La paz está en cuarentena, está confinada y aislada de las prioridades del gobierno ante la crisis económica y de salud que comienza a mostrar sus primeros efectos. El cumplimiento total del Acuerdo Final sigue en un segundo plano.

Por: Juan Pablo Acosta Navas*

John Paul Lederach, menciona una realidad que al parecer no hemos querido asimilar en Colombia: “los acuerdos [de paz] han estado dirigidos a poner fin a las matanzas [pero] en realidad, los acuerdos significan que acaba de comenzar toda una nueva serie de negociaciones, a menudo más arduas y difíciles” (Lederach, 2008, p. 86).

La cuarentena en el país que comenzó el 24 de marzo, deja un balance ambiguo, por un lado, las expresiones de solidaridad de una porción de la sociedad suplen la ausencia —o la presencia diferenciada— del Estado en muchos territorios de Colombia; por otro lado, el aislamiento ha exhibido con mayor protagonismo que antes, las profundas desigualdades de esta sociedad, y a su vez ha mostrado una faceta vergonzosa de xenofobia, discriminación, hostigamiento e incluso violencia contra varios grupos poblacionales (La Opinión, 2020).

Hoy la paz también está en cuarentena. Mientras aquellos exguerrilleros firmantes del Acuerdo, al igual que lideresas y líderes sociales permanecen confinados en los ETCR o en sus hogares —muchos de ellos con profundas necesidades para pasar la crisis sanitaria con dignidad— la guerra parece no dar cuartel. El anhelo de paz derivado del Acuerdo Final de 2016 sigue allí con todos sus avatares, pero esa denominada paz completa todavía se encuentra lejos, pues retomando a Lederach, es difícil que un acuerdo de paz ponga fin a un conflicto armado, ya que la mayoría de los acuerdos de paz no son soluciones, sino propuestas (Lederach, 2008, p. 85)

El 28 de abril, el movimiento Defendamos la Paz le envió una carta al Jefe de la Misión de Verificación de las Naciones Unidas en Colombia, Carlos Ruiz Massieu, expresando su preocupación por los 197 homicidios contra exguerrilleros registrados por la Misión desde la firma del Acuerdo Final, además de los 37 intentos fallidos de homicidio, y las 13 desapariciones forzadas de miembros de las otrora FARC-EP (CINEP, 2020).

A esto se le suman 702 homicidios que Indepaz y el Movimiento Marcha Patriótica registraron contra personas comprometidas con la paz, líderes, lideresas sociales y defensoras y defensores de derechos humanos han sido asesinados, con registro hasta mayo de 2019 (Indepaz & Movimiento Marcha Patriótica, 2019).

Los crímenes desde entonces no han cesado. La organización Somos Defensores documentó el homicidio de 36 líderes y lideresas sociales tan solo en el primer trimestre de 2020 y la cifra podría llegar a 60 de confirmarse otros 24 casos en proceso de verificación (El Espectador, 2020).

La violencia en el mes de abril —particularmente en el Cauca— también se exacerbó. El 29 de abril fue asesinado un líder social junto con tres de sus familiares, su nieta tan solo tenía 15 años. Este doloroso crimen se suma a por lo menos otros diez homicidios perpetrados durante las últimas semanas en ese departamento (El Tiempo, 2020). Líderes y lideresas sociales, campesinos, miembros de pueblos indígenas y exguerrilleros han sucumbido ante esta tragedia humanitaria. Ésta es la otra cara de la pandemia, una mucho más letal y que persistirá en el tiempo, incluso cuando se supere la emergencia sanitaria.

La paz está en cuarentena, está confinada y aislada de las prioridades del gobierno ante la crisis económica y de salud que comienza a mostrar sus primeros efectos. El cumplimiento total del Acuerdo Final sigue en un segundo plano mientras que a diario los violentos arrebatan las vidas de aquellos que luchan incansablemente por la paz en sus territorios, una paz esquiva, cansada, ultrajada y afligida, que, pese a los obstáculos para alcanzarla, como sociedad debemos seguir trabajando de manera infatigable y persistente desde las comunidades, desde la academia y desde las instituciones para entender que el Acuerdo Final no es el punto de llegada, sino el punto de partida para lograr esa anhelada paz completa.

*Docente, Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia.

 


Referencias

CINEP. (2020, abril 30). Defendamos la Paz envía carta a jefe de la Misión de la ONU en Colombia por preocupación frente al Acuerdo. Comunicados. https://www.cinep.org.co/Home2/component/k2/tag/Líderes sociales.html

El Espectador. (2020, abril 9). Los rostros y luchas de los líderes sociales asesinados en lo corrido del 2020. Colombia 2020. https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/los-rostros-y-luchas-de-los-lideres-sociales-asesinados-en-lo-corrido-del-2020-articulo-913792

El Tiempo. (2020, abril 29). Asesinatos de líderes y campesinos en Cauca durante la cuarentena. https://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/asesinatos-de-lideres-y-campesinos-en-cauca-durante-la-cuarentena-490078

Indepaz, & Movimiento Marcha Patriótica. (2019). Todos los nombres, todos los rostros. Informe de Derechos Humanos sobre la situación de líderes/as y defensores de Derechos Humanos en los Territorios. http://www.indepaz.org.co/wp-content/uploads/2019/05/SEPARATA-DE-ACTUALIZACIÓN-mayo-Informe-Todas-las-voces-todos-los-rostros.-23-mayo-de-2019-ok.pdf

La Opinión. (2020, abril 14). Coronavirus aviva la xenofobia en Colombia. Frontera. https://www.laopinion.com.co/frontera/coronavirus-aviva-la-xenofobia-en-colombia-194801

Lederach, J. P. (2008). La imaginación moral. El arte y el alma de la construcción de la paz. Norma.

 

Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.