En este proceso, los firmantes de paz se enfrentan a la falta de presupuesto, la continuidad del conflicto, la estigmatización y la inexistencia de bases de datos que permitan establecer cuántas son y quiénes son las personas desaparecidas en hostilidades.

 

Por Karen Sánchez

Foto: Julián Roldán

Desde 2017, antes de que entrara en funcionamiento la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) creada a partir del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y las Farc, un grupo de excombatientes de esa guerrilla integró la Corporación Reencuentros, conocida entonces como la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas de las Farc-Ep. A la fecha, esta organización ha logrado documentar más de 700 casos de personas dadas por desaparecidas, 120 de ellas registradas en Antioquia.

Además de los firmantes de paz, esta corporación está conformada por familiares de excombatientes y personas de las comunidades que están alrededor de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación  (ETCR) o Nuevas Áreas de Reincorporación.

Para conocer mejor cuál es el papel que desempeña esta organización de la que hoy hacen parte 101 personas y cuáles son algunas de las dificultades en la búsqueda de combatientes desaparecidos, hablamos con John León, quien lidera este tema a nivel nacional en la Corporación Reencuentros.

 

¿Por qué es importante la Corporación Reencuentros en la búsqueda de personas dadas por desaparecidas? 

Porque aquí hay un actor novedoso en la búsqueda: los firmantes del Acuerdo de Paz, que fueron un actor protagónico en el conflicto. Eso indudablemente va a marcar un plus en este nuevo escenario extrajudicial. Tener un actor del conflicto que suscribe un acuerdo de paz y que se está organizando para la búsqueda, representa una fuente de información muy importante y justamente es el principal aporte que hace esta corporación, porque no es lo mismo la forma como la institucionalidad se dirige a los excombatientes, a la manera en que lo puede hacer un excombatiente con otro compañero suyo. Esto es un plus en términos de generar confianza para contribuir con información que pueda ser útil para la búsqueda, pero de fondo quienes tienen la responsabilidad de buscar son las instituciones del Estado en cabeza de la UBPD.

¿Cuál es el papel que desempeña esta corporación en la búsqueda? 

Nosotros jugamos un papel de intermediarios y facilitadores en el sentido de que la gente nuestra conoce muy bien el área, en algunos casos conoce específicamente los sitios.

Las personas pueden acudir directamente a la UBPD solo que existe un factor de confianza. Una de las labores que nosotros cumplimos es hacer contacto con familias, pero lamentablemente aquí hay unos  desaparecidos que no sabemos si los están buscando o no. Hay otros de los que sabemos, conocemos a quienes los están buscando y son familias de exguerrilleros o personas cercanas a ellos. Entonces, acompañamos todo el proceso con las familias, pero  las labores que son técnicas, es decir, la prospección, la recuperación, la identificación y la entrega de los restos, las tiene que liderar la institucionalidad. No cualquiera puede ir a meterse a la propiedad de otra persona e iniciar un proceso de búsqueda. 

¿A quiénes buscan los integrantes de la Corporación Reencuentros?

Estamos buscando a las personas desaparecidas en medio del conflicto armado y eso implica miembros de las distintas insurgencias, de grupos paramilitares, de la fuerza pública y civiles.

¿Cuántas personas se dedican a la búsqueda de personas dadas por desaparecidas desde la Corporación Reencuentros? 

Aproximadamente 101 personas en el país, la mayoría excombatientes. En Antioquia son seis los compañeros que están a la cabeza de los temas de búsqueda, más los que habitan los procesos de los ETCR que todavía existen y otros fuera de estos,  dieciséis  en total. 

Hay que decir que no es el mismo equipo del 2017 por varias razones, una de ellas tiene que ver con la búsqueda de solvencia económica de varios de los que inicialmente estuvieron. Este es un trabajo que no es pago, nadie recibe un presupuesto y esa es, entre otras cosas, una de las dificultades. Los excombatientes ponen parte de su tiempo en esto, no reciben a cambio una profesionalización, entonces esto ha hecho que hayan tenido que dedicarse a sus temas particulares. 

¿Cuántos casos de personas dadas por desaparecidas le han entregado a la UBPD?

Nosotros nos encontramos cada tres meses con la UBPD y hacemos remisiones de informaciónA la fecha van casi 700 casos entregados a esta entidad a nivel nacional. De Antioquia se han entregado más de 120 casos que fueron registrados en esta región, no necesariamente que coincidan con hechos que se dieron en este departamento. La mayoría de esos casos coinciden con excombatientes de las Farc, entre otras cosas, por la práctica de confianza que mencioné antes. En ese sentido, reconocemos que para muchas víctimas todavía es muy difícil acercarse a nosotros a preguntar o documentar un caso.

¿Cuántos de estos casos han sido resueltos?

Tenemos cifras muy tristes, en particular en Antioquia, la región con la que empezamos este trabajo de búsqueda porque fue la que contribuyó con más casos. Lamentablemente no se han completado las fases, pese a que la información ha sido muy completa, es decir, se tienen coordenadas muy específicas y contactos directos con los familiares que están buscando. Se reúne todo lo que quisiera alguien que busca una persona desaparecida, pero lamentablemente, en varios de los casos en esta región, hoy difícilmente se pueden adelantar prospecciones en terreno por la situación de orden público. Ni la UBPD ni el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) pueden hacer presencia en ciertos territorios y regiones del país, porque no hay condiciones en terreno para la búsqueda. Eso ha hecho que muchos de los casos que entregamos de primeros hoy estén quietos.

A nivel nacional van más de 20 restos que se han hecho a familiares. Varias con intervención de algunos cementerios o que ya venían en proceso con el CICR y que, en el empalme, le tocó la última fase a la UBPD. También hay casos de cuerpos recuperados que están en etapa de identificación.

Hay un asunto y es que si se recuperan 50 cuerpos no necesariamente son 50 entregas que se van a hacer, porque hay casos en los que no sabemos quiénes los están buscando.

Usted plantea que no todas las personas desaparecidas en el conflicto armado caben en la categoría de desaparición forzada, ¿por qué afirma esto? 

Porque en Colombia,  no solamente los desaparecidos en el conflicto son personas que desaparecieron forzosamente, también hay excombatientes de las Farc que decidieron voluntariamente ingresar a la organización y en medio de sus actividades revolucionarias murieron,  sus familiares no lo saben y hoy los están buscando, pero difícilmente uno puede decir que se trata de una desaparición forzada como categoría jurídica y penal. Ver: La difícil búsqueda de las personas desaparecidas en hostilidades

En 2021 la Fiscalía exhumó 11 cuerpos de combatientes de las Farc que estuvieron enterrados en la vereda La Inmaculada de Alejandría, Antioquia, durante 20 años. Aunque la UBPD iba a intervenir en este caso, la Fiscalía se adelantó sin coordinar con esa institución. ¿Cuál es su lectura al respecto? 

Eso nos enreda a nosotros, a los comparecientes de las Farc y a la institucionalidad también. Me imagino que debe haber algunos debates, ojalá en pro de la coordinación entre la Fiscalía y la UBPD. Nosotros tenemos un escenario específicamente extrajudicial y la coordinación es con la UBPD. Ver: Liberto. Un nombre desaparecido en combate

Nosotros sabemos que la Fiscalía, de una u otra manera, se ha empeñado en sabotear el Acuerdo. No solo pasó en esto, sino también en Dabeiba y está lo que pretendieron hacer en el cementerio del Caquetá, es decir, adelantarse con el propósito de emitir responsabilidad judicial contra las Farc, ese es claramente el propósito de las acciones de la Fiscalía.

¿Hay diferencias en cuanto a la búsqueda de personas desaparecidas que eran combatientes y las que no lo eran? 

Claramente hay una distinción porque hay un estigma y de una u otra manera una discriminación tácita o implícita. ¿Quién está preguntando hoy por los excombatientes desaparecidos? Nadie, y si no son los excombatientes los que preguntan, nadie lo va a hacer, es decir, si no son los excombatientes que están sacando adelante este procedimiento de pelear la memoria de sus compañeros, yo no veo que nadie lo esté haciendo.

De hecho, sigue siendo un estigma para muchas de sus familiares. El temor hoy día para buscar desaparecidos es igual que hace más de cinco años, es decir, parece que no hubiese habido un Acuerdo de paz en términos del tratamiento a las personas desaparecidas y a los civiles. En el caso de los excombatientes particularmente hay un estigma institucional que hace que la ruta no sea igual, incluso para nosotros que estamos buscando, no trabajamos en igualdad de condiciones.

Afortunadamente y eso hay que decirlo, las organizaciones que históricamente han hecho aquí búsqueda de personas desaparecidas como Asociación de Familiares de Personas Detenidas y Desaparecidas (Asfaddes), la Comisión Colombiana de Juristas, las mesas regionales y demás, le han abierto las puertas a las Farc. Realmente la solidaridad a veces viene de las víctimas que también saben qué significa buscar, pero las instituciones aún tienen mucho por garantizar en el ejercicio de la búsqueda y de la participación de los excombatientes. 

¿Por qué cree que es importante buscar a los combatientes desaparecidos?

Yo creo que es una obligación ética, que es lo mínimo que puede hacerse, hoy que hay posibilidades, en términos de un ejercicio de memoria y de dignificar su figura. Creo que es un compromiso moral tras finalizar un conflicto, mínimamente dar cuenta de quiénes hicieron parte de este y que su familia pueda tener alguna certeza de ellos. 

Si tenemos el nombre completo de una persona que perteneció a las Farc y hoy se encuentra desaparecida, ¿de qué manera esta información puede ser útil en la búsqueda? 

Ahí podríamos tener una dificultad en términos de saber quién era, porque nosotros hoy podemos hacer un inventario de pseudónimos y de apodos, de cómo les decían a las personas dentro del grupo insurgente, pero no necesariamente podremos entregar al detalle nombres en particular y no necesariamente los familiares van a saber cuál era el pseudónimo de su familiar al interior de las filas. Lamentablemente no existe una base de datos y, aunque sí se conservan algunas hojas de vida al interior de las Farc, eso no funcionó en todos los frentes, además en operaciones del ejército se perdió parte de ese archivo.

¿Durante la guerra los combatientes tenían algún protocolo para registrar las bajas y sitios de entierro de sus compañeros? 

 Se trataban de dar partes, es decir, siempre después de un operativo salía un parte de tantas bajas, tantos fusiles recuperados, tantos perdidos, tantos heridos, pero nunca existió una base de datos en la cual uno reportara todo al detalle y demás. Algunas estructuras después de un tiempo lo que decidieron fue no tener información de ese tipo porque si eventualmente las autoridades obtenían esa información, eso iba a repercutir en capturas a otras personas o en meter en problemas a familiares y demás. 

Nosotros nunca pensamos que íbamos a estar buscando desaparecidos, es decir, estábamos en la guerra. Nunca pensamos: vamos a almacenar esa coordenada aquí porque algún día vamos a tener una organización para buscar desaparecidos; eso no estaba en la cabeza de nadie.

Si este ejercicio lo hubiéramos empezado a hacer nosotros unos dos años antes de la firma del Acuerdo de Paz tendríamos mucha información, entre otras cosas porque todavía existía una estructura de subordinación y mando. Hoy la gente está dispersa, hoy día por ejemplo hay 300 fuentes menos porque hay 300 ex combatientes que han sido asesinados y  que estoy seguro que pudiesen tener alguna información sobre los desaparecidos.