De acuerdo con el cofundador del Movimiento Social Discapacidad Colombia, la negligencia del gobierno del presidente, Iván Duque, con la implementación del Acuerdo de Paz genera barreras para que las personas con discapacidad participen en la construcción de la paz.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Fotografía: Proyecto Arte para Reconstruir de la Fundación Prolongar con el apoyo de USAID. Fotógrafos Santiago Vallejo/Federico Mejía

“En la tradición violenta de nuestro país, producir discapacidad se convirtió en un suceso normal, en el que las personas afectadas, escasamente, tienen la oportunidad de rehabilitarse y reanudar su vida”. Así lo planteó Germán Vladimir Zabala Archila, cofundador del Movimiento Social de Discapacidad Colombia (Mosodic), para quien las personas con discapacidad son sujetos de derechos que han sufrido el conflicto armado y, por ende, deben tener igualdad de oportunidades para aportar a la construcción de paz.

Zabala Archila tiene discapacidad psicosocial, es historiador, ha sido docente en universidades nacionales e internacionales y ha dedicado su vida a promover la educación popular. En 2010, por amenazas contra su vida, tuvo que huir de Colombia para exiliarse durante un año en Buenos Aires, Argentina. Con él hablamos acerca de la discapacidad en el conflicto armado colombiano y la paz.

 

¿De qué modo las personas con discapacidad pueden aportar a la construcción de paz?

Fue en una asamblea que Mosodic decidió adoptar la consigna de la paz, la política de paz para ayudar a construirla, para decir ‘todo sobre nosotros, con los otros’; propuesta que ha sido casi imposible una vez Juan Manuel Santos dejó la presidencia tras la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno y las Farc.

Luego de la firma pudieron ocurrir dos escenarios. Por una parte, se hubiera fortalecido la democracia y los movimientos sociales, incluyendo los relacionados con la discapacidad, habrían podido aportar en la construcción de la paz desde muchos lados. Fortalecer la paz implica que se cumplan los derechos humanos, y ello incluye que haya un mejor vivir para todos, una mejor economía, un mejor sistema educativo y un acceso inclusivo de la cultura, etcétera.

Por otra parte, está la pacificación de la democracia, que simplemente es que el gobierno y el orden establecido no tenga contradictores, sin que importen las personas que hayan quedado afectadas por el conflicto armado, entre ellas, las personas con discapacidad que vivieron la guerra o aquellas que terminaron con una discapacidad por efectos de la misma. En este escenario, no importan las personas que hayan quedado afectadas físicamente en las protestas sociales reprimidas por el gobierno. Así que la aportación que hoy puede hacer la comunidad con discapacidad a la paz es poca, ya que no se dan las condiciones para que todos seamos escuchados.

Hoy existimos organizaciones que luchamos por defender lo acordado en La Habana, pero el gobierno de Iván Duque nos lo impide. Además, las condiciones geopolíticas de nuestra región, por estar en el área de influencia de los Estados Unidos, hacen que la lucha y la posibilidad de aportar a la paz desde la discapacidad sea difícil, debido al enorme prejuicio que existe sobre el Acuerdo de Paz a causa de la desinformación que circula.

¿Por qué la discapacidad psicosocial por efecto del conflicto es tan importante, pero a veces tan invisible?

La discapacidad psicosocial, el perder una capacidad síquica para la interacción social por efecto del conflicto, es muy importante y tiene características que incluso la han hecho pasar casi desapercibida por la misma idiosincrasia social.

Los conflictos violentos, con el uso de armas y minas, de bombas y pipetas, producen más que muertos, más que discapacitados, más que victimización. Las personas que han experimentado la guerra, ya sea porque la vivieron de forma directa o indirecta, sufren de miedo, angustia, de dificultad para socializar y, en ocasiones, desarrollan personalidades retraídas y enfermedades mentales.

Este último padecimiento, dentro del modelo clínico de la propuesta neoliberal, es excluido, e incluso lo es en los modelos de rehabilitación y de salud mental. Es como si no fuera considerado una discapacidad. Por eso tratar este tipo de afectaciones es muy importante ya que es la mayor causa de traumatismo en la población colombiana, aunque se vuelve invisible porque muchos no quieren reconocer su situación de discapacidad debido a que les da vergüenza o creen que socialmente no vale la pena.

¿Las partes que actúan dentro del conflicto armado se han aprovechado de las personas con discapacidad o de aquellas que sufrieron una mina antipersonal?

El problema es que las minas antipersona y sus resultados se consideran la única causa de discapacidad que produce el conflicto armado, y ahí está el error. Las minas producen traumas que a su vez provocan discapacidades físicas y psíquicas, en campesinos, campesinas, así como en los mismos miembros de las fuerzas del Estado y en integrantes de las estructuras ilegales. La guerra nos afecta a todos.

El uso de este modelo de guerra, en realidad, busca ocultar otras víctimas del conflicto armado. En ese sentido, el conflicto tiene otras dimensiones. Por eso denunciamos que hayan aparecido como falsos positivos varias personas con discapacidad, quizá raptadas por agentes del Estado aprovechando su vulnerabilidad, como sucedió con un joven de Soacha que fue presentado como subversivo en Ocaña. Esta es una estrategia de guerra que ha permanecido poco visible para la sociedad.

En la tradición violenta de nuestro país, producir discapacidad se convirtió en un suceso normal, en el que las personas afectadas, escasamente, tienen la oportunidad de rehabilitarse y reanudar su vida.

Otra consecuencia de la guerra es la siguiente. La persona que nace con discapacidad y por un hecho del conflicto se le aumenta, queda revictimizada. Y algo peor aún sucede cuando, fuera de ello, se convierte en víctima de desplazamiento.

¿La atención del gobierno a las personas con discapacidad si es efectiva?

Las entidades encargadas de atender a las personas con discapacidad en Colombia siguen un modelo que no es adecuado, ya que termina en una especie de caridad, de miserableza. Proponemos un modelo de interacción, de respeto, de construcción con muchas variables, porque la persona con discapacidad es sujeto de derecho como cualquier otro ciudadano. Ahora, los movimientos como el nuestro luchan para que se ponga en práctica la propuesta, pero la realidad es muy distinta, porque quienes ejercen en esas entidades, ejercen desde su realidad personal, producto de una cultura excluyente, dominadora, clasista, que no dignifica la vida humana, sino que por el contrario la combate.