La tesis de maestría de Pompilio Peña Montoya reconstruye en la forma del relato periodístico las historias de vida de cuatro líderes estudiantiles que padecieron las amenazas del paramilitarismo en la Universidad de Antioquia. Su trabajo busca cuestionar las versiones hegemónicas que los señalaban por su ejercicio político.

Por Pompilio Peña Montoya*
Foto: archivo El Mundo

A Carlos Oliveros se le heló la sangre al leer su nombre en el panfleto paramilitar. Era estudiante de Medicina a punto de graduarse y un líder estudiantil cuyo acento guajiro era atentamente escuchado en las asambleas más acaloradas. Era el 26 de junio de 1999 y en la amenaza se le tildaba de sicario, mamerto, guerrillero y caótico cristiano, junto a seis estudiantes más. 

Días después, el 7 de agosto, motorizados asesinaron, afuera de la ciudad universitaria, a uno de sus compañeros de lucha y resistencia, Gustavo Marulanda, estudiante de Filosofía, el primero de la lista en el panfleto. Oliveros, previendo una oleada de crímenes contra miembros de la Universidad de Antioquia, decidió internarse en las selvas del Chocó para trabajar como médico en alguna ONG. Apenas una década después pudo volver a pisar la Universidad de Antioquia. 

El 6 de agosto del mismo año la estudiante de Licenciatura en Educación Básica Primaria Juana Ales, líder en la Facultad de Educación, estaba en la Plaza Barrientos cuando escuchó unos disparos. En contra de la multitud que huía, Juana se abrió paso hacia el bloque 9 y halló el cuerpo ensangrentado de don Hugo Jaramillo, propietario de la cafetería vecina a la Facultad de Derecho. No se separó del hombre hasta que en Policlínica corroboraron que estaba muerto. Menos de 24 horas después, Juana supo del asesinato de Marulanda.

En el panfleto de amenaza a siete estudiantes universitarios decía: “Se uniforman para la guerra o se mueren de civil. Quedan notificados”. Y líneas más adelante: “Ofrecemos nuestro respaldo incondicional a las Autodefensas de la Universidad de Antioquia, AUdeA. El panfleto lo firmaban las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.

En 1999 Alejandro Sierra ingresó a la Universidad de Antioquia como estudiante de Historia. Poco antes había prestado el servicio militar en Mutatá, donde fue testigo de cómo paramilitares trabajaban de la mano con agentes de Estado.  

Durante sus primeros años en el pregrado, Sierra ayudó a recomponer la Coordinadora Estudiantil, desvertebrada entonces por la eficacia paramilitar. Participó de tropeles y movilizaciones, y se ganó el asedio de un par de hermanos, supuestamente estudiantes, de quienes se supo luego eran reinsertados del EPL, según investigaciones posteriores de Sierra.  

En el 2003 mientras caminaba por el barrio Prado, hombres armados lo metieron en un vehículo y lo sometieron a tortura sicológica. Luego de este susto, tomó la decisión de comenzar a denunciar la violencia política dentro de la Universidad de Antioquia.  

En el 2005, aún como estudiante, Sierra fue cofundador del Comité de Derechos Humanos Gustavo Marulanda, conformado para defender los derechos de 14 estudiantes capturados y sindicados de pertenecer a las filas armadas de las FARC y el ELN, luego de que el 10 de febrero de ese año ocurriera una explosión en el campus universitario y por la cual murieron días después Paula Andrea Ospina y Magaly Betancur. El trágico tropel de aquel momento era en contra del Tratado de Libre Comercio que negociaba el gobierno de Álvaro Uribe Vélez con Estados Unidos. 

Vanesa, quien era estudiante de literatura, participó de los tropeles de esos días. La explosión del 10 febrero, que dejó 17 heridos, la lanzó contra el suelo. Llena de miedo, aturdida, entre la algarabía y los gases lacrimógenos, se metió en el baño y el espejo le arrojó su imagen carbonizada. Se lavó y comprobó que el fuego le había alcanzado una parte del rostro y una mano, en la que se había formado una enorme y palpitante vejiga de pus. 

A Vanesa la sacaron en moto de la Universidad de Antioquia. Dos horas después estaba de bata quirúrgica en la sala de quemados de Policlínica, horrorizada de ver a sus compañeros cubiertos con vendajes purulentos. Dos de las salas de Policlínica habían sido adecuadas como cuartos de interrogatorio por fuerzas de seguridad del Estado. A Vanesa le confiscaron el morral y a los días, estando escondida, se enteró del arresto masivo de estudiantes que habían participado del tropel.  

Vanesa fue perseguida, interrogada, amenazada y culpabilizada de ser distribuidora de drogas dentro de la Universidad de Antioquia. Su familia la hizo a un lado. Un par de hombres en moto la vigilaban constantemente. Desesperada, Vanesa estuvo a punto de ahorcarse en su casa. Pero la salvó el amor que tenía con Marcos. Justos se imaginaban escapando del fuego de francotiradores, saltando por tejados, terrazas y patios del barrio Aranjuez. Cuando todo estaba perdido, les ocurrió un milagro. 

Historias cruzadas 

Estas cuatro historias de memoria estudiantil, hechas crónicas periodísticas, hacen parte de la tesis de la Maestría en Periodismo realizada por Pompilio Peña (autor de este artículo), “Recogiendo piedras: memorias estudiantiles de la Universidad de Antioquia (1996-2006)”. Son las historias de Carlos Oliveros, Vanesa, Alejandro Sierra y Juana Ales, quienes en algún momento fueron reconocidos líderes estudiantiles. Ellos, de forma directa e indirecta, fueron amenazados y perseguidos por sus posturas políticas y manifestaciones de resistencia. Los nombres de Vanesa y Juana Ales fueron cambiados por protección y petición de las fuentes.  

No fue fácil conseguir sus testimonios para conocer cómo recuerdan, vivieron y afrontaron la violencia política dentro de la Universidad de Antioquia. No es para menos si se tiene en cuenta la escalada de amenazas que experimentaron. 

Según el informe Sobre una empresa de dolor y fracaso: agresión del paramilitarismo contra la democracia estudiantil en los años 90, que fue entregado a la Comisión de la Verdad y fue liderado por el profesor de la Universidad de Antioquia Leyder Perdomo, durante la década de los noventa los estudiantes fueron objeto de 38 actos de agresión, que dejaron 224 victimizaciones de individuos y colectivos, quienes experimentaron 11 modalidades de violencia. Los paramilitares ejecutaron 17 de estas acciones, las cuales afectaron a 89 individuos. Los investigadores del informe hallaron 12 amenazas, 2 desapariciones forzadas, 2 asesinatos y 1 tortura, a los que sumaron 20 desplazamientos forzados y exilios.  

Las denominadas Autodefensas de la Universidad de Antioquia utilizaron la criminalización y el señalamiento, mensajes difundidos por medios de comunicación y panfletos, para señalar y atacar los repertorios de movilización política y de protesta estudiantil, asociándolos a una “gran conspiración” guerrillera para tomarse la universidad, el Estado y la sociedad. 

El objetivo de los ataques paramilitares en la universidad pública fue anular a los estudiantes como sujetos políticos, y para ello idearon una estrategia: hacer la guerra en la mente de los líderes estudiantiles a través del miedo. 

Memorias estudiantiles 

Estas cuatro crónicas están acompañadas también por una profunda reflexión acerca de qué se puede entender por memorias estudiantiles, y cómo el periodismo narrativo es uno de los vehículos para transmitir este tipo de realidades que interpelan por su injusticia. Otras categorías analizadas en la tesis de maestría son la violencia política, el miedo, los olvidos y los silencios. 

Estos testimonios de antiguos estudiantes invitan a reinterpretar críticamente el pasado a partir del relato de las víctimas, y este nuevo conocimiento al servicio de la opinión pública permite revisitar y contrastar el pasado acumulado y trasmitido por los medios hegemónicos. 

Recordando a Gonzalo Sánchez, exdirector del Centro Nacional de Memoria Histórica, las memorias son una nueva forma de representación del discurso del tiempo, puesto que buscan ajustar cuentas con el pasado, no acallando los sucesos, los personajes y las reflexiones con interés social, sino poniéndolos en valor en un contexto y una perspectiva histórica, trabajo del periodismo. 

 


El trabajo de grado Recogiendo piedras: memorias estudiantiles de la Universidad de Antioquia (1996-2006), presentado por Pompilio Peña Montoya a la Maestría en Periodismo de la Facultad de Comunicaciones y Filología, puede consultarse en la Biblioteca Digital de la Universidad de Antioquia, aquí 

*Pompilio Peña Montoya es periodista y magíster en Periodismo de la Universidad de Antioquia.