El 10 de abril de 1998, después de tres décadas de conflicto y por lo menos 3488 víctimas, católicos y protestantes lograron la paz política en Irlanda del Norte. Un recorrido por las calles de Belfast evidencia las huellas que dejaron los Troubles y una división que no termina.

Por Irene Piedrahita Arcila*

A orillas del río Lagan fue construida Belfast, la capital de Irlanda del Norte o del norte de Irlanda. En esta región la política tiene un lugar central y, como dice Patrick Radden Keefe, autor del libro No digas nada, hasta los pronombres son políticos. No es igual hablar del norte de Irlanda que de Irlanda del Norte, pues esto connota una posición dentro del conflicto: mientras que para quienes creen en la unificación de la nación irlandesa se debe hablar del Norte de Irlanda, para los unionistas o quienes creen en la legitimidad del gobierno del Reino Unido se debe hablar de Irlanda del Norte.

Belfast tiene hoy cerca de 350 mil habitantes y a principios del siglo XX se hizo famosa por la construcción del Titanic, aquel imponente barco que se hundió en el océano Atlántico luego de chocar con un iceberg. Sus calles tienen un matiz especial: fueron el escenario de uno de los conflictos más intensos del siglo XX, los Troubles, un nombre incómodo dado a una guerra irregular que se vivió en Irlanda del Norte desde finales de la década de 1960 con el enfrentamiento entre grupos paramilitares protestantes, grupos paramilitares católicos y el ejército británico. Los Troubles finalizaron en 1998, cuando el Good Friday Agreement o el Acuerdo de Belfast, marcó el fin del conflicto el 10 de abril y selló un proceso de paz que se mantiene hasta hoy.

Las calles de Belfast cuentan esta historia. La Shankill Road es el corazón de uno de los sectores protestantes más famosos de la ciudad. En ella reposan marcas de memoria que recuerdan los atentados del Ejército Republicano Irlandés, IRA, un grupo armado que reclamaba la independencia de Irlanda del Norte y la unificación de Irlanda como una sola nación. Sus repertorios de acción se caracterizaron por violencias indiscriminadas en Belfast y en otros lugares del Reino Unido, particularmente a través del uso de explosivos. En Shankill Road se erigen placas conmemorando los atentados y recordando a las víctimas, pero también signos que recuerdan sus filiaciones políticas: un mural del rey Carlos III, alusiones a la reina Isabel II y banderas del Reino Unido y de Israel.

Foto: Irene Piedrahita

El sector protestante está separado del católico por la Peace Wall, una muralla de más de dos kilómetros de distancia que fue construida durante el conflicto violento. Más de 30 kilómetros de murallas de este tipo se levantaron en Irlanda del Norte para separar protestantes de católicos y buscar, de este modo, una disminución de la violencia. Algunas de ellas fueron construidas como barricadas en las dos primeras décadas del siglo XX para librar batallas en la búsqueda de la independencia de Irlanda. Otras, entre 1960 y 1980 para disminuir la violencia entre católicos y protestantes. Con el Good Friday Agreement se acordó la eliminación de estas murallas, pero aún hoy pueden verse en distintas partes de la ciudad. Los turistas las recorren de manera autónoma o en tours que cuentan su historia.

Foto: César Ospina

Al otro lado de la Peace Wall se encuentra la calle Falls Road en un conocido sector católico de Belfast. Allí también hay marcas de memoria: murales conmemorando la independencia de Irlanda, recordando a algunos de los militantes del IRA como Bobby Sands, un preso político que murió en 1981 en medio de una huelga de hambre, así como algunas marcas para recordar las violencias de grupos protestantes y del ejército británico en contra de católicos. En esta calle también es posible encontrar signos de sus identidades políticas: alusiones a la independencia de Irlanda, banderas irlandesas y palestinas.

Foto: Irene Piedrahita

En el centro de la ciudad conviven otras historias. Pubs irlandeses y lugares para comer fish and chips, plato típico del Reino Unido, se encuentran en distintas calles. Los tréboles y los símbolos celtas de las camisetas de fútbol irlandesas coexisten con las representativas de la liga inglesa. Souvenirs ingleses e irlandeses se encuentran indistintamente en las tiendas turísticas del centro de la ciudad y la historia del Titanic pareciera sobresalir a pesar de la fuerza de los Troubles. Distintos pasados y presentes parecen coexistir sin mayor preocupación y sin hacer referencia a lo que las otras calles y sectores cuentan.

A pesar de que hace 26 años Belfast se convirtió en el escenario del acuerdo del Good Friday, hoy las marcas del conflicto coexisten de manera contenciosa. Es posible sentir la tensión en las calles, son claras las diferencias políticas. El pasado está vivo y habla en murales, altares espontáneos y símbolos políticos. A pesar de que la Peace Wall existe solo como una forma de turismo, ella recuerda la profundidad de los Troubles. A pesar de que el genocidio del pueblo palestino se libra a miles de kilómetros de esta ciudad, las banderas de uno u otro estado remarcan las diferencias políticas más allá de las fronteras y muestran el papel del encuadramiento geopolítico en la definición de identidades. A pesar de que lo negociado en el Acuerdo buscaba eliminar la segregación y fortalecer la integración política, las calles de Belfast son lugares de memoria que nos recuerdan un pasado presente y una paz cotidianamente en construcción. Belfast es hoy una ciudad que sabe coexistir a pesar de las diferencias.

La fragilidad de la paz y la memoria de las fronteras

El 31 de enero de 2020 el Reino Unido, conformado por Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte, salió de la Unión Europea. A esto se le conoce popularmente como el Brexit. La puesta en marcha de esta ruptura trajo preguntas y preocupaciones sobre lo negociado en el Good Friday. En el acuerdo se estableció la eliminación de los puntos de control en la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte, haciéndola más o menos invisible, pues ciudadanos de ambos países podían circular sin mayores restricciones. Sin embargo, el Brexit recordó la existencia de esta frontera y endureció aquella que divide la isla de Irlanda con Gran Bretaña. Para Peter Hain, secretario de Estado de Irlanda del Norte entre 2005 y 2007, el Brexit trajo de nuevo preguntas sobre las fronteras, la identidad y la ciudadanía en sociedades que están buscando cómo convivir de manera pacífica a pesar de los límites.

Aunque el acuerdo del Good Friday sigue vigente, procesos como el Brexit nos recuerdan la fragilidad de la paz y la necesidad de su construcción cotidiana. Nos recuerda que la relación con el pasado se construye en el presente y que, en ese sentido, aquello acordado debe actualizarse y pensarse. Las estructuras políticas de Irlanda y el Reino Unido han debido organizarse para mantener la vigencia de un acuerdo de paz en condiciones políticas cambiantes y han tenido que buscar acuerdos creativos, diplomáticos y útiles para que la memoria de las fronteras y de un pasado violento, no distorsione las lógicas del presente y las perspectivas de un futuro en paz.

La experiencia de Belfast puede ser también un espejo para Colombia. En tiempos en los que las violencias se reconfiguran y la paz pareciera alejarse, hay que recordar la necesidad de volver sobre lo acordado, mantener lo que funciona y cambiar aquello que se necesite. La fragilidad de la paz puede evitarse si se recuerda que su construcción es un proceso y que, aunque los acuerdos son fundamentales para finalizar las formas de violencia directa, el éxito de su implementación no depende de cuántas firmas recoja o que tantos plebiscitos se aprueben. La memoria y la paz coinciden, entre otras cosas, en la importancia de construirlas siempre en el presente.

 

*Irene Piedrahita Arcila es antropóloga y magister en Ciencia Política de la Universidad de Antioquia; estudiante del doctorado en Políticas y Relaciones Internacionales, en la Universidad de Glasgow. Fue investigadora de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad y en la actualidad es profesora del Instituto de Estudios Políticos de la UdeA.