El proyecto entrevistó a 300 líderes sociales, comunitarios, civiles en Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela.

 

  • Para 400 comunidades de la cuenca amazónica no había ni una sola cama UCI funcional a menos de mil kilómetros al inicio de la pandemia.
  • La salud se convirtió en argumento no solo para reprimir la protesta, sino para eliminarla simbólicamente. En algunos países las medidas de los gobiernos para mitigar la covid-19 fueron abusivas.
  • En la pandemia, América Latina se convirtió en la segunda región con más violencia de género.
  • El encierro representó para las personas un rompimiento abrupto de los vínculos sociales y del seguimiento a proyectos de vida en las comunidades.
  • La alimentación y el desarrollo de programas de anticoncepción, recreación y salud mental de miles de niños y jóvenes de las zonas más apartadas dependen de la presencialidad en las escuelas. Estas generaciones están creciendo a la deriva de los Estados.
  • En medio de las adversidades en muchas comunidades emergieron procesos colectivos de resistencia y trabajo comunitario, redes de economía solidaria y grupos de caridad. Además se revaloró la medicina ancestral como una alternativa de cuidado.

 

Cuando la pandemia llegó a Puerto Maldonado, Perú, en 2020, Rayner Jhoao Mikirisiwi, indígena y estudiante de Ecoturismo de la Universidad Nacional Amazónica de Madre de Dios, tuvo que buscar trabajo y empezar a ahorrar dinero para comprar un celular que le permitiera conectarse a clases. Las dificultades no pararon allí, cada vez que tenía clase, este joven debía salir de su comunidad, caminando durante 40 minutos, hasta llegar a un sitio con conexión a Internet. Aunque Rayner persistió en sus estudios, varios de sus compañeros decidieron retirarse de la carrera.

Rayner Jhoao Mikirisiwi. Boca Colorado, Bolivia

“Quédate en casa” fue la consigna universal, “pero si no trabajas, no tienes dinero, y si no tienes dinero, no tienes comida”

 Joyce Cursino. Activista, actriz y periodista. Belém, Pará, Brasil

 El proceso de autoconocimiento le ayudó a Bianca Ramos a tener fuerza, sabiduría y equilibrio para enfrentarse a situaciones como la pérdida de personas conocidas y la ansiedad. La distancia de la familia y los amigos es uno de los sacrificios que enfrentan durante la pandemia las personas que están al frente de la atención sanitaria.
Bianca Ramos de Castro. Médica, Sao Luis, Marañao. Brasil

“Los testimonios del proyecto Voces son 300 relatos de vida, son 300 voces que nos dan un poquito de esperanza en medio de un panorama realmente complejo, son un aporte a la memoria de un momento de crisis que vivimos como humanidad”.

Patricia Rendón. Periodista colombiana. Alemania

 

30 de abril de 2021. Voces de la Pandemia es la recopilación de 300 testimonios, en seis países de la cuenca amazónica, de trabajadores informales, líderes y lideresas sociales, indígenas, afrodescendientes, campesinos, trabajadores de la salud, periodistas, docentes, estudiantes, funcionarios públicos y expertos de distintas áreas del conocimiento, que desnudan en sus relatos como la covid-19 y las medidas para enfrentarla están afectando la dignidad humana y la defensa de los derechos humanos en la región.

La investigación duró más de seis meses y fue desarrollada por el proyecto Hacemos Memoria, de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Universidad de Antioquia, con apoyo de DW Akademie y la cooperación alemana.

En el proceso investigativo participaron once periodistas de Colombia, Perú, Ecuador y Brasil, quienes se encargaron de recopilar de manera virtual los testimonios que fueron enviados por las personas en audios, imágenes o videos desde grandes ciudades como Lima, en el Perú, hasta pequeñas comunidades como Taraira, en el corazón de la Amazonía colombiana. Toda esta información ya está publicada en la plataforma digital www.voces.cc donde los visitantes pueden, a través de un mapa, geolocalizar el lugar donde se originó la historia y acceder al contenido.

“La idea surgió de la intención de Hacemos Memoria de hacer seguimiento a los derechos humanos en medio de la pandemia. En un primer momento, junto a Vokaribe Radio, desarrollamos una serie radial que se llamó Sin tapabocas, de la que hicimos dos temporadas en 2020. La evolución de ese proceso es la plataforma Voces, en la que los testimonios dejan en evidencia cómo, pese a la pandemia, las violaciones a los derechos humanos han continuado y cómo la covid-19 evidenció problemas estructurales que tienen los países de la región desde hace décadas”, explicó el periodista Víctor Casas Mendoza, coordinador de Hacemos Memoria y coordinador del proyecto Voces.

 

Crisis que se agudizaron con la pandemia

Para Patricia Rendón, periodista colombiana que participó en Voces como integrante de Vokaribe Radio, el asesinato de 133 líderes y lideresas en el primer año de la pandemia representa solo una de las problemáticas que son transversales a América Latina, donde los liderazgos sociales están en permanente riesgo “porque defienden la paz y los territorios, protegen los recursos naturales o están en contra de las economías ilícitas de actores armados”.

Otro de los problemas transversales en la región, expresó Érika Suárez, periodista peruana que participó en la investigación como integrante del Servicio de Información Intercultural (Servindi), es la vulnerabilidad de “los pueblos amazónicos que ya vivían una crisis antes de la covid-19. Son pueblos que de por sí han vivido olvidados y a los que el Estado nunca les ha brindado respuestas pertinentes a sus necesidades”.

Por su parte, el periodista brasileño Matheus Maritan, quien también participó en la investigación, manifestó que, en Brasil, como en otros países de la Amazonía, “hay un crecimiento de las desigualdades sociales que se incrementó con el coronavirus” y que, según él, se expresa en problemas como “la tasa de desempleo que, antes de la pandemia, ya era alta en Brasil y continúa así. Pero el gobierno no trae ayudas a la población, lo que muestra las fallas en las políticas públicas del Estado”.

Al encontrar estas y otras realidades la investigación Voces decidió, además de recopilar testimonios, elaborar 15 contextos periodísticos que profundizan la información acerca de problemáticas transversales a los países de la Amazonía como la vulnerabilidad de los grupos étnicos, la violencia de género, los conflictos socioambientales y la desigualdad, entre otras.

Testimonios de vida y resistencia

Para Patricia Rendón, los testimonios recopilados en la plataforma Voces “son 300 relatos de vida, son 300 voces que nos dan de alguna forma un poquito de esperanza en medio de un panorama que es realmente complejo, porque nos están narrando también la forma como las personas han resistido, como se organizaron y como se reencontraron en comunidad para estar juntos y juntas, por encima de todo lo que estaba ocurriendo, en una relación de colectivo. Entonces esas 300 voces son, más que un hallazgo, un aporte a la memoria de un momento muy complejo que vivimos como humanidad”.

Para Matheus Maritán, “se trata de historias llenas de detalles que tienen características únicas, aunque comparten realidades similares que muchas veces los Estado no comprenden; “cuando las autoridades dicen: ‘quédate en casa’, ¿qué casas son esas?, recibí testimonios de personas diciendo que tenían familias con siete individuos que vivían en una casa con un único ambiente. Imaginas si alguna de esas personas tiene covid-19 qué pasa con los demás. Las autoridades también piden lavarse las manos, pero muchas comunidades ni siquiera tienen agua potable y esa es una realidad no solo de Brasil sino de todo el Amazonas”, explicó.

Justamente, poniendo en el centro el sentido de humanidad, el proyecto Voces decidió recopilar en su página www.voces.cc  los testimonios bajo tres principios esenciales para la vida en sociedad: libertad, igualdad y solidaridad.

 

Problemas estructurales

Problemáticas de las personas migrantes, quienes 3 semanas después de que se declarara la pandemia por la covid-19 y con el cierre de las fronteras del 92 % de los países latinoamericanos quedaron en el limbo debido a que algunos estaban a mitad de camino entre sus países de origen y el destino que buscaban. A estos se sumaron posteriormente las personas que se habían radicado en otros países, pero que a causa de la pandemia perdieron sus empleos y no encontraron otra fuente de ingresos, viéndose obligados a retornar a sus naciones.

La magnitud de esta situación fue calculada por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que contabilizó más de 111.000 migrantes varados en las fronteras de Latinoamérica. Por su ubicación geográfica, como sitio de paso entre Suramérica y Norteamérica, México, Panamá y Colombia se convirtieron en los países con mayor concentración de migrantes al inicio del confinamiento.

Violencia de género: ONU Mujeres estima que, en la actualidad, en todo el mundo, una de cada tres mujeres sufre violencia sexual o física, la mayoría a manos de su pareja. En América Latina el panorama es preocupante porque, de acuerdo con el Banco Mundial, en esta región se ubican catorce de los veinticinco países con el mayor número de feminicidios, a lo que se suma que, durante la pandemia, Latinoamérica se convirtió en la segunda región del mundo más afectada por la violencia de género.

El cierre de los colegios aumentó la carga de tareas en el hogar y muchas mujeres se vieron enfrentadas a jornadas más extensas y desgastantes para poder responder en sus empleos y en sus familias.

Problemas de salud mental: La pandemia de la covid-19 trajo consigo afectaciones a la salud mental de la población en general, asociadas en parte a las medidas de confinamiento obligatorio, principalmente en países con dificultades socioeconómicas, como Ecuador, Perú, Brasil y Colombia, en la región de la Amazonía.

El encierro representó para las personas un rompimiento abrupto de los vínculos sociales, situación que se sumó a otras circunstancias que trajo consigo la pandemia, como la incertidumbre laboral, el aumento del desempleo, la recesión económica y el miedo latente, no solo a contraer el virus, sino a que las personas del entorno personal se enfermaran y murieran.

Conflictos socioambientales: El Observatorio de Conflictos Mineros de América Latina (Ocmal) siguió de cerca lo que sucedía con los conflictos socioambientales asociados a los proyectos de extracción y las licencias ambientales en todo el territorio. Desde el inicio de la pandemia los líderes de esa organización expresaron su preocupación por que en el 2019 ya habían asesinado a 212 defensores de la tierra y el medioambiente. De ellos, 64 estaban en Colombia, 24 en Brasil y 18 en México.

En Colombia también hubo polémicas porque, entre las medidas adoptadas por la pandemia, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) autorizó que las audiencias públicas ambientales, que se realizan con las comunidades que serán impactadas por proyectos mineros y que son un prerrequisito para el otorgamiento de licencias de explotación, se realizaran de manera virtual, situación que fue rechazada por los líderes, debido a que hay muchos campesinos que no tienen acceso a internet o no manejan las herramientas virtuales.

Vulnerabilidad de los grupos étnicos: En los primeros cinco meses de la pandemia 1.251 indígenas murieron, según los reportes entregados el 4 de agosto por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Para ese momento se habían documentado 35.598 casos de personas contagiadas en 212 pueblos o naciones indígenas.

Al inicio de la pandemia ninguna de las 400 comunidades que habitan la selva, que alberga a casi 3 millones de personas, según la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica, tenía ni una sola cama de cuidados intensivos funcional a menos de mil kilómetros. La organización Médicos Sin Fronteras señaló que, para atender la pandemia en la zona, tanto ellos como los equipos de salud locales tuvieron que enfrentar dificultades propias del terreno, como las largas distancias y la ubicación remota de algunas poblaciones, lo que dificultó la recepción de insumos y el traslado de pacientes.

Durante la pandemia, en países como Perú y Colombia, muchos pueblos indígenas renunciaron a ser atendidos por el sistema de salud convencional. Morir lejos de casa, sin poder poner en práctica rigurosamente la espiritualidad de sus culturas, les resultaba más grave que padecer la enfermedad selva adentro, en sus comunidades aisladas y alejadas.

Asimismo, como lo señalan algunas organizaciones indígenas y no indígenas, la crisis generada por el coronavirus ha incrementado el reclamo para que se piense en sistemas de salud interculturales que eviten que emergencias como esta pandemia pongan a las comunidades indígenas ante el peor de los escenarios: el de su desaparición.

Pobreza y desempleo: La lucha contra la pobreza y el desempleo ha sido uno de los desafíos más profundos de la pandemia del coronavirus para América Latina, la región más desigual del planeta, según los datos del Banco Mundial y la Organización de Estados Americanos (OEA). Según el informe, “casi con toda seguridad, los efectos de la actual crisis se harán sentir en la mayoría de los países hasta 2030”. El documento agregó que los efectos de la pandemia no solo afectarán a las personas más vulnerables, sino que harán que haya “nuevos pobres”.

En Colombia, el periodo más crítico de desempleo se registró en junio del 2020, cuando, según los datos del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane), la cifra de desocupados fue del 19,8 %, la más alta en las últimas dos décadas. En octubre esa cifra se redujo al 14,7 %; sin embargo, continúo siendo alta en comparación con el mismo periodo del 2019, cuando se ubicó en 9,8%.

El 29 de abril de 2021, el Dane reveló que a causa de la pandemia la pobreza aumentó en un 42,5% en Colombia durante el 2020, lo que significó que 3,6 millones de personas ingresaron a la línea de pobreza. En total, el país registró 21 millones de personas en situación de pobreza monetaria ese año.

Barreras en la educación: A mediados de junio del 2019, el Banco de Desarrollo de América Latina envió alertas diciendo que, pese a los avances en la infraestructura y las redes, el 45 % de los estudiantes latinoamericanos no tenía acceso a los servicios derivados de la conectividad, pues solo 4 de cada 10 hogares tenían conexión de banda ancha fija, y apenas el 50 % tenía acceso a datos móviles. En ese contexto tecnológico, varios de los docentes de las escuelas más apartadas, en la Amazonía colombiana, tuvieron que subirse a una moto e ir casa por casa para entregar los documentos y orientar a los estudiantes.

La Unesco reveló que al menos una parte de la alimentación de miles de niños y jóvenes dependía de los programas de nutrición de las escuelas y además asistir a una escuela les permitía a niños y jóvenes acceder a otros servicios complementarios para mejorar su desarrollo y sus condiciones de vida, como los programas de anticoncepción, recreación y salud mental.

Restricción a la libertad y barreras para la vida democrática: Varios analistas consultados coinciden en que para mitigar el contagio exponencial de la covid-19 era necesario que los países de la Amazonía y del mundo restringieran ciertas libertades, estos mismos expertos no dudan en señalar que con esas restricciones algunos Gobiernos han incurrido en excesos para la vida democrática.

Así, las medidas para paliar el coronavirus pasaron de lo necesario a lo abusivo, y mientras se abrían sectores económicos para evitar un golpe productivo más duro, y algunos espacios sociales, culturales y deportivos retomaban actividades, se argumentaba que las protestas sociales eran irresponsables puesto que generaban aglomeraciones.