Con un conversatorio sobre la importancia de la reparación colectiva de la comunidad LGBT se cerró el proyecto “Reparándo[nos], memorias, resistencia, diversidad”, cuyo objetivo consistió en el fortalecimiento de la Mesa LGBT de la Comuna 8 de Medellín. Proyecto financiado por Acnur, la Agencia de la ONU para los refugiados, y liderado por la Corporación Región.

Por Elizabeth Otálvaro
Fotografía y video: Cortesía de la Mesa LGBT de la Comuna 8

Poco después de la desmovilización de los grupos paramilitares, en Medellín se levantaban odas a la política de guerra que había reinado en sus barrios a finales de la década de 1990 y a principios del 2000. Aun en 2010 podía leerse en un mural del barrio Mano de Dios de la Comuna 8, al oriente de la ciudad: “Adolfo Paz, gracias por pacificar la comuna”. Recordemos: Adolfo Paz, era una manera de referirse a Diego Fernando Murillo, mejor conocido como Don Berna, jefe del bloque paramilitar Cacique Nutibara.

Borrar este mural y pintarlo con los colores que representan la diversidad sexual fue una de las acciones en las que, de manera colectiva, participó la Mesa LGBT de la Comuna 8, conformada en el 2007 por 33 personas, quienes encontraron allí un espacio para la reivindicación de su identidad de género y de su orientación sexual.

Al día siguiente, el mural que ahora decía “Convivencia” entre muchos colores, fue borrado. “Nos convertimos en una piedra en el zapato para los actores armados de la postdesmovilización. Nos sacaban de todas partes, nos atropellaban, nos hacían tiros al aire. Vinieron los empalamientos, los ataques con armas blancas…”, recuerda Jhon Restrepo, director de la Mesa LGBT de la Comuna 8, defensor de Derechos Humanos y activista LGBT.

Reconocer las victimizaciones que sufrieron como comunidad LGBT hizo parte de los logros del proyecto en el que se embarcó la Mesa en compañía de la Corporación Región, con el apoyo financiero de Acnur. Esta iniciativa surgió no solo con el objetivo de hacer memoria, sino de comenzar la ruta de la reparación colectiva, un tema que genera muchos cuestionamientos en la comunidad que representa la Mesa.

A principios del 2016, este colectivo fue incluido en el Registro Único de Víctimas como el primer caso de una comunidad LGBT reconocida ante el Estado como víctima, abriendo camino a otros que en el marco del conflicto armado fueron señalados, desplazados y violentados. Restrepo es insistente en que a pesar de que esto es un logro, no solo para la Mesa sino para la comunidad que representan, ha sido difícil pactar con la Unidad de Atención y Reparación a las Víctimas las particularidades de los daños y de la reparación que merecen las personas LGBT a la luz del enfoque diferencial.

Cabe recordar que la misma ley que se encarga de definir las reparaciones a los sujetos colectivos, la Ley 1448, es fundamental para el trabajo reivindicativo de los sectores LGBT; al menos así lo señala el historiador e investigador de la Corporación Región, Pablo Bedoya. Se trata de la primera ley aprobada en el Congreso que explícitamente habla de un enfoque diferencial.

La Ley 1448, en su artículo 6 establece “Las medidas contempladas en la presente ley serán reconocidas sin distinción de género, respetando la libertad u orientación sexual, raza, la condición social, la profesión, el origen nacional o familiar, la lengua, el credo religioso, la opinión política o filosófica”; además, en su artículo 13 refuerza el enfoque diferencial que se propone la ley para reconocer las características particulares de las distintas poblaciones y proponer que: “las medidas de ayuda humanitaria, atención, asistencia y reparación integral que se establecen en la presente ley, contarán con dicho enfoque”.

De allí que haya permitido emprender acciones organizativas de la comunidad LGBT bajo la premisa de que efectivamente el movimiento LGBT fue víctima del último conflicto armado que atravesó el país, aunque las continuas violencias contra ellos son anteriores al conflicto; por citar un ejemplo, para el proyecto ideológico paramilitar los sectores LGBT no debían existir, eran indeseables.

“Entender que el tema de las violencias no nace en el conflicto es uno de los elementos tiene que ver con las garantías de no repetición y tiene que ver con la transformación de los entornos inseguros para la población LGBT, eso transciende las voluntades políticas frente a un proceso de reparación colectica”, apunta Restrepo.

Bedoya, por su parte, sugiere que uno de los aporte de este trabajo de investigación que se da por terminado con ese conversatorio, es precisamente el enfoque territorial.

El trabajo partió de reconocer que las victimizaciones a la comunidad LGBT se dieron en el contexto particular de la Comuna 8 de Medellín, uno de los territorios de la ciudad que registra mayor cantidad de población desplazada –por encima de 10.000 personas, lo que equivale al 15,3 por ciento de esta población, según lo reseña el investigador–. Así pues, la discriminación y las violaciones que sufrieron las personas LGBT, se suman a otras variables: es un territorio conformado por barrios emergentes y por asentamientos producidos precisamente por las acciones de los grupos armados, donde también se identifica una población caracterizada por varias precariedades económicas, por ausencia estatal y por la presencia continua de los grupos armados, especialmente los reorganizados después de la desmovilización paramilitar.

El conversatorio también contó con la participación de Víctor Manuel Cortés, proveniente de Tumaco, hombre feminista, defensor de Derechos Humanos de la población LGBT y de las mujeres, quien reforzó la idea de que aquello del enfoque diferencial debe pasar del papel a la realidad. “Reparar es tratar algo que se dañó, obviamente no va a quedar igual pero hay que dejarlo lo mejor posible, y es lo que las instituciones no han tenido en cuenta. Hablan de enfoque diferencial pero no lo aplican: las mujeres lesbianas tienen unas necesidades diferentes a los hombres trans, los sentires y las vivencias son distintos; para reparar deberían tener en cuenta esto”, dice.

Para llamar la atención a las autoridades competentes que se embarcan en la difícil tarea de la reparación, es preciso resaltar la opinión de Pablo Bedoya, quien acompañó este proceso de memoria de la Mesa LGBT de la Comuna 8. Él nos recuerda que normalmente el modelo que se ha usado es el de la reparación restaurativa, que significa volver al estado anterior al daño; aquí se hace necesario recordar que hasta 1980 ser homosexual en Colombia estaba penalizado, así que en el tema de la reparación, como bien lo dice, “tiene que tratarse de una reparación transformativa, no volver a un pasado mejor –que en este caso no existe– sino construir un futuro posible”.