¿Cuáles son las experiencias y percepciones de los pobladores de San Pedro de Urabá y Tierralta sobre las dinámicas del conflicto armado y el escenario transicional? Esta fue la pregunta de un proyecto académico que motivó la realización del pódcast “Memoria sin lugar”, el cual recoge los disímiles relatos de los habitantes de una zona de Colombia, tan golpeada por la guerra como dispuesta a buscar la paz.  

Cuando se nombran los actores armados, la guerra o la violencia, parece que se hablara del país como un todo, donde el conflicto armado ha cobijado la historia por igual. Pero son especialmente los pobladores de los municipios alejados de los grandes centros urbanos los que han vivido en carne propia la acción o el significado de esos conceptos, y estos, en muchas ocasiones, han determinado sus relaciones humanas y han afectado a sus comunidades. Ellos, no obstante, han reaccionado de alguna manera, y más en tiempos que proclaman la transición hacia la paz.

Sobre estos asuntos, la profesora Eliana Sánchez González, del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia, realizó el proyecto Memorias y órdenes locales: las experiencias de los pobladores de San Pedro de Urabá (Antioquia) y Tierralta (Córdoba), 2005-2016.

El punto de partida: la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC); el de llegada: la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno nacional y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Los lugares: dos municipios atravesados por la confrontación donde la vida ha tenido todo que ver con la violencia.

De un lado, San Pedro de Urabá está localizado en la subregión de Urabá, noroccidente del departamento de Antioquia. Según investigaciones citadas por el proyecto, el municipio se constituyó como plena zona de dominio y control paramilitar, primero con la llegada de Fidel Castaño en 1988, y luego con la llegada de Carlos y Vicente Castaño, quienes ubicaron allí su campamento y centro de operaciones como máximos comandantes de las AUC.

De otro lado, Tierralta está localizado en el alto Sinú, en el corredor que va desde Urabá al Nudo de Paramillo. En este trabajo se resalta que el municipio fue una de las zonas más golpeadas por el fuego cruzado de la expansión paramilitar y que sirvió como uno de los puntos de concentración durante la desmovilización de las AUC, específicamente en el corregimiento de Santa Fe de Ralito y, unos años después, como sitio de ubicación de uno de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), creados en 2016 tras la firma del Acuerdo final con las FARC.

Según el Registro Único de Víctimas, con corte a febrero de 2022, en Tierralta la violencia ha dejado 124 041 víctimas, de homicidios, desplazamientos, masacres, amenazas y desapariciones. Y en San Pedro de Urabá, de acuerdo con información de la Comisión de la Verdad, las víctimas reconocidas en este municipio llegan a 33 700, la mayoría por casos de desplazamiento forzado.

Para realizar la investigación en los contextos de estos municipios, el proyecto retomó el concepto de “orden local”, entendido como un sistema de reglas, normas, pautas de acción y comportamiento institucional o social; o como un espacio de poder en el que se tejen relaciones sociales, políticas, económicas y culturales entre los actores de la sociedad.

La profesora Sánchez González, adscrita al grupo Hegemonía, Guerras y Conflictos del Instituto de Estudios Políticos, expresó que la investigación quería responder a varias preguntas relacionadas con este cruce de temporalidades, espacios y conceptos; dos de ellas fueron:

1) ¿Cómo ha sido el proceso de reconfiguración de los órdenes locales de San Pedro de Urabá y Tierralta, a partir del proceso de desmovilización de las AUC?

2) ¿Cómo se han transformado las relaciones entre pobladores, actores desmovilizados y actores institucionales en el nuevo escenario transicional?

El trabajo de campo, que se realizó entre abril y agosto de 2021, permitió responder a estas preguntas a través de las experiencias y percepciones de los pobladores de esa región limítrofe del sur de Córdoba y el noroccidente de Antioquia, con respecto a su propio territorio en el tránsito hacia nuevos contextos políticos en los que coexisten huellas y continuidades del conflicto armado.

Del análisis realizado por Memorias y órdenes locales: las experiencias de los pobladores de San Pedro de Urabá (Antioquia) y Tierralta (Córdoba), 2005-2016, se destaca como conclusión que, al igual que la guerra, la transición no ha sido un asunto de “otros”, sino de víctimas, victimarios, pobladores y actores de distinta naturaleza, cuyas interacciones dibujan el orden local en la transición. Para la politóloga Eliana Sánchez González, los aprendizajes políticos de estos procesos “enriquecen las discusiones sobre lo que implican las iniciativas de verdad, justicia, reparación y reconciliación en una dimensión local”.

Como parte de los productos académicos de este proyecto, la investigadora, en alianza con Hacemos Memoria, realizó el pódcast de divulgación Memorias sin lugar, que presenta algunos relatos de los habitantes de San Pedro de Urabá y Tierralta, los cuales dan cuenta de sus experiencias de vida en los contextos de violencia y transición por los que han trasegado.

Episodio 1. El pueblo de las heridas abiertas

Sobre San Pedro de Urabá, en Antioquia, la Comisión de la Verdad dijo que no ha tenido un solo día de paz. Allí, la profesora de escuela Nidia Romero ha trabajado durante años por mantener viva la memoria de la violencia que les tocó vivir. Pero todos sus esfuerzos se han chocado con los intereses de quienes no quieren que allí se recuerde y niegan una herida aún abierta.

Episodio 2. Este no es un lugar cualquiera

Tierralta, Córdoba, ha sido duramente golpeado por la guerra y fue el epicentro del proceso de desmovilización de los grupos paramilitares. Orlando Triana, uno de sus habitantes, es un líder de víctimas que ha tratado de que en su pueblo no se instale el olvido, aunque sabe que su labor incomoda el control, aún vigente, de los actores armados.