En el proceso de reconocimiento de responsabilidades por parte de las FARC en la zona de páramo en el Oriente antioqueño, la Comisión de la Verdad implementó este instrumento en el que las víctimas del conflicto armado plasmaron preguntas para los excombatientes.

 

Por Paulina Mesa Loaiza

Fotos: cortesía Comisión de la Verdad

El 28 de noviembre del 2020, en un evento realizado por la Comisión de la Verdad en el municipio de Sonsón, los excombatientes de las FARC reconocieron su responsabilidad sobre cuatro hechos victimizantes en cuatro poblaciones del oriente antioqueño que conforman la zona de páramo: Argelia por desaparición forzada, Nariño por la toma de 1999, Sonsón por secuestro y Abejorral por desplazamiento forzado. Como parte de este ejercicio, que incluyó un proceso previo de diálogos, identificación, encuentro y responsabilización, las víctimas crearon los Cuadernos de la Verdad.

La zona de páramo del Oriente antioqueño fue uno de los territorios más golpeados por el conflicto armado. En esta subregión hicieron presencia diferentes grupos armados como las Farc, el ELN y los paramilitares, lo que desató una ola de violencia a finales de los años noventa e inicios de los 2000.

Una de las personas que participó en esa confrontación fue Jesús Mario Rojas, más conocido como ‘Marcos Urbano’, excombatiente de las Farc que coordinó tres frentes guerrilleros con presencia en esta zona: el frente 9, el frente 47 y el frente urbano Jacobo Arenas. Él, quien actualmente es firmante de paz, asistió al Encuentro por la Verdad que se realizó en Sonsón y participó en el proceso de los Cuadernos de la Verdad como una forma de pedirles perdón a las víctimas y ofrecerles información clave sobre hechos del conflicto armado.

Tras participar en el proceso, ‘Marcos Urbano’ reconoció que el perdón implica enfrentarse al dolor de una víctima, pero es una vía necesaria para llegar a la verdad y a la reconciliación. “El perdón verbal es un formalismo, el perdón real es una construcción, por eso nosotros reconocemos los hechos, los errores que cometimos, los aceptamos y tratamos de dar verdad sin tapujos porque eso es lo que queremos, que se sepa la verdad”, apuntó.

 

Encontrarse en la palabra

Bernardo Antonio Marulanda es psicólogo y desde el 2002 trabaja con víctimas del Oriente antioqueño, hizo parte de la organización de víctimas de Sonsón y trabajó con el municipio en este Encuentro por la Verdad. Para él la experiencia de un encuentro físico con el victimario es muy difícil por la falta de escenarios que generen una conversación cara a cara, pero reconoce que estrategia de la Comisión abrió nuevos escenarios, porque los cuadernos cumplieron un papel mediador entre las víctimas y los responsables.

Los Cuadernos de la Verdad “permitieron una posibilidad real de encuentro, de mirarse a los ojos, de encontrarse en la palabra, de dar claridades a situaciones que se presentaron y de generar un proceso de largo plazo para que se puedan encontrar no solo verdades de carácter histórico del conflicto sino también qué pasó con las familias que fueron afectadas por estos actores”, explicó Bernardo.

El objetivo de la Comisión de la Verdad con los Cuadernos de la Verdad fue aumentar la participación de las víctimas y recoger sus testimonios y preguntas de manera anónima.

Por su parte, Blanca Nelly González, Promotora de Vida y Salud Mental (Provisame) del municipio de Abejorral, recordó que este proceso comenzó con el objetivo de generar espacios de diálogo desde el encuentro y no desde el discurso, por lo que organizaciones y entidades de Sonsón conformaron grupos de trabajo con las Provisame para desarrollar los Cuadernos de la Verdad. “Las Provisame empezamos a buscar víctimas del conflicto armado y fue muy enriquecedor escucharlas, alivianar el dolor. Nos reuníamos con las personas y recordábamos esos eventos que habían sufrido y tuvimos la oportunidad de pasar el cuaderno familia por familia para que plasmaran, por medio de dibujos o escritos, las dudas y los recuerdos que tenían de esos momentos difíciles”, relató.

Así, poco a poco, los cuadernos de cada municipio se llenaron de preguntas, testimonios, memorias, reflexiones sobre la violencia y la paz, dibujos, descripciones de momentos dolorosos y generalidades que a veces dificultaban la comprensión del hecho victimizante.

De hecho, Beatriz Montoya, integrante de la Asociación de Mujeres del Oriente Antioqueño (AMOR), indicó que una de las dificultades del proceso fue el reconocimiento de hechos muy puntuales y específicos a los que apuntaron algunos testimonios de las víctimas en los cuadernos, porque para los firmantes de paz fue complejo dar una dosis de verdad clara, entre otras cosas, porque muchos miembros que tuvieron actuación en la región del Oriente ya han fallecido.

En ese sentido, para Juan Bernardo Marulanda, personero de Argelia, este ejercicio “fue un acercamiento muy interesante al poder conversar con los ex combatientes, pero queda un gran sin sabor en la medida de que hay unos limitantes dentro del territorio y dentro de la memoria”.

 

La verdad para sanar

Luego del encuentro en Sonsón, donde las víctimas le entregaron sus cuadernos a los excombatientes de las Farc, el proceso tuvo un segundo encuentro, esta vez en el municipio de Nariño el 30 de septiembre de 2021; allí los firmantes de la paz respondieron las preguntas que las víctimas les dejaron en sus escritos. En cuatro mesas de trabajo, víctimas y victimarios generaron conversaciones alrededor de los cuadernos.

Si bien al principio de este proceso las víctimas no mostraron confianza en los impactos que pudiera tener esta herramienta, con el paso del tiempo vieron que los resultados permitieron esclarecer algunos hechos e incluso ayudaron a sanar algunas heridas. Fue el caso de una madre que mencionó el alias de su hijo, quien era integrante de las filas de las FARC. A esta madre, los firmantes le dijeron dónde podía estar su hijo enterrado, por lo que ella les dijo dónde estaban los cuerpos de algunos excombatientes que fueron enterrados en sus tierras. De esa forma una verdad propició otras verdades, relató Juan Bernardo Marulanda.

Con este tipo de situaciones, agregó Juan Bernardo, “logré ver que hay un paso a la reconciliación, más que un proceso de verdad. Los firmantes reconocieron los hechos y lograron hablar; además, les dieron la posibilidad a las víctimas de estar una posición más horizontal, de conversar y eso permitió decirse cosas que llevaron a la reconciliación. El hecho de que el victimario reconozca y mencione lo que presenció, genera un alivio a la víctima. Así surgieron verdades que nunca se habían dicho”.

Entre tanto, después de conocer este tipo de experiencias, Blanca González cree que por medio de la verdad que puedan entregar los firmantes, se van a curar muchas heridas en los territorios. Mientras ‘Marcos Urbano’ espera que otros actores también den un paso hacia la verdad y busca que las personas que durante la guerra lo vieron en armas, ahora lo vean trabajando por la paz.