En este largometraje, el realizador colombiano Óscar Molina se aproxima al significado económico, político, existencial y espiritual que adquieren las casas construidas por los migrantes en sus países de origen, a donde les es difícil regresar.

 

Por: Camilo Castañeda Arboleda y Yhobán Hernández Cifuentes

Foto de portada:  Mi casa my home

Durante mucho tiempo el realizador audiovisual Óscar Molina quiso trabajar en sus películas el tema de la migración y el sueño de algunos migrantes por construirse una casa propia en su tierra de origen, generalmente países del tercer mundo atravesados por profundos conflictos políticos, económicos y sociales. Finalmente lo logró con el documental La casa de mamá Icha, que hace parte de la selección del Philadelphia Latino Film Festival, que se desarrolla entre el 30 de mayo y el 6 de junio, y que también fue seleccionada en el Festival Internacional de Cine de Cartagena – FICCI Interruptus (2020).

El largometraje, que hace parte del proyecto documental Mi casa my home, liderado por Óscar Molina, es producto de siete años de trabajo, de los cuales dos años y medio estuvieron destinados a la grabación en la que el realizador recopiló 180 horas de material y dos al proceso de edición. Hacemos Memoria conversó con este realizador audiovisual acerca de la producción de esta película que se estrenará en las salas de Cine Colombia a partir del 2 de septiembre de este año y posteriormente será emitida en los Estados Unidos, el 18 de octubre, a través del canal público PBS.

 

¿De qué trata La casa de mamá Icha?

Es la historia de una matrona, una mujer de 93 años que vive en Filadelfia, Estados Unidos, durante 33 años y no quiere posponer más el regreso a Colombia para habitar la casa que construyó en Mompox con el dinero de la pensión norteamericana. Y ella, empecinada, renuncia a su seguridad social en Estados Unidos, al cuidado de la familia, para cumplir su sueño de finalmente habitar la casa, pasar sus últimos días y morir en Colombia.

La casa de mamá Icha hace parte de una trilogía documental, Mi casa my home, en la que me centro en historias de migrantes que, con las remesas que envían a sus lugares de origen, construyen la casa que siempre soñaron. Esto es una historia que ocurre por la migración económica y ocurre, en general, con migrantes de países que han perdido prosperidad económica o que no son potencias económicas. Llevo interesado en este tema unos 20 años y he detectado que estas historias se repiten en distintos países de América Latina, Europa del este, África, Asia.

Narrativa e investigativamente, ¿cómo logra esa cercanía con la historia y con esta familia?

Lo que hay detrás de esta historia es algo que a mí me ha ocupado durante muchos años, primero así como una reflexión sobre qué es la casa y, en este caso, cómo la casa se ve transformada o impactada por la inequidad económica, por la migración. Entonces es algo en lo que he tenido un interés personal. Pero, antes de decidirme a hacer este documental, conocí muchas anécdotas de migrantes que comparten la historia de haber conseguido la casa a través de la migración y la dificultad para regresar a habitarla. Encontré que eso es una coincidencia, que no es individual, que no es particular, sino que hay unas estructuras económicas y políticas por las que esta historia se repite en distintos lugares del mundo.

Entonces, me puse a investigar en términos académicos, hablé con expertos, volví a hablar con migrantes, traté de entender cuál es esa dinámica y apareció, obviamente, el hecho de que estas historias están determinadas por la inequidad económica que hay entre países y por las restricciones a la movilidad para personas que provenimos de ciertos países. Eso es como una investigación periodística lo que hay detrás para poder entender estas historias.

¿Cómo se cuenta estas historia? Frente a esta situación que orgánicamente se repite en distintos lugares del mundo, yo me pregunté: ¿qué es lo que hay que contar? Porque podría simplemente hacer un listado de hechos, contar y mostrar 100 casos de esta situación, que igual es potente, pero yo quería contar la historia. Y al preguntarme esto, en términos dramatúrgicos, en términos de qué es una historia y cuál es el conflicto, hallé que el conflicto es el regreso, la imposibilidad de habitar una casa que ya existe, por la que se trabajó durante años, por la que se asumió desplazamiento, distancia y después de haber conseguido ese sueño, no se habita. Entonces decidí buscar una historia en la que alguien no quiera posponer el regreso para habitar su casa. Y ahí encontré a mamá Icha.

Óscar Molina es director y productor de cine colombiano con estudios en periodismo y artes visuales en Colombia y un MFA en Cine y Artes Mediáticas en la Universidad de Temple (EEUU). Su trabajo cinematográfico reciente se ha centrado en la relación entre economía, migración y hogar. En 2004 recibió el Premio Nacional de Periodismo de Colombia por el documental «El reino encantado». Foto: Camilo Castañeda Arboleda.

¿Aparece en el trasfondo de estas historias una relación entre migración y violencia estructural?

Es una pregunta compleja. América Latina ha sido históricamente, desde su constitución, una región que se ha dedicado a proveer recursos a los países donde se concentra la riqueza económica. En este sentido, hay un flujo de capital que suele ser unidireccional, muy pocos recursos retornan a la región y eso ha generado un proceso de empobrecimiento y de desplazamiento que termina siendo no sólo económico sino también emocional, existencial, en la relación con la tierra. Entonces vivimos en territorios que son ricos en recursos, ricos en producción de bienes espirituales y culturales, pero es muy difícil estar ahí.

¿Cómo entender esta relación entre violencias estructurales y migración a la luz de problemas como el desplazamiento forzado en América Latina y, particularmente, en Colombia?

Latinoamérica y Colombia son países que han vivido olas permanentes de desplazamiento, tanto internamente como hacia afuera de los países. Gran parte de estos desplazamientos tienen que ver con la necesidad de buscar prosperidad económica en otro lugar, ya que en los lugares de origen es difícil conseguirla, o con situaciones políticas de no respeto a los derechos humanos. Esto genera, particularmente en Colombia, que en los últimos 50 años hayamos tenido una de las tasas de desplazamiento interno más grandes del mundo y que poco más del 10 por ciento de la población colombiana viva fuera del país.

¿Qué puede simbolizar mamá Icha en cuanto a la relación de los migrantes con su tierra, con el arraigo, con la identidad?

La historia de Mamá Icha es una historia muy poderosa porque es sobre alguien que quiere cumplir su último deseo en la vida que es regresar a su tierra de origen y en el documental uno puede ver lo difícil que es cumplir ese deseo. Suena muy simple: “Quiero volver a mi tierra y morir en ella”, pero realizarlo implica darse cuenta de cuáles son las posibilidades económicas, cuál es la seguridad social con que se cuenta, cuál es el cuidado, y mamá Icha sobrepone todas esas dificultades al deseo de cumplir ese sueño. Lo que esto demuestra es que allí hay un sentimiento que es profundo, que está en todos los seres humanos, y es el deseo de pertenencia, ese deseo de estar en un lugar, de tener relaciones en ese lugar y esto, términos simbólicos y espirituales, significa arraigo. Esa es una condición humana que ha perdido vigencia, que ha perdido necesidad, aparentemente, porque estamos en unas sociedades en las que hay mucho movimiento y es posible irse, estar al otro día en otro país o trabajar desde otro lugar.

Entonces esa idea de la pertenecía y del arraigo se ha perdido y en La casa de mamá Icha eso toma fuerza y nos habla de la necesidad de construir posibilidades, de tener cuidado en el lugar donde uno quiere estar, que muchas veces es el lugar donde se nace, donde se pertenece, donde está la familia, donde están las relaciones fraternales. La historia de mamá Icha es como volver a preguntarse por qué los territorios originales tienen tanta dificultad para ofrecerle condiciones de prosperidad a la gente, y por qué tenemos que aceptar que no las van a tener, por qué es tan difícil tener seguridad social, cuidado, prosperidad, empleo en el lugar donde se nace, por qué hay que irse para lograr eso.

Yo veo esto también frente a lo que está viviendo Colombia en este momento y a la indignación que todos tenemos con lo que está pasando. Sabemos, en términos estadísticos, que este es uno de los países más ricos del mundo, pero paralelamente uno de los países con mayor desplazamiento del mundo. Entonces, como que esas dos cosas no cuadran, si estamos en un país rico, ¿por qué tenemos unas tasas del 40 por ciento de pobreza?, ¿por qué tenemos una de las tasas de desplazamiento más grandes del mundo?, ¿por qué es tan difícil vivir en un país rico?, ¿por qué es tan difícil que alguien pueda cumplir el sueño de regresar?

La casa de mamá Icha recibió un premio de realización de cortometraje del FDC (2014), un premio de posproducción del Centro Atico de la Universidad Javeriana (2016) y un estímulo de posproducción por parte de la Comisión Fílmica de Medellín (2017). Imagen: Mi casa my home.

¿Cómo se relaciona el tema de este documental con la memoria?

La casa de mamá Icha se relaciona con la memoria en la medida en que la fuerza que lleva a mamá Icha a cumplir su deseo de regresar a su tierra tiene que ver con la nostalgia, con el recuerdo, con las relaciones construidas tiempo atrás a las que se quiere volver. Es la necesidad de reconectarse con ese pasado, volver a estar ahí, volver a estar presente, pero también es una historia donde se confronta esa memoria con la realidad, mamá Icha, después de 30 años de vivir en los Estados Unidos, tiene unas ideas de lo que era su tierra, de lo que eran sus relaciones, de lo que era su familia y regresa para querer continuar con esas imágenes, pero cuando regresa se da cuenta de que el espacio físico y muchas de esas personas que están ahí se han transformado, la realidad se ha transformado, algunos hábitos se han transformado, algunas formas de relacionamiento se han transformado.

En La casa de mamá Icha la memoria es el motor que lleva a esta abuela a cumplir su sueño, pero a la vez es el drama en el que ella ve confrontado el recuerdo con la realidad. Es una historia que nos hace pensar en la memoria como construcción, como nostalgia del pasado, pero esa idea de memoria se transforma cuando vemos qué es lo que está pasa en la actualidad.

¿Este documental, de alguna manera, hace una memoria sobre la migración bajo la perspectiva del arraigo?

Sí, esto es un documental que tiene que ver con la relación entre memoria y arraigo, la memoria como la fuerza que lleva a cumplir el sueño de volver a casa, la memoria como el motor que permite dar cuenta de la fuerza que tiene el sentimiento del arraigo en un ser humano, sentimiento que está muy presente en la migración o en las personas que se mueven de un lugar a otro, pude ser internamente en su mismo país. Eso lo podemos ver en las historias de nuestros padres, de nuestros abuelos, el deseo y la manera que tienen de relacionarse con el lugar de origen y con una casa que muchas veces está por fuera de la ciudad y no tiene buenas condiciones físicas de cuidado, pero simbólicamente significa, por la historia y la nostalgia de lo que se vivió allí; la infancia, las relaciones familiares.