¿Por qué es tan difícil negociar con el Ejército de Liberación Nacional? Esa es la pregunta que plantea Una paz sin dolientes, libro del sociólogo Luis Eduardo Celis, quien hace un recorrido por todos los intentos de negociación con esa guerrilla y reflexiona sobre lo que se debe superar para alcanzar la paz.

Por: Esteba Tavera

Según el sociólogo Luis Eduardo Celis la principal dificultad para lograr un acuerdo de paz con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), es que ni esa guerrilla ni los gobiernos que han negociado con ella ni la sociedad civil están lo suficientemente maduros para ese propósito. A esa conclusión llegó luego de más de quince años estudiando las ideas, estrategias y políticas de esa organización insurgente, así como los intentos de negociación en los que se ha visto involucrada.

“Este no es un ensayo ni un producto académico. Es un escrito periodístico a manera de gran reportaje, en el que yo incluyo toda mi experiencia de estudios de las diferentes iniciativas de paz en los que se ha visto involucrado el ELN. Mi intención es generar una reflexión que permita que tanto las élites de poder, como esa guerrilla y la sociedad civil nos preguntemos qué debemos hacer para lograr la paz”, dice Celis sobre su libro.

A lo largo de los ocho capítulos, el autor relata cómo cada Gobierno, desde Belisario Betancur hasta Iván Duque, ha maniobrado la negociación de paz con el ELN, y por qué es tan difícil dialogar con esa guerrilla.

El libro da cuenta de todos los intentos de negociación que los gobiernos han emprendido con el ELN desde 1982, ¿cómo reconstruyó toda esa historia?

Este es un tema sobre el cual yo tengo pasión, entonces, a parte de tener un conocimiento acumulado a lo largo de estos quince años, también he tenido contacto con los protagonistas de cada momento. Por ejemplo, yo he tenido mucho contacto con Felipe Torres, Francisco Galán y León Valencia. En esta última década he tenido la posibilidad de hablar con ellos, de escucharlos, y toda esa historia de la crisis del ELN, de su recomposición, las capturas de ellos y su papel en las negociaciones cuando fueron representantes de esa guerrilla, la he recogido en el libro. Igual pasa por parte del Gobierno. En estos últimos quince años me he acercado a personas que han representado a los gobiernos en las distintas mesas de negociación.

¿Por qué el título del libro?

El título, Una paz sin dolientes, resume muy bien lo que yo pienso de este proceso. La paz con el ELN no tiene dolientes porque ni el ELN está maduro para la negociación ni los diferentes gobiernos lo han estado ni la sociedad ha tenido la madurez para poder empujar la negociación.

Las negociaciones exitosas, arrancando desde el M-19 hasta la última con las Farc, han tenido dolientes. Es decir, gente que se compromete con el esfuerzo de paz. En este caso, desafortunadamente, no hemos tenido ni en el ELN ni en los gobiernos ni en la sociedad.

El lanzamiento del libro, publicado por NC Producciones, se realizó el sábado 4 de mayo en la Feria Internacional del Libro de Bogotá.

¿Por qué dice que el ELN no está maduro para negociar?

El ELN ha sufrido cambios importantes en su estrategia política. Primero, se mantuvo en una estrategia de poder global en la que planearon construir un poder para derrotar al enemigo. Sin embargo, cuando se dieron cuenta de que no podían hacer eso, es decir, cuando se debilitan y se dan cuenta de que no es posible la victoria militar, cambian su estrategia hacia una de resistencia armada.

A partir de ese cambio, que se dio en el congreso del año 2004, hasta el presente, el ELN ha tenido una doble estrategia. Por un lado, su proyecto de resistencia armada, en la cual es victorioso cada día, porque cada combatiente del ELN que se levanta vivo en las mañanas es un vencedor. Y por el otro lado, su propuesta de solución negociada, en la que creo que creen muy poco.

¿Cómo puede explicarse el fracaso del último intento de negociación?

Yo creo que el presidente Juan Manuel Santos planteó una estrategia que no resultó bien. Lo que él planteó fue concentrarse en un acuerdo con las Farc para luego buscar al ELN. Esa estrategia fue dejando de lado al ELN y entonces ellos se reforzaron más en su idea de que no había voluntad de negociación de su contraparte.

Entonces, ¿qué tiene que cambiar para que pueda darse una negociación exitosa con esa guerrilla?

Para lograr una negociación exitosa se requiera, en primer lugar, que los actores implicados crean y estén interesados en esta. Al presidente Duque no veo que le interese una negociación, eso no está en sus prioridades. Por su parte, el ELN no ve condiciones para negociar y en la sociedad hay mucho escepticismo sobre eso. Entonces, creo que por ahora no hay condiciones para una negociación, pero hay que construirlas. Hay que madurar en la sociedad, en el ELN y en una élite de poder, una estrategia de cómo llevar a cabo un proceso de paz. Eso implica que todos pongamos algo, pero principalmente el Gobierno, que es el que lidera una negociación.

Ahora, hay cosas que creo que son positivas. Por ejemplo, existe una dinámica paramilitar mucho más acotada en comparación con la década de 1990. También se ha perdido la idea de que las Farc es el objetivo principal. Tras la firma de los acuerdos con esa guerrilla, la prioridad pasó a ser el ELN. Pero lamentablemente no veo la voluntad de este Gobierno de negociar.

¿Qué podemos esperar de la estrategia del ELN para este contexto?

Yo creo que el ELN se va a mantener en su estrategia de resistencia. Eso significa que se va a sostener en los territorios donde está y va a tratar de crecer un poco para tener más presencia territorial. Con la salida de las Farc del conflicto, el ELN ocupó unos territorios de los cuales el más significativo fue el Chocó, incluso, podría decirse que, en los últimos cinco años, el ELN se ha fortalecido.

Yo esperaría que el ELN no coja el camino del terrorismo urbano, porque una cosa es lo que pasa en el Catatumbo o el Chocó y otra lo que pasa en Bogotá, Cali, Medellín, Cúcuta, Bucaramanga, etcétera. Cuando el conflicto se siente en las ciudades, se vuelve un tema de primera página, cuando está lejos, es un tema marginal, y claro, si el ELN coge ese camino, pues tiene una doble connotación: los pone en la cresta del debate público, pero también genera más resistencias y más tensiones.