independientemente de que yo sea nieta de Gaitán, él es fundamental para entender la historia política colombiana y entender las causas y quiénes dieron vía libre al conflicto. Estamos haciendo una investigación del origen del conflicto, porque nos parece fundamental para tener claridades que nos ayuden a entender lo que estamos viviendo hoy.  

¿Cuáles son las investigaciones que se vienen realizando en esta administración? 

Todas las memorias vienen de lo largo y ancho del país, por eso el CNMH se está desplegando al territorio para que el territorio hable y el centro del país escuche. La idea con las investigaciones es tener mayor claridad frente a situaciones que no han sido tenidas en cuenta, como lo son la naturaleza y el territorio como víctimas del conflicto; esa, por ejemplo, es una de las investigaciones que nos parece fundamental, sobre todo para acompañar la necesidad del presidente Gustavo Petro de dar alternativas que detengan el cambio climático.   

Quisiera que las propuestas y las investigaciones vinieran del territorio, como ya vienen sucediendo, y no decididas por el CNMH. Creo que también hay una necesidad de crear un comité académico que nos acompañe en estas investigaciones. Algunas que se tiene pensado hacer son: una sobre el Estallido Social que, a pesar de que es un hecho reciente, ha sido fundamental para entender este rumbo político que tomó el país; y la otra es sobre la organización del Ejército de Liberación Nacional, con el propósito de contribuir al trabajo de negociaciones en las que está avanzando el Gobierno, para que haya una visión más objetiva y no tan parcializada. Creemos que estas investigaciones aportan a la paz total.   

¿Cuáles son las iniciativas que han llevado a cabo en los territorios? 

Solo llevamos seis meses en esta nueva administración. Hasta ahora estamos terminando de conformar la estrategia de territorialización. Esta va a ser compartida en los territorios para recibir observaciones, correcciones y propuestas que podemos incluir. Acabamos de terminar un recorrido por el Oriente antioqueño, escuchamos a los 23 municipios con diferentes organizaciones. El próximo destino será Norte de Santander y el epicentro será Cúcuta; la idea es empezar a movilizarnos, y cuando tengamos más claridad lo haremos saber. Queremos ir después a Caquetá y luego al Chocó. Ya estuvimos en Nariño y Pereira buscando la posibilidad también de conformar el nodo que va a apoyar y enlazar el equipo regional Antioquia. 

Hay una propuesta por parte del CNMH, pero debe ser avalada por el territorio, y dentro de este aval también estamos buscando mecanismos de sostenibilidad de los lugares de memoria, porque por ahora la memoria histórica no es “ni rica ni famosa”, por decirlo en términos coloquiales.   

La idea es además, de los pocos recursos que tenemos en el CNMH, buscar alianzas con las autoridades locales y con cooperación internacional. Por ejemplo, el equipo regional del Pacífico va a ser apoyado financieramente y con alianzas desde la Cooperación Española, y la cooperación alemana GIZ nos va a apoyar en iniciativas en el Meta, Caquetá y Norte de Santander.   

¿En qué quedaron las investigaciones en las que estaba trabajando la administración de Darío Acevedo? 

Lo que nosotros identificamos de la administración pasada es que tercerizaron las investigaciones, se las entregaron al Ministerio de Ciencia y Tecnología; esto enfatizaba en el producto y no en el proceso. Por ahora, estamos terminando de evaluar esos trabajos que fueron tercerizados y pidiendo que se terminen unos y revisando otros que no entendemos muy bien, para así poder entregarle a la ciudadanía el resultado de esas investigaciones. 

Por otro lado, en las iniciativas que le corresponde avanzar al CNMH, hay un rezago enorme de 52 iniciativas que nosotros tenemos y a lo que estamos respondiendo; por eso hemos propuesto solo 15 nuevas, para poder avanzar con el atraso. Queremos cumplir con las promesas que la administración anterior no cumplió.  

Por otro lado,  una situación que vivimos al llegar es que la fuerza pública en su totalidad estaba muy empoderada en el CNMH, y ha sido un diálogo muy interesante porque si bien comenzó muy tenso, en el sentido de nuestras profundas diferencias frente a cómo hay que acercarse a la memoria histórica desde las víctimas, y no desde las instituciones, entonces ahora vamos en un magnífico camino con las cuatro fuerzas públicas que se han comprometido a acompañarnos en las investigaciones, por ejemplo del origen del conflicto.  

¿Cómo son las relaciones con las organizaciones de víctimas ahora? 

De los grandes retos que tenemos ha sido recuperar la confianza de las organizaciones. No lo hemos logrado con todas porque tenemos diferentes con algunas. No todas las memorias han sido tenidas en cuenta a lo largo del compromiso del Estado con la memoria histórica. Lo cierto es que desde que iniciamos los recorridos a principios de este año, hemos recibido una gran acogida por parte de las organizaciones y resistencias, donde se sienten con mayor confianza para volver a retomar la relación con el CNMH.  

Cada vez hay más cercanía con las que están en territorio, muchas de ellas se han sentido invisibilizadas por el centro, por Bogotá. Cuando nosotros decimos que el territorio hable y el centro escuche, no nos referimos solamente al CNMH, sino a Bogotá, porque nosotros, por más que en papel y cartulina hemos hablamos de un país descentralizado, esto no es cierto. Seguimos siendo una república muy centralizada, y eso pasa también con la memoria histórica. 

En cuanto a las organizaciones, hay mucha mayor cercanía por ejemplo en Bogotá con Mafapo —las madres de Soacha—, con las víctimas del Palacio de Justicia, y también con algunas personas que prefieren trabajar de manera individual la construcción de la memoria histórica. Así mismo, estamos bastante cerca de los muchachos de la primera línea, que nos han buscado para apoyarlos. Y una serie de organizaciones que han emergido en los últimos años se están acercando cada vez más al CNMH.  

¿Cómo ve el futuro del Centro Nacional de Memoria Histórica con la construcción del Museo Nacional de Memoria?  

El Museo Nacional de la Memoria es fundamental, porque hace parte de la necesidad de tener una vitrina de lo que viene sucediendo en el territorio, y tiene que ir acompañando desde todas las direcciones, incluyendo la nueva dirección de Territorialización, que estamos proponiendo en la reestructuración del CNMH. 

La ley de memoria y verdad que propone el senador Iván Cepeda busca darle independencia a la memoria histórica, entregarle el Museo al Ministerio de Cultura y que permanezca de manera permanente el CNMH. No creemos que sea más independiente un museo si va a ser manejado por ministros que son directamente elegidos por un gobierno de turno; eso no le da independencia a la memoria.   

Sin embargo, entendemos que sí se le da independencia a la memoria, en la medida en que el Consejo Directivo del CNMH se democratice, debido a que de las siete voces que hay, seis son del Gobierno: el Ministerio del Interior, el Ministerio de Educación, el Ministerio de Cultura, el Ministerio de Justicia, el Departamento Administrativo para la Prosperidad Social, la Unidad Administrativa Especial para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas, y hay una sola voz de víctimas que hace parte de la Mesa de Víctimas, pero muchas víctimas no se sienten representadas por la Mesa, entonces falta más representación y mucha más voz activa.  

El Museo Nacional de Memoria ha tenido muchos problemas en su construcción. ¿Cómo va ese proceso? 

La obra ha tenido una serie de fases y obstáculos que hacen que el Museo esté aún en construcción. Sin embargo, nosotros estamos absolutamente avanzados en la construcción del plan museológico y en la estructura del equipo. Es muy probable que para el 2024 se haya terminado la obra física, pero hay que adecuar el plan museológico internamente y para eso necesitamos un tiempo. Creemos que para el 2025 estaría listo completamente para abrir las puertas al público.   

Hace poco nombró a Edwin Arias Valencia —quien estuvo cuatro meses al frente del Museo Casa de la Memoria de Medellín— como director del Museo Nacional de la Memoria. ¿Por qué él? 

Yo no creo que uno deba tener demasiada experiencia en el manejo de un museo de memoria para poder ser la persona idónea que lidere este proceso. Hice una larga búsqueda para darle la dirección al Museo. En las administraciones anteriores hubo muchos cambios de personas que dirigieran el Museo y eso parece que fue muy traumático, no solo con las dificultades en la obra como tal, sino también con el contenido del Museo, entonces antes de poder encontrar a la persona que consideré idónea para liderar el rumbo de la dirección del Museo, construimos una asesoría colegiada.   

Encontramos las características de Edwin y nos parecieron fundamentales: es alguien del territorio y es víctima del conflicto. La cercanía de alguien víctima del conflicto para manejar un museo para las víctimas es muy distinta a la de una persona que tenga todos los conocimientos técnicos, pero que no tenga la emoción en su cuerpo de lo que es ser víctima y ser tenido en cuenta en un museo. Además, Arias es politólogo de formación y tiene una especialización en alta gerencia; eso también nos parecía fundamental, porque además de poder sacar adelante exposiciones de distintos hechos, también el Museo debe ser sostenible 

El Centro Nacional de Memoria Histórica ha estado muy vinculado con la academia, pero en los últimos años hubo fricciones. ¿Qué han hecho para retomar este lazo? 

Son alianzas que estamos buscando. Estamos trabajando en esas relaciones con la Universidad de Antioquia, la Universidad Tecnológica de Pereira y esperamos que sean más. Es fundamental este apoyo, porque además tienen una construcción de memoria histórica desde tiempo atrás, y han dedicado gran parte de sus esfuerzos a trabajos en pedagogía y a los componentes psicosociales que deben acompañar la reconstrucción de memoria histórica y el esclarecimiento de la verdad.   

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En la entrevista virtual, Hacemos Memoria preguntó además por el posible apoyo del CNMH a los espacios de memoria creados por comunidades, organizaciones de víctimas y gobiernos locales, y la directora Gaitán expresó que en la intención de descentralización de la institución, estos tendrían una relación directa con las coordinaciones regionales de territorialización. Para la región Noroccidente – Antioquia y Eje Cafetero, el líder designado del equipo es Óscar Manuel Cárdenas Avendaño, sociólogo y magíster en Ciencia de la Información, con énfasis en Memoria y Sociedad, quien además de haber participado en distintos procesos comunitarios de memoria en Medellín y Dabeiba, trabajó durante los últimos dos años en la Secretaría de la Juventud de la Alcaldía de Medellín.