La Unidad de Búsqueda abordó cinco puntos de interés forense en un resguardo indígena de Caldas, en una zona que fue protegida con medidas cautelares por petición del Movice, junto con otras organizaciones como el Cridec, la Universidad de Caldas y Equitas.

Por: Unidad de Búsqueda
Fotos: cortesía Unidad de Búsqueda

Una humareda fue despedida por la boca ante la mirada expectante de los visitantes. El médico tradicional, una de las autoridades espirituales del resguardo indígena, armonizó con tabaco, hierbas y bebidas ancestrales el territorio sagrado de la comunidad embera chamí, en Caldas, que sería intervenido por primera vez para la búsqueda de las personas desaparecidas durante el conflicto armado.

Primero encendió velas y una fogata. En medio de la luz trémula, junto a otros dos médicos tradicionales, agradeció a la madre tierra por permitirles estar presentes y, con un baño especial para las profundidades del alma, limpiaron las energías de los integrantes de la comunidad, el equipo de trabajo de la Unidad de Búsqueda y organizaciones que forman parte del trabajo para desentrañar la verdad de su territorio sagrado, que el Movimiento Nacional de Víctimas de Crímenes de Estado (Movice), pidió fuera protegido con medidas cautelares que tramita la Jurisdicción Especial para la Paz, (JEP).

“No nos dejes caer en planos de oscuridad y siempre condúcenos a planos de luz”, clamó al territorio sagrado uno de los médicos tradicionales. Esa luz es determinante, porque en caso de ser encontrada una persona desaparecida, los guías espirituales le muestran el camino y la ayudan a trascender.

Foto: cortesía Unidad de Búsqueda

La Madre Tierra, han insistido, también sufrió las consecuencias del conflicto armado, que los afectó en su identidad y cosmovisiones. Para ellos el territorio debe ser reparado y concebido como un sujeto de derechos. En ese conflicto fueron desaparecidas autoridades ancestrales, líderes y lideresas, mujeres y hombres de todas las edades. La comunidad no solo fue privada de su presencia física, también vio interrumpidos procesos culturales y cercenadas fuentes de inefable sabiduría.

“Cuando una persona es asesinada o desaparecida se rompe el cordón umbilical entre el cuerpo y el espíritu, se rompe el ciclo y el propósito de esa vida”, explicó un integrante de la comunidad.

Aunque es incierta la dimensión de este crimen en Caldas, el Observatorio de Memoria del Centro Nacional de Memoria Histórica indica que en el departamento fueron desaparecidas forzadamente al menos 1.730 personas en circunstancias relacionadas con el conflicto armado, de las cuales unas 28 ocurrieron en resguardos indígenas. Pero esta cifra puede ser mucho más alta si se tiene en cuenta que no todas las desapariciones fueron puestas en conocimiento de las autoridades y que durante el conflicto armado hubo, además, desapariciones asociadas a reclutamientos, secuestros y combates entre grupos armados.

A la mañana siguiente del ritual de armonización, bajo la guía de la guardia indígena, médicos tradicionales, cabildantes y comuneros; el equipo de la Unidad de Búsqueda ascendió por la Cordillera Occidental y se ubicó bajo las nubes que brotaban del horizonte como el humo del tabaco. En medio de cafetales, guaduales y justo al lado de un lánguido árbol de aguacate se incorporó en silencio sobre uno de los lugares en donde se presumía podría encontrarse un cuerpo.

Foto: cortesía Unidad de Búsqueda

El silencio fue interrumpido con el rumor de la música popular que emitía el teléfono celular de uno de los miembros de la guardia indígena. Una vez recibieron la señal para iniciar la intervención, la comunidad y el equipo forense emprendieron hombro a hombro una excavación en busca de respuestas.

Transcurridas dos horas no hubo rastro de estructuras óseas humanas. La tierra no mostraba signos de que ese punto hubiese sido el lugar de entierro de una persona. La Unidad de Búsqueda quiso tener la opinión de uno de los médicos tradicionales, como parte del proceso humanitario que reconoce su cosmovisión, para saber si, desde su sabiduría ancestral, debía seguir la intervención de ese punto y si la energía de la naturaleza decía algo sobre la posible ubicación de cuerpos de personas desaparecidas. Los médicos ya se habían ido; estaban en otro lugar de interés forense.

Después de dar cuenta a la comunidad y a las organizaciones sociales, el Movice, el Equipo Colombiano Interdisciplinario de Trabajo Forense y Asistencia Psicosocial, Equitas de los pormenores de la intervención, el equipo forense descartó el lugar que se había señalado y emprendió una nueva travesía por una montaña aledaña.

Durante el trayecto relataron que el día anterior, justo antes de la armonización, estuvieron en un lugar considerado por las comunidades indígenas como un santuario, porque se presume que allí permanecen inhumados vestigios ancestrales. “Había una fuerte circulación de energía”, contó uno de los miembros del resguardo. Incluso, no se explicaron por qué las baterías de celulares y cámaras se descargaron de manera súbita o por qué un encendedor estalló en las manos de un integrante de la comisión sin razón aparente. En ese terreno la Unidad de Búsqueda no encontró cuerpos o elementos que pudieran corresponder a personas desaparecidas del conflicto armado.

Foto: cortesía Unidad de Búsqueda

Ya en el último punto de interés forense, la comisión llegó hasta una zona boscosa. Después de ubicar el lugar emprendió la excavación. La aparición de botas y retazos de ropa generó, en principio, la esperanza de que allí pudiera reposar un cuerpo. Pero al seguir interviniendo el terreno palmo a palmo y tras profundizar la excavación, el equipo forense advirtió que sólo había residuos y desperdicios. Cuando ya había transcurrido más de medio día de trabajo, uno de los médicos tradicionales se aproximó al equipo forense y dijo: “Pueden cerrar, aquí no hay ninguna energía manifestándose. En este punto no hay nada”.

Luego de una semana de recorrer la cordillera, el equipo regresó al resguardo en donde, luego de compartir las experiencias, los aprendizajes, las conclusiones y las expectativas, fue despedido por la comunidad indígena. Las organizaciones sociales saludaron el hecho de que se hubiese hecho un trabajo conjunto: “Este puede ser el primer escalón para seguir ascendiendo en el proceso de medidas cautelares en el territorio indígena. Se espera llevar a futuro a una concreción y darle una armonización y un descanso espiritual a quienes se encuentran allí”, aseguró Leo Ricardo García, del Movice.

Al final de esta acción humanitaria, que hace parte de la búsqueda de personas desaparecidas en Caldas, uno de los médicos tradicionales concluyó desde lo más alto y remoto del territorio sagrado: “La madre tierra avisa y hay que estar pendientes de sus señales”.

Foto: cortesía Unidad de Búsqueda