Este grupo paramilitar se caracterizó por proteger las economías de la coca y la minería, pero también por exterminar a las organizaciones y movimientos que se oponían a los partidos tradicionales y por ejercer la violencia sexual contra las mujeres como una acción de guerra.

 

Por Yhobán Hernández

Foto: Juan Esteban Jaramillo, CNMH

El 20 de enero de 2006 en la vereda Pecoralia del municipio de Tarazá se desmovilizaron cerca de dos mil 800 paramilitares del Bloque Mineros. Este grupo armado operó en el sur de Córdoba y en el Norte y Bajo Cauca de Antioquia. Aunque es bien conocido que se consolidó a mediados de los noventa, sus orígenes se remontan a 1984 cuando los primeros paramilitares llegaron a Caucasia para proteger a narcotraficantes y mineros informales, según estableció el más reciente informe del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

El bloque Mineros de las AUC. Violencia contrainsurgente, economías criminales y depredación sexual, fue elaborado con los relatos de 136 desmovilizados de las Autodefensas Unidas de Colombia que aportaron sus versiones al mecanismo de Acuerdos de la Verdad derivado de la Ley de Justicia y Paz. A ello se sumaron los testimonios de víctimas del conflicto que participaron en seis talleres dirigidos por los investigadores del CNMH y 40 contribuciones voluntarias de académicos, víctimas del conflicto armado e integrantes de organizaciones de la sociedad civil. También información registrada en libros, la prensa y los procesos judiciales de Justicia y Paz.

Para conocer más detalles Hacemos Memoria entrevistó Juan Esteban Jaramillo Giraldo, investigador de la Dirección de Acuerdos de la Verdad del Centro Nacional de Memoria Histórica, quien coordinó la investigación del informe sobre el Bloque Mineros.

 

Juan, ¿cómo entender qué fue el Bloque Mineros y cuál fue su incidencia?

El Bloque Mineros termina siendo una estructura de carácter paramilitar que le sirve a élites política y económicas, legales e ilegales, para el desarrollo de tres objetivos: expandir la frontera narcotraficante en los años ochenta y consolidarla en los noventa; forjar una alianza con otras estructuras paramilitares y del crimen organizado que operan en Antioquia y el país; y desplegar acciones contrainsurgentes contra movimientos políticos alternativos y de izquierda, es decir, operar como mecanismo de contención del cambio democrático en los territorios donde tuvo incidencia: sur de Córdoba, Bajo Cauca, Norte y Nordeste de Antioquia.

El Bloque Mineros siempre fue parte de las redes paramilitares que se forjaron en los años ochenta en el Magdalena Medio. Este bloque se suma a expresiones paramilitares de primera generación como Muerte a Revolucionarios del Nordeste, Los Doce Apóstoles y el Grupo de Pérez, entre otras. Luego fue fundamental en la estructuración de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio y finalmente en las Autodefensas Unidas de Colombia. De modo que esta estructura fue un engranaje, junto con otros bloques, en el desarrollo y consolidación del paramilitarismo en Colombia.

Referencia usted la existencia del Bloque Mineros desde la década del ochenta. ¿Cuándo fue conformada en realidad esta estructura?

El bloque Mineros formalmente se consolida en 1994 y actúa hasta el 2006 cuando se desmovilizó bajo el proceso de Justicia y Paz, Ley 975 de 2005. Pero los procesos de la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín retoman un antecedente muy importante de los años ochenta y es una avanzada de 40 paramilitares que las Autodefensas del Magdalena Medio envían a Caucasia a cargo de Néstor Valencia Escobar, alias ‘Walter’, que llega a este municipio a brindar protección a grupos económicos y a narcotraficantes para el desarrollo de sus proyectos desde el Bajo Cauca, en Antioquia, hasta el sur de Córdoba. Ahí aparecen figuras como los hermanos Ochoa, Pablo Escobar y otros personajes que conformarán el Cartel de Medellín.

Luego las autodefensas envían a Ramiro Vanoy Murillo, conocido como ‘Cuco Vanoy’, quien consolida la presencia de la estructura paramilitar que en ese primer momento fue referida como el Grupo Mineros, aunque algunos lo conocieron como el frente Caucasia de las Autodefensas del Magdalena Medio.

Este grupo consolida sus objetivos de control económico y político en el territorio y tiene vigencia hasta inicios de los noventa cuando ocurren dos situaciones: la guerra entre el cartel de Medellín y las autodefensas, y la guerra entre el Estado y el cartel de Medellín. Quienes hacían parte del Grupo Mineros participaron en esas confrontaciones; alias ‘Walter’ murió en esa guerra y ‘Cuco Vanoy’ se desplazó a Bogotá y después al Valle del Cauca donde consolidó relaciones financieras y políticas que le permiten regresar en 1994 a construir y afianzar el Bloque Mineros y a vincularlo al proceso de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá.

Lo que sucede a inicios de los noventa es un hallazgo importante de este informe, algo que no se había dilucidado, y es que entre 1991 y 1993 quienes hicieron parte del Grupo Mineros permanecieron en el territorio desarrollando acciones de desaparición forzada, asesinatos selectivos, amenazas y desplazamientos forzados con el fin de dejar claro que, aunque ‘Cuco Vanoy’ no estaba en el territorio, seguía siendo el señor de la guerra en ese lugar. Cuando el exjefe paramilitar regresa se asienta en Tarazá, en la zona de El Guaimaro, La Caucana y Barro Blanco. Alí constituye el mando central del bloque Mineros y empieza a construir frentes satélites para la actuación de esta estructura como el frente Barro Blanco y el frente Briceño. Este último está involucrado en las masacres de Ituango y absorbió al frente Anorí que en principio era del bloque Metro, cuyo comandante, Carlos Mauricio García, conocido como ‘Doble Cero’, entró en guerra con las Autodefensas Unidas de Colombia.

En 1997 el Bloque Mineros y el Bloque Central Bolívar, comandado por Carlos Mario Jiménez, conocido como ‘Macaco’, se distribuyen el control territorial del Bajo Cauca. La margen izquierda del río Cauca será controlada por el Mineros y la margen derecha por el Central Bolívar.

¿Cuál es la relación de Ramiro Vanoy Murillo y el Bloque Mineros con el narcotráfico?

A pesar de que no tuvo un alto perfil, ‘Cuco Vanoy siempre fue uno de los personajes más importantes del paramilitarismo en Colombia porque terminó siendo un eje articulador del narcotráfico y el paramilitarismo en Antioquia, al punto que sus pistas y sus laboratorios eran utilizados por otras estructuras paramilitares y por narcotraficantes de todo el país para que él cristalizara la coca o la distribuyera hacia otros lugares del país y del mundo.

Es claro el componente de la economía ilegal del narcotráfico, pero ¿por qué se llama Bloque Mineros y cómo incide esta estructura en la minería?

Este bloque se llama así porque cuando el grupo paramilitar llegó a la región en 1984 se reunió con mineros informales que estaban siendo asesinados por las guerrillas de las Farc y el ELN en Antioquia. Entonces, con el propósito de darle una identidad a esta estructura armada los paramilitares la constituyeron como un grupo que les brindaba protección violenta a los mineros.

Ahora, no fue tan claro que este bloque participara en temas de minería, pero sí es claro que les brindaba protección a los mineros de los territorios donde tenía actuación.

El otro ámbito importante de analizar es el político, ¿cómo incide el Bloque Mineros en la vida política de los territorios donde tuvo presencia?

Este bloque determinó la configuración política de las regiones donde hizo presencia porque exterminó las organizaciones políticas emergentes en los años ochenta, entre ellas la Unión Patriótica, el Frente Popular y el Movimiento 27 de febrero de El Bagre y Zaragoza.

El Bloque Mineros lo que hizo fue exterminar a cualquier movimiento político que se opusiera a los partidos tradicionales en el territorio, generando así una contención violenta de cualquier cambio político. A la par este bloque tuvo nexos con alcaldes e inspectores de la región en municipios como Cáceres, Caucasia y Valdivia.

En síntesis, este bloque controló las alcaldías de los municipios donde estuvo. Tuvo capacidad para decir quién hacia y quién no hacía ejercicio político. Tuvo una fuerte alianza con políticos que llegaron al Congreso como Rocío Arias, Eleonora Pineda e incluso Mario Uribe Escobar, quienes fueron favorecidos por la actuación de esta estructura paramilitar, en el sentido de que las votaciones que se dieron en los territorios de actuación del Bloque Mineros fueron atípicas, en el caso de las elecciones presidenciales y de Congreso de 2002 y 2006, lo que dio a entender que hubo casos de parapolítica, nexos que luego la justicia ratificó.

El informe aborda otro aspecto importante de mencionar sobre la actuación del Bloque Mineros: la depredación sexual. ¿En qué consistió esta violencia?

Lo que logramos determinar en la investigación, a través de talleres de memoria y entrevistas a mujeres víctimas, es que este grupo desplegó todo tipo de violencias contra las mujeres, principalmente violencia sexual. Esta fue una práctica extendida en los 32 municipios donde tuvo actuación el bloque, pero los casos fueron más visibles en Tarazá y en Caucasia.

Nosotros le damos autonomía a esta violencia en el informe porque consideramos que no se desprende otro tipo de prácticas como la violencia contrainsurgente o las economías criminales, es decir, no consideramos que sea una violencia secundaria. Los repertorios de violencia sexual nos mostraron que este tipo de violencia era un arma de guerra, en el sentido de que a muchas mujeres las violaron porque sus parejas hacían parte de estructuras insurgentes, pero a otras las violaron como una forma de disciplinamiento para ratificar el dominio y el orden paramilitar sobre el territorio.

Por otra parte, el informe hace una conexión con un pasado remoto de la historia del país y es la violencia bipardista de mediados de 1900. ¿Cómo se conecta esa violencia entre Liberales y Conservadores con el Bloque Mineros?

Lo que logramos vislumbrar es que van quedando instaladas capacidades bélicas. Desde mitad del siglo XX, en adelante, el territorio del Bajo Cauca y algunas zonas del Norte de Antioquia eran lugares a donde la gente llegaba huyendo de la violencia entre liberales y conservadores. Pero la acción del Estado y de los líderes políticos no atendía las necesidades de la gente, si no que veía estos territorios como focos de posibles movimientos subversivos. Ante esta situación, principalmente los gobiernos conservadores, pero también algunos liberales, apelaron a la organización armada de grupos de ciudadanos para contener brotes de protesta y de movilización social.

Junto a esto, se asentaron y circularon una serie de discursos que legitiman la violencia y deshumanizan a la población que habita estos territorios. Este tipo de concepciones, que se van instalando desde gobiernos nacionales y regionales, luego legitiman la acción contrainsurgente y paramilitar contra las comunidades. Es decir, no hay una forma de entender la violencia contra la población civil sin comprender cuáles son las visiones y concepciones que tienen los gobiernos de estos territorios, de sus habitantes y de los modelos de desarrollo que se quieren implementar allí. El Bajo Cauca, por ejemplo, siempre ha sido zona de extracción de recursos naturales y lo que se ha hecho es extraer esos recursos, pero no para reinvertirlos en la región sino para incorporarlos a otros circuitos económicos.

¿Por qué pervive la violencia en el Bajo Cauca luego de la desmovilización del Bloque Mineros en 2006 y de la firma del Acuerdo de Paz con las Farc en 2016?

Eso tiene que ver con la manera como se da la intervención del Estado en la región. A diferencia de algunas visiones que señalan que en estos lugares es que hay ausencia de Estado, lo que logramos evidenciar en la investigación es que el Estado está presente, pero no para atender las necesidades básicas de la población y sus derechos fundamentales, sino, principalmente, para garantizar el desarrollo de algunos procesos de inversión económica como, por ejemplo, la minería a gran escala.

Lo otro es que, aunque los reportes oficiales dicen que en 2006 se desmovilizaron casi dos mil 800 integrantes del Bloque Mineros, logramos determinar que muchos de ellos continuaron actuando en las regiones donde tenía presencia esta estructura paramilitar. Es decir, se refugiaron, escondieron las armas y esperaron que avanzara el proceso de desmovilización, pero a la vez le anunciaron a la comunidad seguían controlando el territorio. Esto da lugar a la aparición de otros s grupos pequeño como Los Paisas, Los Rastrojos y los otros grupos que perviven en la actualidad. O sea que no hubo un desmonte efectivo del paramilitarismo.

Y también hay que decir que en el Bajo Cauca existen hay poderes políticos y económicos que hacen posible que este tipo de organizaciones criminales se hayan sostenido a lo largo de los años.