El abogado Juan Sebastián Betancur, expresidente de Proantioquia y miembro del comité ejecutivo de Ideas para la Paz, hace un llamado para que los empresarios conversen con la Comisión de la Verdad.
Por: Comisión de la Verdad
Foto: Proantioquia
En diálogo con Hablemos de Verdad, Juan Sebastián Betancur, quien estuvo en la comisión de verificación de paz durante el proceso de paz con las Farc en San Vicente del Caguán, fue vicepresidente en Bogotá de Sura Inversiones, y fue embajador de Colombia en Italia, habló acerca de los desafíos que tiene la Comisión de la Verdad para esclarecer el papel que jugaron los empresarios en le conflicto armado. Acerca de esto criticó que algunos sectores empresariales quieran mantener oculto lo que pasó en el conflicto, por ello hizo un llamado a los empresarios para que reconozcan sus errores y aporten su verdad al país.
Hablemos de Verdad es un espacio que amplía las conversaciones necesarias alrededor de la tarea de la Comisión de la Verdad. En este espacio, diferentes voces nacionales hablan sobre lo que espera el país del informe final, las verdades que se necesitan, los retos para construir un relato nacional sobre el conflicto armado y la verdad para otros futuros posibles. Si bien las personas entrevistadas contribuyen a un debate amplio y pluralista, sus respuestas no son reflejo de la posición de la Comisión de la Verdad.
¿Cuál cree que es hoy el reto de la Comisión de la Verdad?
El reto más grande es ser objetivos. Escribir la historia de cualquier sociedad es muy difícil. El otro reto grande es cómo transmitir tanta información para que de esa verdad aprendamos todos. La cosa más difícil que hay en la vida desde niñas hasta viejos: decir la verdad. Y tercero, la capacidad para confrontar lo que dijo el personaje A, B o C, sobre un mismo hecho, de manera que este instrumento, que es el informe final, sea de gran utilidad para toda la sociedad. Esa es la discusión inteligente que hay que estimular. Hay que elevar la calidad de la discusión política.
¿Usted, que ha pasado por varias experiencias de negociación y justicia transicional, qué rol cree que tienen las comisiones de la verdad en la reconciliación?
Todavía hay gente en Colombia empeñada en demostrar que no hubo conflicto, solo unos pícaros o unos terroristas. De manera que lo que debe quedar de la Comisión es un relato muy claro que diga que aquí sí pasó una cosa muy grave y no se puede repetir, sin tener que dedicarse al dato exacto. No será fácil porque estos procesos tienen muchos enemigos.
Farc niega el reclutamiento de niñas y niños, el Ejército niega las ejecuciones extrajudiciales, algunos, como dice usted, niegan las razones políticas del conflicto armado, ¿cómo cree que eso afecta el esclarecimiento de la verdad?
Cuando tuve la experiencia de estar en Quito con el tema del ELN, eso era muy común. Los juegos del lenguaje. Pero tenemos el Derecho Internacional Humanitario, que son un conjunto de normas, de organizaciones mentales, que dicen, por ejemplo, cuál es la edad mínima de un guerrillero o de un soldado. Entonces se trata de precisar, contrastar. A estas alturas es absurdo sostener que no hubo retenciones forzadas. Pero es muy trabajoso para la opinión pública aclararse en esos juegos del lenguaje. Nadie podrá discutir que, si yo tengo a un niño de 12 años, es reclutamiento de menores. Lo de fondo es llegar a un lenguaje claro para todos, con el cual se reconozca que hubo retenciones arbitrarias, forzadas. Y la retención forzada a cualquier edad es mala. Lo que hay que preguntarnos es qué es lo que queremos superar, y eso debe salir de nuestras conciencias. Cuando participé en Destino Colombia, un ejercicio donde nos reunimos colombianos de sectores heterogéneos (incluía políticos, guerrilleros, académicos, empresarios, autodefensas, izquierda, intelectuales y sindicatos), para imaginarnos cuáles podrían ser los rumbos de Colombia, nos decíamos verdades muy crudas y logramos decirlas sin ofender. Por ejemplo, logramos que todo lo que se dijera allí fuera reservado.
¿Cuál cree que es el rol de los empresarios en este proceso?
Hay un porcentaje importante de la sociedad que está tratando de que lo que pasó se mimetice, entre ellos el sector empresarial: lo que pasó en el monte se queda en el monte. No. No se puede quedar en el monte, no es como en Las Vegas, la capital de los casinos, allí se dice: ¡lo qué pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas! Este conflicto no ha sido un juego de azar. Es muy posible que empresarios, digamos de buena fe, se entraron al monte y cometieron toda clase de diabluras, y les parecía que era parte del proceso, como fue la Colonización. Me tocó ver en Córdoba, en una finca muy conocida, que corrían cercas y los colonos los mataban que porque no eran de ahí. Esos modos de pensar de un campesino rico o pobre es lo que no ha permitido entender la verdad, porque muchas veces pasan de víctimas a victimarios. Y los procesos de confusión: es que yo tenía que hacer eso porque si no me quitaban la finca o mataban a mi señora. ¿Cómo desenredar eso? No sé, pero los miembros de la Comisión lo harán bien hecho.
Ahora, también hay que impulsar el desarrollo rural, pero para eso necesitamos que la sociedad le crea a la política y a la justicia, de lo contrario no funciona la economía, porque se corrompe.
Pero, concretamente, qué les diría a los empresarios
Que no les de miedo porque la Comisión de la Verdad garantiza la protección de su declaración. Es importante que reconozcan errores y que pongan su voz. Tenemos que reconocer que pasamos por un conflicto, como pasamos en el siglo XIX por guerras civiles. Eso se hace con la verdad.
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