Alicia López regresó en febrero a Medellín, de donde salió desplazada en 2002, para visitar a su hermano en el barrio Olaya Herrera. Llevaba dos semanas en la ciudad cuando en una cafetería dos sicarios encapuchados y motorizados le propinaron ocho balazos. Ese mismo día su familia fue amenazada, por eso la velaron en absoluta discreción.

Por: Sergio Alejandro Ruiz Saldarriaga – Juan Diego Restrepo Toro – UdeA Noticias

Hija de campesinos, Alicia López Guisao nació en Dabeiba el 14 de noviembre de 1982. Fue desplazada dos veces, a los nueve y a los veinte años de edad. Primero, en 1991, cuando fue desarraigada del barrio Policarpa Salavarrieta, en Apartadó, donde sus familiares trabajaban en la Junta de Acción Comunal y militaban en la Unión Patriótica. Salieron de ese municipio huyendo del exterminio contra los integrantes de este partido político, el cual terminó cobrando la vida de más de 1 500 de sus militantes entre los años ochenta y noventa.

Tras perder su casa, la familia buscó refugio en Medellín, “en un rancho de tablas del barrio Olaya”, según recuerda su hermana mayor, Martha: “Ali era una mujer sonriente, fuerte y emprendedora, que le decía la verdad a quien fuera, no se guardaba nada”. Fue la menor de seis hermanos. Su madre era cabeza de familia, como varias de sus hermanas y como ella lo sería después.

Allí iniciaron una nueva vida. Con su familia, vinculada a la Junta de Acción Comunal del barrio ubicado en la comuna 7, en límites con la comuna 13, Alicia se interesó en un grupo juvenil y en un comité de salud, con el sueño de estudiar algo relacionado. Impulsó la construcción de un puesto de salud que dotaron gracias a la cooperación nacional e internacional. Ese espacio, sin embargo, fue destruido por una tanqueta de la Fuerza Pública durante la operación Mariscal (2002), antecedente de la operación Orión y una más de las acciones conjuntas que se desarrollaron en esa época entre autoridades y grupos paramilitares con el supuesto objetivo de expulsar a las milicias guerrilleras de la ciudad.

Durante dicha intervención militar, fue golpeada y detenida delante de su hijo. Permaneció un año en la cárcel, acusada de pertenecer a las milicias urbanas. Según la Corporación Jurídica Libertad, no se le comprobó ningún vínculo con esas organizaciones y fue absuelta en el proceso judicial. Al salir de la cárcel, por los señalamientos que recibió en su barrio, Alicia y su familia enfrentaron su segundo desplazamiento, esta vez a Bogotá, donde permaneció seis años, hasta que una propuesta laboral se le presentó en Chocó.

Como había participado en redes internacionales de promoción de los derechos de las mujeres, compartió este conocimiento con las comunidades de ese departamento. Desde 2015, emprendió una nueva lucha social como dinamizadora del proyecto de Kinchas Agroalimentarias para la soberanía alimentaria de los pobladores del Chocó. Su fuerte, el enfoque de género para comunidades indígenas, negras y campesinas.

En eso estaba cuando su historia volvió a dar un giro. Regresó a Medellín para realizar diligencias personales y al barrio Olaya a visitar a su hermano, único miembro de la familia que había permanecido allí. En la mañana del 2 de marzo estaba en la cafetería ´Donde Naza´, cuando dos encapuchados la mataron a balazos y huyeron en una moto.

Su familia fue amenazada de muerte si hacía un velorio público. No había llegado la noche cuando, en un noticiero, Claudia Carrasquilla, directora seccional de Fiscalías Medellín, declaraba sobre la familia de Alicia que “se pudo determinar que en el pasado fueron de las milicias y comandos armados”. Aún muerta, era acusada de un delito sobre el que la justicia ya se había pronunciado.

Con su asesinato, se repitió el desplazamiento forzoso, el miedo, la persecución política y el desarraigo que ella misma vivió en su niñez. Pero, en esta oportunidad, las víctimas son la nueva generación de su familia: los dos hijos que le sobrevivieron.

El 3 de abril, la fiscal Carrasquilla cambió su versión y le dijo a De la Urbe que nunca aseguró que Alicia integró las milicias. Agregó sobre el crimen que la lideresa “había sido interceptada por una organización delincuencial y, al parecer, ellos fueron los causantes de su muerte”. En ese momento, aún no había un responsable. Sin embargo, el 27 de abril fueron capturados, por ese caso, Santiago Uribe, alias Macario, y Jorge Mejía, alias Talibán, quienes pertenecen a la estructura que comanda desde la cárcel alias Carlos Pesebre.

En sus ires y venires, Alicia trató de escapar de la persecución a la que estuvo sometida desde niña, y lo hizo con sus luchas sociales para mantenerse en pie. Su colega Adolfo Murillo, integrante de Asokinchas, dice que fue “una mujer luchadora que nos acompañó con toda la voluntad que tenía”. En el Chocó, se quedaron esperándola. Con su memoria, quedará viva la dignidad. “Porque seguiremos nuestra lucha, así nos cueste la vida —dice su hermana Martha— como les costó ya a Ali y a muchos líderes y defensores de derechos humanos”.



Nombre: Ruth Alicia López Guisao
Fecha del asesinato: 2 de marzo
Condiciones del crimen: Alicia López regresó en febrero a Medellín, de donde salió desplazada en 2002, para visitar a su hermano en el barrio Olaya Herrera. Llevaba dos semanas en la ciudad cuando en una cafetería dos sicarios encapuchados y motorizados le propinaron ocho balazos. Ese mismo día su familia fue amenazada, por eso la velaron en absoluta discreción.
Hipótesis: El día del crimen, Claudia Carrasquilla, directora seccional de Fiscalías de Medellín, declaró que Alicia había pertenecido a los “comandos armados de las milicias urbanas”. Después negó haberlo afirmado. El 27 de abril fueron capturados alias Talibán y alias Macario, presuntos homicidas de Alicia e integrantes de la organización liderada por alias Carlos Pesebre. Para la familia, el asesinato responde a la larga historia de persecución que tiene origen en su liderazgo social.
Liderazgo: López participó en la Junta y en los grupos juveniles del barrio Olaya. Hizo parte de la Escuela Nacional de Mujeres de Comunicación y de la Escuela Regional de Mujeres del Coordinador Nacional Agrario. En 2015 llegó al Chocó para trabajar con comunidades indígenas, negras y campesinas. Fue dinamizadora en el Medio San Juan del proyecto Kinchas Agroalimentarias de la Cumbre Agraria y del Congreso de los Pueblos.
Contexto regional: Medellín tiene una larga historia de violencia asociada con el conflicto armado y con el control territorial de mafias del narcotráfico. 2002 fue un año clave por las alianzas entre autoridades y paramilitares en operaciones contra las milicias guerrilleras. Ese proceso generó cientos de víctimas, desapariciones, y el desplazamiento de líderes como Alicia López. Su asesinato ocurrió en un contexto marcado por el poder ilegal de las organizaciones que controlan negocios como la extorsión y el microtráfico.



 

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