Un documental creado por jóvenes, que obtuvo elogios en el pasado Festival Internacional de Cine de Cartagena, refleja las luchas de resistencia de un pueblo gaitero en las estribaciones de los Montes de María.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Imágenes: Cortesía CNMH y Los Sonidos de la Chuana

Me da nostalgia los recuerdos de mi tierra, 

yo vivo lejos… pero me quiero ir. 

Cuánto añoro los recuerdos de mis abuelos,

sus costumbres sanas yo no las tengo aquí.

Me voy pa' mi tierra, me voy pa' La Europa, 

Y estoy seguro que allá vivo feliz. 

Con mi sudor riego los suelos, 

en los campos vedes floridos de abril.

Andrés Narváez, cantante y compositor.

 

Las estrofas antes citadas encierran la añoranza de un pueblo que no es el mismo. No es el mismo porque, entre finales de los 90 y principios de la siguiente década, las gaitas, los tambores, las maracas y la poesía de sus cantos fueron ahogados por el jalonar continuo de los gatillos. Ese pueblo es Chengue, un corregimiento del municipio de Ovejas en el departamento de Sucre. Hasta allí llegaron cuatro mujeres para realizar un documental que puso de nuevo la mirada en este territorio de los Montes de María, alguna vez escenario de disputa entre los actores del conflicto armado y hoy semilla de esperanza para sus habitantes.

La pieza audiovisual, que tuvo el acompañamiento del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), lleva por nombre Relatos de resistencia en los Montes de María, y comienza con uno de esos amaneceres profundos y verdores agrietados por caminos polvorientos. Sus habitantes no hablan, cantan recuerdos y le dedican al paraíso que les rodea el esfuerzo de sus manos. No ocultan que el temor aún les acecha, y que las imágenes de terror siguen vivas entre los más viejos: el miedo, que alguna vez disciplinó sus cuerpos, hoy es esperanza y memoria.

Sofía Meriño, Berónica Peluffo, Natalia Oviedo y Megan Peluffo son las integrantes del Colectivo de Comunicaciones ‘Los Sonidos de la Chuana’, creadoras del documental. Son oriundas de Ovejas y demasiado jóvenes para recordar lo sucedido el 17 de enero del 2001, cuando hombres del Bloque Héroes de los Montes de María asesinaron a 29 personas en el corregimiento de Chengue. Siempre les inquieto ese silencio melancólico de sus pobladores, muchos de ellos familiares y amigos. Conocían la fecha, pero querían saber más, abrir el corazón de sus habitantes, de sus líderes y saber qué palpitaba dentro de él. En ese proceso, el campesino Esnaldo Gestar les dijo frente a la cámara: «Me puse a pensar que no actuar y quedarme metido en los recuerdos era quedarme preso de sí mismo”.

Realizadoras del documental Relatos de resistencia en los Montes de María.

Esta masacre no fue el único hecho que perturbó la población de Ovejas, y de paso a Chengue: los asesinatos selectivos, las amenazas, las torturas, el abuso sexual y el estigma fueron el combustible que prendieron la desconfianza hasta casi destruir un tejido social que había convertido a Ovejas en un paraíso de la cultura caribeña. De acuerdo con el Registro Único de Víctimas, a corte de marzo del 2021, en Ovejas se registraron 48 mil 832 víctimas del conflicto armado. Y más de mil 200 personas se vieron obligadas a desplazarse después de los hechos, según datos del Cinep. Las autodefensas vieron en el bienestar y riqueza de sus habitantes un reflejo del poder organizativo de las guerrillas, que también cometieron delitos, y por eso a sangre y fuego impusieron su ley de miedo.

Veinte años después las botas de los violentos siguen recorriendo este municipio. No con la misma frecuencia que antes, porque de hecho aparecen y desaparecen solo dejando su huella amenazante. Sin embargo, es imposible negar que, a pesar del abandono estatal, el sentido de pertenencia de sus habitantes con el territorio y su amor por la música de gaitas ha vuelto a echar raíces en proyectos como La miel de Chengue. Esta iniciativa productiva acoge a 157 familias del corregimiento y veredas aledañas desde el 2017, y busca dar solución a los problemas ambientales, económicos y productivos derivados de los efectos del conflicto armado.

Julia Meriño, líder del corregimiento de Chengue, afirmó sobre la iniciativa comunitaria que comenzó en el 2017, impulsada por la Embajada de Suecia, la Unidad de Restitución de Tierras y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura: “Para nosotros ha sido un proyecto muy bonito, muy lindo. Con esa miel nos hemos sentido dulces, hemos endulzado de pronto las tristezas, nos hemos reencontrado”.

 

Suenan las gaitas

Sofía Meriño tiene 21 años, estudia comunicación social y periodismo y es integrante de Los Sonidos de la Chuana. Sofía afirma que un elemento primordial en el documental fue la gaita. Su melodía acompaña las imágenes del paisaje y dota a los paneos sobre las viviendas del caserío, de una fuerza narrativa en donde entran en dialogo la pobreza y la resistencia de sus habitantes.

“La música de gaita representa nuestro municipio, y por eso quisimos darle ese toque de fondo. Acudimos a nuestras raíces a través de la música. Algo que tenemos claro nosotros es que la música de gaita ha sido símbolo de resistencia, siempre, incluso desde antes de que el conflicto arremetiera. Lo que nos cuentan nuestros antepasados es que donde sonaba una gaita no podía ocurrir la guerra, y de hecho los grupos armados en su momento respetaron esto”, comenta Sofía.

Henry Ortiz, músico de Chengue.

Berónica Peluffo, estudiante de administración de empresas y de gestión documental, por su parte, destaca que también fue muy importante, para comenzar a abordar a los personajes, un taller que les dio el CNMH llamado Acción sin daño. En él recibieron conocimiento y herramientas para comprender el trauma ocasionado en las víctimas y saber de qué manera llegar a los personajes, líderes y campesinos que dieron su testimonio y auguraron un mejor futuro para sus familias.

Por su parte, Natalia Oviedo, de 25 años y estudiante de trabajo social, sostiene que la realización del documental le dejó grandes saberes sobre las dinámicas resultantes del conflicto: “La gente no ha curado realmente esas heridas porque no ha existido un verdadero acompañamiento sicosocial por parte del Estado. Por eso no quisimos tocar tanto el tema de la masacre en la pieza, porque aún hay mucho que sanar a pesar de los esfuerzos de resistencia. Resistir a los señalamientos, al estigma, a los asesinatos, ha sido duro. Por eso el arte de la música es tan importante para nosotros”

Finalmente, Megan Peluffo destaca que este documental fue una buena forma de rescatar unas memorias que han sido empañadas por los grandes medios de comunicación, que han tratado el conflicto vivido en Ovejas de forma tangencial, muchas veces revictimizando a sus pobladores, puesto que por años no pudieron escapar de las dinámicas de las guerrillas. El propósito de Relatos de resistencia en los Montes de María fue mostrar el ahora, el cómo la comunidad ha asumido su presente y cómo se proyecta hacia el futuro.

 


Otra producción del Colectivo Los Sonidos de Chuana: