La Comisión de la Verdad presentará en Medellín una exposición que muestra tres casos de violencia ocurridos en el país en medio del conflicto armado. Los hechos abordados ocurrieron en Urabá, Bogotá y Guaviare.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Imágenes: cortesía

La exposición Huellas de la desaparición: los casos de Urabá, Palacio de Justicia y territorio Nukak, será presentada en Medellín en el segundo semestre de 2022 en el Museo de Antioquia. La exhibición es producto de una alianza entre la Comisión de la Verdad y la agencia de investigación Forensic Architecture.

El antropólogo e historiador Óscar Pedraza estuvo a cargo del área de investigación de este proyecto que viene de presentarse en el Museo de Arte Miguel Urrutia, de Bogotá, donde tuvo una gran acogida.

Pedraza habló con Hacemos Memoria sobre los principales aspectos de esta muestra, que tiene por objeto extender un diálogo entre el presente y el pasado, tomando como objeto de discusión tres casos: el despojo sistemático de tierras en el Urabá, lo sucedido con las víctimas de la toma del Palacio de Justicia, y el desamparo y casi exterminio de la comunidad indígena Nukak, sometida a la invasión de sus tierras por parte de grupos armados y terratenientes.

 

¿Cómo nació la articulación entre la Comisión de la Verdad y Forensic Architecture para dar con la exposición?

El comisionado Alejandro Valencia antes de iniciar su trabajo en la Comisión de la Verdad, colaboró en el informe del caso mexicano de desaparición forzada de la ciudad de Iguala, en el 2014, en el cual agentes del Estado habrían desaparecido a 43 estudiantes. El documento de investigación resultante fue transformado por la agencia internacional de investigación Forensic Architecture (FA), a un formato visual, explicando y exponiendo los datos que arrojó la investigación. Valencia, luego de conocer esta experiencia, y ya en la Comisión, hizo la propuesta de hacer algo parecido. De parte de FA estuvo Hannah Meszaros Martin, quien me invitó a explorar los temas y las posibilidades, y el proyecto comenzó más o menos a mediados del 2019.

¿Cómo se llegó a los temas y cómo se dio el proceso de transformar la información de los mismos?

La decisión sobre los casos a tratar fue de la Comisión de la Verdad. Se pensó que podía ser más eficaz contarlo con las estrategias, metodologías y tecnologías con las que trabaja FA, y que a la vez fueran ejemplarizantes a la hora de exponer un panorama global. El comisionado Valencia estuvo a la cabeza del proyecto. A partir de allí, la FA comenzó a explorar las posibilidades.

Cada uno de los temas tratados en las investigaciones tuvo una serie de metodologías específicas. El caso del despojo en Urabá lo enfrentamos pensando dos cosas: la primera, la complejidad inherente del concepto de despojo y el modo en que lo entiende el público. Esto nos puso a pensar en alternativas para hacer aprehensible una problemática tan compleja para la gente. Lo que tratamos fue de poner en conversación esas formas del despojo, junto con las dinámicas económicas, las formas de violencia ambiental, las prácticas de violencia física relacionadas con el conflicto armado y su interacción entre ellas.

Para esto utilizamos una plataforma de software con la que incluso se han hecho videojuegos. Con ella, reconstruimos virtualmente una parte del corregimiento Nueva Colonia de Turbo para exponer algunos de sus casos. Aquí utilizamos las memorias familiares y las historias de la tierra para mostrar las caras del despojo.

Con el tema del Palacio de Justicia tratamos de ubicar mapas digitales, testimonios situados, elaboración de escenarios. Reconstruimos un aspecto en particular que se ha discutido mucho, pero al que creemos no se le ha dado la profundidad: la historia de las víctimas. La manera con la cual se suele contar lo sucedido en el palacio está direccionada a saber qué pasó dentro del edificio. Nuestro giro fue saber qué pasó con las personas que salieron con vida y luego fueron torturadas y asesinadas.

Esto implicó analizar cuatro momentos. El primero, la reconstrucción de lo que fue conocido como el corredor de seguridad alrededor del palacio. El segundo, lo que sucedió dentro de la Casa del Florero, donde se dio un proceso de identificación y discriminación de los rehenes liberados, divididos entre los que se consideraron sospechosos y no sospechosos. Tercero, contamos lo que sabemos que sucedió con esas personas sospechosas de colaborar con el M-19. Finalmente, expusimos cómo la ciudad fue utilizada como estructura para la desaparición. Todo esto lo quisimos extender a un diálogo, poniendo a la vista los procesos que han buscado hacer justicia frente a lo ocurrido.

Y la parte del pueblo Nukak es un mural que se llama La selva detectada, que se hizo gracias a fotografías aéreas. Reconstruimos la aldea y los datos de ella, que traducidos, permiten mostrar elementos del conflicto histórico de la región, las prácticas de deforestación y de violencia, la experiencia de riesgo de la vida indígena y cómo esta comunidad ha enfrentado estas fuerzas adversas.

¿Cómo está distribuida la exposición, cuáles son sus momentos?

Esta exposición tiene tres momentos. El primero es el mural Nukak que está afuera de las salas, con lo que queremos que desde un principio la gente se enfrente a la violencia contra los pueblos indígenas y lo que implica eso. Luego están las salas del despojo y del palacio.

Cada sala tiene una lógica direccionada por Forensic Architecture. Los ejes centrales de las investigaciones, algunos de ellos ya mencionados, están en siete videos, cuatro para el caso de Urabá, y tres para el caso del palacio. En uno de ellos, mostramos por ejemplo la evolución ambiental de tierras y su relación con varios actores que se la disputan. En estos casos que tocan lo ambiental, fue importante la colaboración del biólogo de la Universidad de Antioquia Juan Blanco.

Por otra parte, me ha sorprendido la recepción de la gente en Bogotá, y ojalá sea igual en Medellín, porque además somos muy conscientes de que la exposición es densa. Con Forensic Architecture, buscamos que la gente se sumerja desde su propia experiencia, y esto gracias a los datos, a la historicidad del proyecto, a la cantidad de temas abordados y a los formatos visuales, que les permiten a las personas centrarse en temas específicos.