Las 42 piezas audiovisuales que contiene esta maleta textil de cine documental dan cuenta de las dinámicas de este barrio de Medellín en sus últimos 44 años. Hoy son un patrimonio que contribuye al reconocimiento de la identidad de sus pobladores.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Imágenes: Alexis Quintero Bolívar, cortesía Víctor Hugo Jiménez Durango

El primer documental conocido sobre la vida en Moravia data de 1977. Su nombre, Misa colombiana, señala no solo el hilo conductor de la cinta, sino también una crítica a la desatención institucional del Estado hacia los pobladores de este barrio del norte de Medellín. La película representa, en 20 minutos, cuatro momentos de Moravia: su origen, producto de la violencia entre partidos; la inhumana vida entre los deshechos; la desesperanza en los tugurios y sus pequeñas felicidades, y la resistencia religiosa transmitida por el sacerdote Jaime Osorio. Esta es una de las piezas que hace parte del patrimonio cultural recogido por el historiador Víctor Hugo Jiménez, en el marco de su trabajo de maestría, llamado, Moravia imaginada. Audiovisuales y memoria (1977-2021), a partir de cual surgió el proyecto Maleta Textil de Cine Documental-Moravia Imaginada.

Esta maleta textil, tejida por costureras de la zona, recoge 42 documentales que exploran las transformaciones de Moravia entre 1977 y 2021. Pero, además de recuperar las narrativas audiovisuales del barrio, Víctor Hugo también decidió recopilar las memorias de un proceso textil liderado, en este barrio, por un grupo de mujeres que integran colectivos como El Costurero y Ellas Crean. Por medio de este proceso, las mujeres, a través del tejido, se han apropiado del territorio en su quehacer como madres, artistas y lideresas, teniendo como punto de encuentro el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia.

Víctor Hugo impartiendo uno de los talleres realizados en el marco de este proyecto.

Fue a este centro cultural a donde llegó Víctor Hugo para proponerles a los líderes de Moravia la puesta en marcha de un laboratorio que les permitiera crear una maleta textil que guardara las memorias audiovisuales de un barrio que vieron transformarse. De esta forma dio inicio a un ejercicio que combinó la visualización de los 42 documentales con el dibujo, el texto, el tejido, el trazado y el collage como formas para expresar los sentimientos generados por el audiovisual.

Según Víctor Hugo, este proceso en Moravia ha servido “para que la memoria siga siendo viva, para que el patrimonio se siga activando, pues es a través de este ejercicio que el barrio sigue viviendo, y por eso lo de Moravia Audiovisual nos brinda la posibilidad de pensarnos, de hacer memoria, pero también de mantenernos en esa vivacidad y en ese trabajo orgánico que es construir la identidad de un territorio”.

 

Heroína y María, dos formas de tejer la maleta

La familia de Heroína Córdoba llegó a Moravia en el año 57 expulsada del municipio de Dabeiba por los conservadores en medio de la violencia bipartidista. Se ubicó a pocos metros del conocido Puente del Mico, cuando Moravia era un territorio de árboles y matorrales junto al río, y la ciudad apenas comenzaba a trasladar hasta allí la basura que diez años después cubriría siete hectáreas de terreno y alcanzaría una altura de 30 metros.

Hoy, a sus 66 años, Heroína, quien es integrante del colectivo Ellas crean, recordó que desde niña caminó descalza entre los desechos que, en varias ocasiones, le cortaron los pies. También dijo que muchas veces buscó comida en el basural y que, incluso, vio a vecinos pelearse por cualquier cosa que arrojaban los vehículos recolectores que eran perseguidos por recicladores que llevaban azadones y costales para extraer lo que tuviera algún valor.

En esencia, cuando Heroína vio el documental Misa colombiana se reconoció en ese mundo que el audiovisual representa en blanco y negro. Por eso, ella piensa que “este tipo de películas deberían verlas los jóvenes del barrio para que sepan cómo eran las dificultades de antes; estos documentales son nuestro patrimonio y nos ayudan a ver qué caminos debemos seguir como comunidad”.

El propósito de Víctor Hugo y los líderes de Moravia, es que la maleta textil pueda ser llevada a festivales y muestras de cine para activar las memorias de las piezas audiovisuales que contiene.

Pero a diferencia de Heroína, su vecina María Elena Herrera, quien hace parte del colectivo El Costurero desde hace cinco años, no creció en Moravia. De hecho, comenzó a recorrer el barrio cuando inició su primer taller de costura y cosechó amistades que le permitieron reconocer espacios que eran dibujados por otros como peligrosos. María es del barrio vecino de Campo Valdez y llegó una tarde al Centro de Desarrollo Cultural en busca de alguna actividad que le permitiera recobrar el sueño nocturno, pues llevaba varios años durmiendo en el día y realizando actividades en la noche. Fue así como el Costurero, dirigido por la antropóloga Isabel Cristina González, le brindo la opción de ocupar sus tardes con una buena compañía, aprendiendo a coser y a bordar, y conociendo poco a poco como se desenvuelve el mundo dentro de los imaginarios de Moravia.

Según María, el proyecto de la maleta textil de cine se les presentó como una oportunidad de conocer los orígenes del barrio y de transformar en contenido textil las impresiones extraídas de la observación de los documentales. “Entre otras cosas bordamos en telas de 30 por 30 centímetros el nombre del documental, la fecha y una sinopsis, e hicimos unos dibujos. Estas telas se cosieron en un telón para formar los bolsillos donde irán guardadas las películas. Y finalmente ese telón se pliega para formar el bolso viajero”, comentó María.

Las piezas documentales que tiene esta maleta textil dan cuenta de tres aspectos transversales de Moravia: la resistencia y la organización social, el reciclaje y la intervención institucional que durante años estuvo ausente.

Fueron estas mujeres, contó Víctor Hugo, quienes crearon con sus tejidos la maleta textil que contiene las piezas de cine audiovisual de Moravia, con el propósito de que este dispositivo sirva para transportar un material que es patrimonio cultural de la memoria, en tanto permite repensar el pasado, analizar el presente y proyectar el futuro de un territorio que por décadas ha mostrado fuertes dinámicas de resistencia.

Por ello, el propósito de Víctor Hugo es que este dispositivo de memoria entre al Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín para que circule, principalmente, entre el Parque Biblioteca de la zona Nororiental de la ciudad y el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia, que recibió oficialmente la maleta el 25 de octubre del 2021.

Lo que queremos, expresó Víctor Hugo, “es que la gente se dé cuenta que, primero, Moravia tiene una buena cantidad de cine documental y mucha gente que vive en Moravia ni siquiera es consciente de eso; segundo, que hay que valorar nuestra memoria, nuestra identidad; y tercero, que se valore el trabajo que hay detrás de la construcción de toda esta memoria”.

 

Dos de los documentales que hacen parte de esta Maleta son:

Moravia y el mar no visto

Moravia: Un escenario de resistencia y memoria