Este trabajo busca, entre otras cosas, entender cómo se ha vivido el conflicto armado en el departamento del Caquetá y cuáles son los vasos comunicantes que explican su degradación. 

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Imagen: portada del libro Vivir sin los otros

Cuando se traza un mapa de la literatura colombiana, el conflicto armado padecido por los colombianos desde hace más de cincuenta años se establece como un común denominador. Por esta razón, las letras nacionales constituyen una beta desde donde se pueden extraer reflexiones que sensibilizan al lector y lo aproximan a dimensiones históricas de diferentes sucesos. A partir de esta reflexión, un grupo de estudiantes y docentes del programa de Licenciatura en Lengua Castellana y Literatura de la Universidad de la Amazonía, en la ciudad de Florencia (Caquetá), desarrolló una serie de seminarios para reflexionar sobre la importancia de la narrativa como reconstructora de memoria histórica. 

De este trabajo, realizado entre los años 2017 y 2018, nació un libro de ensayos publicado en abril del 2021 llamado Literatura colombiana y memoria histórica, que desde sus primeras líneas interpela al lector con preguntas como: “¿Por qué es necesaria la literatura para la reconstrucción de la memoria histórica del conflicto armado? La respuesta es puntual: porque la literatura habla de los hombres, es creada por el hombre para transformar al hombre, lo define, lo colma, lo desborda”, como se lee en el prólogo. 

Los textos que componen este libro tienen también el propósito de entender las dinámicas históricas del conflicto vividas en el departamento del Caquetá, explicó a Hacemos Memoria el docente en lingüística y editor académico Diego Barrera. El académico afirmó que, para la construcción de los seis ensayos de tipo académico, durante los seminarios, en donde participaron cerca de cuarenta estudiantes, se leyeron novelas, cuentos, poemas, reflexiones académicas y ensayos con el fin de contar con un importante acervo del cual extraer perspectivas de memoria.

Barrera destacó que este primer ejercicio de repasar lo escrito en la literatura sobre violencia, permitió notar que gran parte de la narrativa colombiana está contada desde víctimas o testigos que reconstruyen episodios basados en hechos reales o ficticios, pero que sirven como el reflejo de una realidad más compleja y que se experimenta desde lugares tan disimiles como el campo y las grandes ciudades, afectando todas las esferas sociales.

Como complemento al trabajo de escritura, estudiantes y docentes participaron activamente de actividades y diálogos con víctimas del conflicto, con excombatientes y personas del común que con sus puntos de vista enriquecieron las reflexiones finales de los seminarios.

 

La realidad a través de la literatura

El primer libro analizado fue El gran Burundún-Burundá ha muerto, del escritor Jorge Zalamea, cuyo abordaje se desarrolló desde fundamentos teóricos de la sociología literaria. Esta obra maestra de la narrativa nacional permitió ver los hilos comunicantes de la sociedad colombiana de los años 50, cuando el conservadurismo representado por el presidente Laureano Gómez, considerado por sus opositores de la época como racista, clasista y segregacionista, desató su política en contra del liberalismo agudizando un conflicto que se experimentaba con mayor intensidad en el campo.

Yuliana Calle y Yamith Henao desarrollaron este primer acercamiento a la memoria histórica propuesto por Zalamea. Según Calle, estudiar el contexto sociopolítico de la época, para elaborar este ensayo que se titula El gran Burudún-Burundá ha muerto, una mirada desde la sociología de la literatura, y analizar la violencia que vivió Colombia protagonizada por los partidos Conservador y Liberal, le permitió ver en perspectiva la importancia de la obra de Zalamea, entendida esta como un afán de dibujar un panorama mezquino que alimentó el odio entre partidarios y que, a su vez, exacerbó la violencia tanto en el campo como en las ciudades.

Frente a este texto, el docente Diego Barrera manifestó: “Podemos entender la literatura como un escenario para descubrir, en medio de una narrativa metafórica que a su vez refleja el carácter social, político y económico, momentos que consolidaron el conflicto armado en Colombia, y esto cómo repercutió en situaciones tan concretas como el Caquetá, por donde ha transitado un número grande de grupos armados como las Farc, el ELN y los paramilitares.

Otro texto analizado fue Sangre en los jazmines, de Hernando Téllez, un alucinante cuento que narra cómo una mujer campesina vive un duro episodio en violencia cuando hombres armado llegan a su parcela y sin mediar palabra llevan a cabo atroces actos de tortura. El ensayo que reflexionó sobre este cuento, escrito por la Leidy Cedeño Tovar, quiso mostrar cómo este tipo de violencia de género es recurrente en zonas del país donde el conflicto armado se ha salido de proporciones, transformándose en una violencia que ya hace parte de la estructura misma de la confrontación en nuestro país.

Jhon Sánchez, docente en literatura y lengua castellana de Uniamazonía, manifestó que “las relaciones entre la literatura y la memoria histórica radican en esas discusiones teóricas sobre los escenarios literarios y las nuevas formas de pensarse la literatura. Hay que repensar eso que estamos encontrando en la literatura, que en los últimos años contiene relación con otras disciplinas. Es decir que en literatura ya podemos encontrar memoria y reconstrucciones históricas”.

Sánchez también destacó para este trabajo el pensamiento de la socióloga Elizabeth Jelin, quien en su libro Los trabajos de la memoria, pone de manifiesto que el rescate de la memoria es un ejercicio que permite reinterpretar no solo el pasado, sino el presente, y ofrece pistas para identificar en el futuro momentos de violencia que deben ser contrarrestados con el fin de que la violencia no se repita.  

Otras narrativas analizadas en este libro son la novela Vivir sin los otros, de Fernando González Santos, que narra el drama de la desaparición forzada y la violencia ejercida por el Estado antes, durante y después de la toma del Palacio de Justicia, hecho ocurrido en 1985. Y finalmente, la novela El gato y la madeja perdida, de Francisco Montaña, fue una obra profundamente analizada en la investigación de Uniamazonía para extraer de ella una reconstrucción de la memoria colectiva de la situación social y política del país en los años 80, brindando luces sobre algunas de las razones de la agudización de la violencia en Colombia en los años 90, relacionada con el narcotráfico, la corrupción y la expansión de las guerrillas y los paramilitares.

El libro Literatura colombiana y memoria histórica, patrocinado por el Instituto Nacional de Investigación e Innovación Social, es también en el fondo un esfuerzo exponer los diversos desafíos que ha enfrentado la sociedad en medio de la desigualdad, la exclusión y la indolencia del Estado.

 

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