Durante casi cinco décadas, esta publicación del Cinep ha sido el punto de encuentro para analizar temas coyunturales y también históricos del país como los conflictos agrarios, las luchas urbanas, los procesos de paz, el conflicto armado y la violencia en Colombia.

 

Por: Daniela Jiménez González

Foto: Cinep

Hace cerca de cincuenta años, cuando en Colombia apenas comenzaba a nacer el Centro de Investigación y Acción Social, en cabeza de la compañía de jesuitas, un grupo de investigadores que llegaban a estos crecientes centros de estudios sociales comenzaban a preguntarse cómo avivar las conversaciones sobre la paz y el conocimiento de la realidad social en el país y en América Latina.

Fue en uno de estos espacios, de lo que años más tarde sería el Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep), en donde surgió una de las primeras publicaciones periódicas de análisis del conflicto armado colombiano y los derechos humanos. Al principio, la ambiciosa revista llevó por nombre Anali-CIAS; una corta publicación hecha en mimeógrafo, de tiraje mensual, en la que se hacían estudios de asuntos de coyuntura y una cronología de eventos sociales y políticos recientes en el país. Parecía cumplir con su propósito, pues Anali-CIAS avivaba el debate entre los investigadores sociales y consiguió publicar 21 números entre 1972 y febrero de 1975.

Con el número 32 le llegó un nuevo bautizo a la publicación, que hizo alarde de lo que sus páginas estaban precisamente causando. La comunidad del también recién renombrado Cinep pasó a llamar a esta revista como Controversia, le dio una nueva imagen con carátula, logo y un formato de bolsillo, a manera de libro. Con el paso de los años, la revista logró convertirse en uno de los referentes monográficos más importantes del país en relación con temas de interés político.

Así, recuerda el actual director de Controversia, Mauricio Archila Neira, “hubo varios números dedicados al análisis de las candidaturas presidenciales o de los planes de desarrollo del presidente elegido. También salieron ediciones que tocaron la violación de los derechos humanos en Colombia, se recogieron debates sobre los problemas urbanos, el crecimiento de la economía, las reformas educativas y los movimientos estudiantiles, el problema agrario y las respuestas campesinas o indígenas, así como debates sobre la teoría crítica y el marxismo. Pero a comienzos de los años noventa se fue distanciando su salida y prácticamente se interrumpió hasta 1995, cuando reinició en su segunda etapa”.

Mauricio Archila cuenta que en el número 167 de octubre de 1995 se produjo un “revolcón” en Controversia acorde con los tiempos que vivía el país. Cambió su formato al de revista grande, comenzó a ahondar en artículos más cortos de gran difusión sobre elementos teóricos, conceptuales o metodológicos desarrollados por los investigadores del centro y por algunos académicos cercanos.

A raíz de estos cambios, la revista pasó de un tiraje mensual a semestral y se conformó un aparato institucional de publicación, con director, equipo editorial y comité asesor científico. Además, empezó la búsqueda del proceso de indexación. En la actualidad a Controversia se han sumado algunos asociados, como la Cooperativa Confiar y el Instituto de Estudios Interculturales (IEI) de la Universidad Javeriana, sede Cali.

Tal como lo reseña Mauricio Archila, llegar a más de 200 números en una revista académica de este tipo es de por sí una proeza. “Pero lo es más por la misión que ha cumplido: trascender el círculo de investigadores de las ONG para proyectarse a debates y polémicas en el amplio mundo académico y de las organizaciones sociales del país y del continente”.

Hacemos Memoria dialogó con Archila Neira sobre las transformaciones de esta publicación que va por el número 217.

 

¿Cómo recuerda los primeros tirajes de Controversia?

Los primeros tirajes eran con algo que la juventud no sabe qué es, que son los esténciles, era una forma de impresión muy primitiva. Y luego fue adquiriendo un carácter más de revista, enfocándose en los informes de los investigadores. Durante mucho tiempo tuvo un carácter sociológico y desde 1996 adquiere ya el carácter que tiene ahora, que es una revista con temas de dossier, temas libres, en los que se van reflejando las líneas investigativas tanto del Cinep como de otras organizaciones.

¿Cuáles considera que han sido sus principales transformaciones?

Ha tenido distintas etapas, en algún momento fue una publicación monográfica, eran casi pequeños libros y funcionó así mucho tiempo. Desde 1996 varió en tamaño y ha adquirido el carácter de revista que refleja la investigación del Cinep y en algunos momentos también de otras ONG que han colaborado, como la Corporación Región, el Instituto Popular de Capactiación de Medellín, la Escuela Nacional Sindical y recientemente el Instituto de Estudios Interculturales de la Javeriana de Cali. Siempre hemos contado con el apoyo de la Cooperativa Confiar.

¿Qué cree que significan este tipo de publicaciones en torno a paz, conflicto, derechos humanos?

Con 217 números, es una de las revistas de ciencias sociales y humanidades más antiguas y constantes del país. De allí han salido textos pioneros en temas investigativos, por ejemplo, casi que el primer libro de Alfredo Molano salió ahí, en Controversia, que era sobre los bombardeos de Pasto a finales de 1970. Molano va y entrevista a las comunidades con Alejandro Reyes. Hay una publicación de documentos del Consejo Regional Indígena del Cauca. Está la tesis de doctorado del padre Javier Giraldo sobre las luchas urbanas. No te voy a decir que es la pionera, pero hay muchos aportes al conocimiento del país y a los procesos de paz. Es una línea permanente de análisis tanto de la violencia como de los procesos de memoria.

¿Qué representa para el equipo de investigadores cada versión nueva de la revista Controversia?

Es una satisfacción por la labor editorial. En esta pandemia no se han imprimido nuevos números, son virtuales, entonces el placer de tener la revista en las manos no ha sido recientemente algo que podamos vivir. Pero sabemos, eso sí, del placer del deber cumplido.