La periodista María Eugenia Ludueña conversó con Hacemos Memoria sobre la muestra fotográfica «Nietos y nietas«, los procesos de memoria, la lucha de los familiares de desaparecidos en Argentina y el trabajo constante de las Abuelas de Plaza de Mayo por encontrar a sus nietos.  

Por: Valentina Chavarría Cifuentes

La periodista María Eugenia Ludueña y el fotógrafo Alejandro Reynoso presentan la muestra fotográfica “Nietas y nietosen la Universidad Nacional de Quilmes, provincia de Buenos Aires, Argentina. Son retratos y pequeñas biografías de algunas nietas y nietos a los que les restituyeron la identidad robada en la dictadura cívico-militar, ocurrida entre 1976 y 1983, en Argentina.  

En este periodo, las fuerzas militares, en alianza con sectores y organizaciones de derecha y anticomunista, detenían y desaparecían a los militantes de izquierda y opositores del gobierno instaurado, quienes podían ser madres y padres de familia y mujeres embarazadas. En esos casos, los perpetradores llegaron a practicar partos clandestinos, y posteriormente ocultaron y falsificaron la identidad de los recién nacidos e infantes, que luego fueron entregados, también de forma clandestina, a familias de mandos militares o a personas cercanas a la dictadura. 

Así, con el propósito de encontrar a los hijos de sus hijos desaparecidos, surgió en 1977 la asociación Abuelas de Plaza de Mayo. Desde entonces ellas han trabajado con todo tipo de organizaciones de derechos humanos en Argentina y otros países para hallar a sus nietos, y pedir justicia; de igual manera, han promovido investigaciones científicas cuyo objetivo es identificar genéticamente a sus descendientes. 

Desde la fundación de Abuelas de Plaza de Mayo, 132 identidades han sido restituidas, aun así les falta por encontrar a por lo menos 300 personas más. Ese es precisamente el objetivo al que quiere contribuir la muestra “Nietas y nietos”, bajo la idea de sensibilizar a los visitantes sobre la importancia de la identidad, así como de sugerirles a los nacidos en el periodo de dictadura que se realicen pruebas si tienen dudas sobre su origen, incluso por fuera de Argentina.  

Esta no es la primera vez que la exposición “Nietas y nietos” se presenta en público: en el 2017 los retratos fueron exhibidos en el Centro Cultural de la Cooperación, en la ciudad de Buenos Aires. También la han visto en París y en algunos actos conmemorativos como los aniversarios del golpe militar —de 1976— que inauguró la dictadura, cada 24 de marzo. 

No es la primera vez que la periodista María Eugenia Ludueña —autora de las biografías que hacen parte de la muestra— trabaja de cerca con las Abuelas. Desde el 2009 las ha estado acompañando; fue entonces cuando realizó la investigación sobre la biografía de la hija de Estela de Carlotto, presidenta de la asociación, para el libro Laura: vida y militancia de Laura Carlotto.  

Por su parte, Alejandro Reynoso —autor de los retratos— tiene una amplia trayectoria como fotógrafo cultural y deportivo; participó en la investigación del libro En negro y blanco: Fotografías desde el Cordobazo al juicio de las Juntas, y ha colaborado en varias muestras fotográficas lideradas por las Abuelas de Plaza de Mayo. 

María Eugenia Ludueña estuvo en Medellín como ponente del Coloquio Internacional Hacemos Memoria: “Periodismo para pensar el futuro”, en la mesa temática “Narrar la desaparición”, junto a las periodistas latinoamericanas Patricia Nieto y Marcela Turati. Ludueña es licenciada en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, ha sido reportera en medios como Gatopardo, Anfibia y The History Channell Latinoamérica. Es codirectora y cofundadora de la Agencia Presentes, dedicada a temas de diversidad, género y derechos humanos.  

¿Cómo ha sido el proceso de construir esta galería fotográfica de “Nietas y nietos”? 

La semilla de la idea es de Alejandro Reynoso, a quien conozco desde que éramos muy jóvenes. Nos reencontramos y él estaba empezando a hacer los retratos. Le parecía que hacerlos era de alguna manera comunicar la inmensa lucha de Abuelas de Plaza de Mayo, reuniendo a todas estas nietas y nietos, que se vieran todos los retratos juntos como la cosecha de tanto esfuerzo; pero él sentía que hacía falta algo más y entonces ahí me propuso unirme a este proyecto tan lindo en el que llevamos unos años trabajando. En octubre del 2016, con motivo del aniversario número 39 de Abuelas de Plaza de Mayo, hicimos 39 retratos. Al día de hoy estamos más o menos por los 70. 

Sé que no va a ser posible retratar a los 132 nietos y nietas, porque algunas de estas personas ya fallecieron, otras personas no quieren ser fotografiadas y algunas viven lejos. Estamos esperando el momento en que vengan a Argentina, o Alejandro pueda viajar a verles personalmente para hacer la foto. Mi acercamiento es distinto. Yo no voy con Alejandro, porque creo que es un momento de intimidad fotográfica y que hay mucho ya escrito. Entonces trabajo los textos a partir de archivos. 

Estos textos siempre son cambiantes; por ejemplo, con Manuel Gonçalves Granada que es un nieto recuperado y a la vez ocupa un lugar en la comisión directiva de Abuelas, un día nos pusimos a hablar del texto que yo había hecho en su momento y me dijo que tenía otra manera de contarlo; además, me habló de una historia que yo no conocía tanto, así que siempre hay nuevos detalles, nuevas memorias que se cuelan y que es importante contar 

¿Qué sigue para la exposición? 

Vamos trabajando por etapas. El objetivo de base es lograr fotografiar a más nietos porque también esperamos que haya más restituciones. En el Banco de la Nación se tomaron algunos retratos y se pusieron allá; esto es poderoso porque en ese lugar trabaja Paula Logares, una de las nietas restituidas, y está al frente de la Plaza de Mayo, por donde pasan muchas personas y se topan con estos retratos. Es muy movilizante 

La muestra que estuve desde marzo en la ciudad de La Plata se inauguró en un lugar muy particular, que a mí me parece muy emocionante, porque es la ex Comisaría Quinta, hoy convertida en un espacio de memoria. En este lugar nació Leonardo Fossati, nieto que hoy coordina ese espacio, y su retrato y el de otros nietos y nietas que pasaron por ese lugar están en la muestra. Esos retratos son la evidencia de esto que pasó y a la vez ayudan a construir una pedagogía de la memoria 

Usted ha estado vinculada a las Abuelas de Plaza de Mayo desde hace varios años. ¿Cómo ha sido la experiencia de ese acercamiento? 

Sí, imagínate, yo soy un poco más grande que los nietos, y claro que me atravesó lo que hacían las Abuelas; o sea, yo empecé a escribir y a investigar Laura: vida y militancia de Laura Carlotto en el año 2009. Fue justo el año en que estaba esta ley de datos genéticos y Abuelas acababa de encontrar al nieto número 100, y desde entonces van 32 nietos más. Pasaron muchos años, y sigo vinculada porque todavía falta mucho por hacer. Los procesos de la restitución de la identidad son muy complejos y hay maneras muy diversas de transitarlos 

Desde su perspectiva, ¿qué piensa sobre los retratos y relatos de la desaparición y de quienes han podido restituir o conocer su identidad?  

Hay ciertos patrones que yo veo en las historias. Hay muchos casos que hablan de personas que se sienten extrañas o que tienen recuerdos muy oscuros: pesadillas, determinados pensamientos, en fin; o sea, es una experiencia difícil de explicar en palabras, pero es un proceso muy duro el que viven las nietas y los nietos, y a la vez es muy luminoso conocer la verdad. Lo que yo percibo es que los retratos que hace Alejandro Reynoso son muy luminosos, tienen una luz como de esperanza, y algo que decía Manuel Gonçalves —nieto recuperado — es que él podía mirar a la cámara de frente porque ya sabe quién es y cuál es su historia. 

Sobre cómo se vive la restitución de un nieto, usted conoció de cerca la historia de Ignacio Montoya, nieto de Estela, ¿cómo fue ese momento?  

Fue hermoso, el caso de Ignacio Montoya conmocionó a toda Argentina. Fue la primera vez que vi a Estela despeinada, porque había recibido muchos abrazos. Pasaban los autos por la sede de Abuelas de Plaza de Mayo tocando la bocina; fue una alegría para todo el país. Todas las personas que nos íbamos enterando, creo que nos poníamos a llorar de la emoción porque es una cosa difícil de creer. Me acuerdo de que cuando me enteré, tenía dos trabajos y salía de uno y me iba al otro; cuando entré a mi trabajo de la tarde, en la recepción estaba la foto de mi libro y yo no entendía nada, entré y me empezaron a contar mis compañeras, empecé a recibir muchos llamados. Después fui a la sede de Abuela de Plaza de Mayo a compartir toda esta alegría; realmente fue como un día de mucha fiesta para toda la Argentina y lo sigue siendo cada vez que se restituye un nieto. 

Con trabajos de divulgación como el de la exposición, ¿considera que hay una relación directa entre este tipo de experiencias comunicativas y la justicia que las Abuelas y la sociedad buscan? 

A nivel periodístico, el material con el que yo trabajo va detrás de la justicia, porque yo estoy tratando todo el tiempo casos que ya han sido resueltos con pruebas legales, pero la esperanza es que esos casos sirvan para que otras personas se puedan acercar a las Abuelas y quieran saber quiénes son, y que todas las personas que dudan encuentren alguna ventana por dónde asomarse hasta llegar a las Abuelas de Plaza de Mayo. Este asunto de la justicia y la búsqueda de la verdad es uno de los muchos objetivos que tiene la exposición. El otro objetivo es seguir practicando la memoria y compartiendo, circulando la palabra y las imágenes acerca de lo que pasó para que podamos tenerlo presente y para que esto no pase nunca más. 

Fragmentos de la exposición “Nietas y nietos” 

Textos: María Eugenia Ludueña  

Fotografías: Alejandro Reynoso 

Goncalves Granada Manuel Ginebra

Manuel Gonçalves Granada
Foto: Alejandro Reynoso

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Manuel Gonçalves Granada
Antes de que las ametralladoras le apuntaran, Ana María del Carmen Granada envolvió a su bebé de cinco meses en una frazada y lo escondió en el placard. Manuel Gonçalves Granada fue el único sobreviviente del operativo donde el Ejército y la Policía mataron a dos niños y a tres militantes de Montoneros en una casa de San Nicolás, en noviembre de 1976. El bebé pasó tres meses en un hospital. El juzgado lo dio en adopción a una familia de Quilmes. Su padre, Gastón Roberto José Gonçalves, había sido desaparecido el primer día del Golpe. “Me encontraron en 1995, después de una investigación larga de las Abuelas y de la que participó el Equipo Argentino de Antropología Forense. El motor fue mi abuela Matilde”. A los 19 años, Manuel encontró un hermano Gonçalves, Gastón, bajista de Los Pericos. Integra la comisión directiva de Abuelas de Plaza de Mayo y la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, desde donde trabaja para encontrar a otrxs.

Texto: María Eugenia Ludueña
Fossati Ortega Leonardo

Leonardo Fossati Ortega
Foto: Alejandro Reynoso

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Leonardo Fossati Ortega
Nació en la mesada de la cocina de la comisaría 5.a de La Plata. El 12 de marzo de 1977, Inés Ortega lo parió esposada de pies y manos. Llevaba casi dos meses cautiva y había pasado por varios centros de tortura y exterminio. Tenía 17 años, militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios y la habían secuestrado junto a su marido, Rubén Leonardo Fossati, de la Juventud Universitaria Peronista. Madre e hijo pasaron cinco días juntos. Creció en una casa a diez cuadras de la comisaría donde nació, sabiendo que no era hijo biológico de quienes lo criaron. Cuando se convirtió en padre, sus dudas aumentaron. Se acercó a Abuelas en La Plata y en 2005 conoció su historia. Adriana Calvo, quien acompañó en el parto a su madre, le contó cómo fueron sus primeros minutos de vida en la cocina de esa comisaría, convertida en sitio de memoria. Leonardo sigue buscando nietxs desde Abuelas, donde forma parte de la comisión directiva.

Texto: María Eugenia Ludueña

Carlotto Montoya Ignacio

Ignacio Montoya Carlotto
Foto: Alejandro Reynoso

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Ignacio Montoya Carlotto
Ignacio creció en el campo, en un hogar humilde, cerca de Olavarría. De niño y en un club de pueblo, escuchó por primera vez tocar en vivo a un grupo de hermanxs. Intuyó que esos sonidos contenían algo de lo que quería para su mundo. Ya adulto, en un encuentro de Músicos por la Identidad -actividad de Abuelas junto al Ministerio de Educación-, el testimonio de otro nieto le resonó fuerte. Compuso un tema: “Para la memoria”. Cuando Ignacio supo que no era hijo biológico del matrimonio que lo crió, escribió a Abuelas. El 5 de agosto de 2014 recibió un llamado de su tía, Claudia Carlotto, directora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad: era el hijo de su hermana, Laura, y de Walmir Montoya. Militantes de Montoneros, habían sido secuestrados en noviembre de 1977. Walmir tocaba la batería. Su madre amaba la música. Era el nieto de Estela.

Texto: María Eugenia Ludueña

Logares Paula

Paula Eva Logares Grinspon
Foto: Alejandro Reynoso

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Paula Eva Logares Grinspon
Fue la primera nieta recuperada por vía judicial y con análisis de sangre. Y la primera restituida en democracia. “Paula Eva Logares. Secuestrada por un represor y prisionera de la justicia”, decía el cartel con el que su abuela Elsa Pavón marchaba en Plaza de Mayo. Tenía casi dos años cuando la secuestraron junto a sus padres, Mónica Sofia Grinspon y Claudio Ernesto Logares. La familia se había ido a vivir a Uruguay. Estuvieron en la Brigada de Investigaciones de San Justo y en el Pozo de Bánfield. El primer día de democracia, Abuelas presentó la denuncia. Habían localizado a una niña que vivía con un subcomisario de la Policía bonaerense y su esposa. En diciembre de 1984 Paula volvió al hogar de sus primeros meses, con su abuela, Elsa. Sus padres siguen desaparecidxs.

Texto: María Eugenia Ludueña

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