Se trata del Archivo Oral de Memoria de las Víctimas de la Universidad Industrial de Santander que hoy cuenta con 21 subfondos y que tiene como principio cuidar la identidad de las víctimas que dan su testimonio sobre el conflicto armado.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Imágenes: cortesía Ivonne Suárez

Profesora Ivonne Suárez.

La persona que está detrás del proyecto Archivo Oral de Memoria de las Víctimas de la Universidad Industrial de Santander, que cada vez convoca a más investigadores sociales, es Ivonne Suárez Pinzón, profesora titular de la Escuela de Historia de esa universidad, quien ha sido una estudiosa del conflicto armado en Colombia y ha padecido en carne propia la amenaza y el exilio.

Ivonne es historiadora de la Universidad de Antioquia y cuenta con un doctorado en Estudios Ibéricos e Iberoamericanos de la Universidad del Franco Condado, de Francia. En el 2013, a raíz de una investigación sobre desplazamiento en Bucaramanga, comenzó este proyecto de memoria, conocido como Amovi-Uis, que hoy uno de los archivos de derechos humanos más importantes del país.

Ivonne Suárez Pinzón quiere convertir el proyecto en un archivo de archivos, en una gran biblioteca que guarde los testimonios de las víctimas del conflicto, respete la identidad de los sobrevivientes y ofrezca a los investigadores una gran variedad de materiales que pueden ser abordados desde diferentes disciplinas.

¿Cómo nació este proyecto archivístico de DD.HH.?

El Archivo Oral de Memoria de las Víctimas es una creación de las víctimas en sí, porque cuando en el 2013 hicimos con Colciencias la primera investigación sobre desplazamiento forzado en el barrio Café Madrid de Bucaramanga, de manera técnica, como se exige en las investigaciones, le pedíamos a la gente antes de la entrevista firmar un consentimiento, con el que nos comprometíamos a respetar el habeas data. Cuando la investigación terminó, entregamos todo a Colciencias, y decidí presentar un nuevo proyecto a esta institución, porque las víctimas me estaban diciendo con sus consentimientos firmados que confiaban en la universidad. Yo en ese momento, como soy historiadora y archivista, me pregunté cómo podía cumplirles a las víctimas, y la única posibilidad fue entonces proponer la creación de un centro archivístico.

Presenté un nuevo proyecto a Colciencias para la creación de un archivo en Bucaramanga de historia oral. ¿Por qué lo planteamos de historia oral? Porque la entrevista (grabada con dispositivo digital para luego ser transcrita) fue parte de la metodología seguida en la primera investigación que realizamos con población desplazada.

Colciencias acogió muy bien el proyecto, nos dio un aval por tres años y nos financió. Esto fue fundamental para el arranque y empezamos a plantearnos: ¿Cómo vamos a trabajar los archivos? La contradicción fue cómo poner al servicio la documentación y cómo conservar en reserva el habeas data de las víctimas para no poner en riesgo sus vidas. La decisión técnica fue transcribir las entrevistas y proceder a anonimizarlas. Por eso lo que comenzó siendo un ejercicio ahora es toda una política de manejo de la documentación en nuestro archivo. Así pues, el servicio que prestamos es el de esas entrevistas transcritas. La persona que vienen a consultar tiene que adherirse a un estricto reglamento que se puede consultar en nuestra página web. Por ejemplo, no se puede entrar con ningún dispositivo reproductor ni de imagen ni de sonido, y no se puede copiar ningún documento completo; el consultor solo entra con papel y lápiz. Aceptando esas restricciones, nuestra documentación está abierta.

¿Cómo está compuesto el archivo oral?

Iniciamos con un archivo proveniente de la investigación sobre el barrio Café Madrid y poco a poco comenzamos a hacer algo que es muy importante en los archivos: campañas de colecta de otros fondos documentales para poder ampliar nuestra colección. Así nos fuimos constituyendo hasta convertirnos en un archivo de archivos. De manera que el archivo oral de víctimas contiene en este momento 21 archivos, que archivísticamente se llaman sub-fondos. Estos recogen investigaciones diversas, producto de otros proyectos de investigación.  Tenemos hoy además archivos de organizaciones sociales, de víctimas, de derechos humanos, etc., que han confiado en nosotros y han decidido donarnos el material.

Hemos recibido en donación muchos archivos. Algunos son el archivo de la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos Humanos (Credhos), que es el más importante de Santander y en especial de Barrancabermeja. Este archivo debe consultarse directamente con Credhos, es decir que nosotros somos esa garantía de existencia y conservación en caso de que le llegue a pasar algo a los archivos originales.

Es lo mismo que hace con nosotros el Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep). Partamos del hecho de que nuestra documentación nunca puede estar en red, no hay nada que vaya a la nube de la información que manejamos nosotros, entonces tenemos un sistema directo mediante discos para entregar copias de nuestros archivos al Cinep de forma solidaria. Esta cadena es una salvaguarda de los archivos con el fin de asegurarnos que estos no vayan a ser eliminados.

Asimismo, resguardamos el archivo de la Asociación de Familiares de Detenidos y Desaparecidos en Santander (Asfaddes). Tenemos archivos de la zona minera de Guamocó, ubicada entre El Bagre, Antioquia, y Santa Rosa del Sur, Bolívar, con unas entrevistas muy intensas sobre el conflicto en ese territorio. Tenemos también el único archivo de Santander sobre la Teología de la Liberación. En total contamos con 21 sub-fondos.

Gran parte de nuestra información está digitalizada. Aunque también contamos con un depósito con documentación en otros soportes: papel, casete, disquete, video y, entre otras cosas, tenemos la más importante colección de fotografías de Santander. Y, además, contamos con 450 entrevistas realizadas a víctimas de conflicto, un volumen que consideramos importante.

¿Qué tipos de investigaciones se han desarrollado gracias a AMOVI?

Tenemos dos niveles. El primero trata sobre la investigación que hacemos nosotros. Nuestro punto de vista es considerar que un archivo tiene muy diversas funciones, pues aparte de servir, recolectar, organizar y proteger, desarrolla la función de investigar. Por lo tanto, nosotros estamos todo el tiempo realizando proyectos de investigación y produciendo artículos y libros.

Hemos producido tres libros, proyectos propios con financiación diversa, uno sobre masacres en Santander y dos más sobre desplazamiento forzado. Y aparte de eso estamos produciendo en este momento informes para el Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición; vamos en el séptimo informe. A su vez, por ejemplo, estamos desarrollando conjuntamente con la universidad y la gobernación de Santander una investigación sobre desaparición forzada.

El segundo nivel trata sobre las investigaciones que motivamos. Por ejemplo, tenemos un sub-fondo conformado por entrevistas hechas por estudiantes de la universidad que previamente tuvieron la oportunidad de capacitarse, y bajo la guía de un profesor desarrollaron un análisis. Al final de esta investigación sobre derechos humanos, el material fue entregado a Amovi para su conservación.

Es decir que hay una motivación de estudiantes y profesores, así como de investigadores, de entregar los archivos resultantes. Y esto es importante porque son muchos los investigadores, digamos, de universidades públicas y privadas, que han adelantado estudios y tienen entrevistas a muchas personas. Pero estas investigaciones tienen un grave problema, y es el riesgo frente a la confidencialidad que piden las fuentes, porque el material que recolectan termina dentro de un computador que puede dañarse o ser robado. Así que esos archivos, seguramente importantes para investigaciones del futuro, van a terminar perdiéndose. Por eso nosotros hemos comenzado una campaña, buscando que los investigadores, una vez terminada su búsqueda, puedan entregar en depósito el material archivístico que recolectaron, especialmente las entrevistas hechas a víctimas del conflicto, permitiendo que otros investigadores aborden otras preguntas de investigación. Entre otras cosas porque uno se da cuenta que muchas víctimas están cansadas ya de contar su historia, y esa es una forma de revictimización.

Esto es un ejercicio de largo aliento, no más es mirar hacia Europa en donde aún están tratando de entender lo que pasó en la Segunda Guerra Mundial. En ese sentido. Es necesario pensar los archivos en clave de futuro y eso se logra gracias a la conservación de éstos.

Aparte de eso hacemos que nuestro archivo no sea uno pensado en función técnica, sino que esté vinculado a la función social de la universidad. Esto quiere decir que Amovi vive y trabaja del lado de las víctimas. Así que en la medida de lo posible programamos eventos con ellas y realizamos conmemoraciones. Ahora estamos programando un concierto navideño.

¿Cree usted que existe una sólida política de conservación de archivos de derechos humanos en el país?

La respuesta es no. Por una parte, todos saben cómo terminó el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH). De hecho, muchas organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas que habían confiado en este organismo, retiraron sus archivos al estar en desacuerdo con la administración actual. Sabemos de personas a las que les hicieron firmar incluso documentos para que el Centro pudiera conservar oficialmente esos archivos.

Ahora, el CNMH y el Archivo General de la Nación hicieron un manual siguiendo la Ley de Transparencia para el manejo de los archivos de DD.HH. El manual es muy bueno, pero no sirve para nada. Esto porque, en general, no estamos en una política de protección de los archivos. A pesar de que sabemos que todas las organizaciones tienen sus archivos, al igual que las víctimas, no les estamos dando una capacitación, no les estamos ofreciendo alternativas para que esos documentos sean bien guardado y consultados. Es como todo en este país, una política de papel. En realidad, los archivos de DDHH más importantes están con personas vulnerables de escasos recursos, por lo que sus documentos están en altísimo riesgo de pérdida.

A su vez, la mayoría de los archivos de organismos del Estado, digamos, del DAS, de la Sijín, de la Policía, de las brigadas del Ejército, etc., y están en pésimo estado. El Archivo General de la Nación no garantiza que estén organizados ni cuidados. Las autoridades no hacen las visitas del caso para verificar que se estén cumpliendo las normas de conservación. Pasa algo por ejemplo con los militares gracias a lo que les enseño el CNMH, han tenido todo el tiempo para hacer el expurgo de sus documentos como les ha dado la gana, y lo peor es que muchos de los archivos que quedan no pueden ser consultados.