La dificultad para contratar un equipo permanente de profesionales y la necesidad de actualizar la sala principal, asumiendo las transformaciones que ha tenido el conflicto armado, preocupan a Valderrama. Segunda entrega del especial: El incierto futuro del Museo Casa de la Memoria.

 

Por Camilo Castañeda Arboleda

Adriana Valderrama, directora del Museo Casa de la Memoria de Medellín entre 2016 y 2018. Foto: museo.

Para Adriana Valderrama, exdirectora del Museo Casa de la Memoria de Medellín, hay asuntos de esta entidad que generan mucho ruido mediático, como el nombramiento o la remoción de los directores, pero existen problemas que pasan desapercibidos ante la opinión pública. A su juicio, algunos de esos asuntos son la falta de presupuesto para el mantenimiento de las instalaciones, la construcción de la segunda fase del Museo, la estabilidad del equipo de profesionales y la seguridad del lugar, principalmente el hecho de que en sus inmediaciones exista una plaza de vicio.

Hacemos Memoria entrevistó a Valderrama, quien dirigió el Museo entre enero de 2016 y octubre de 2018, para conocer sus reflexiones sobre la trayectoria y los desafíos que enfrenta este lugar de memoria.

 

¿Cuál fue el principal reto que enfrentó cuando asumió la dirección del Museo Casa de la Memoria?

Para esto se hace necesario entender el contexto del Museo, conocer la manera como se pensó el proyecto y como se ha desarrollado. Este proyecto de ciudad que nació en el 2006 a partir de una iniciativa del Programa de Atención de Víctimas de la Alcaldía de Medellín, tuvo transformaciones con el Acuerdo Municipal No. 05 del 4 de mayo de 2015, mediante el cual se creó el Establecimiento Público Museo Casa de la Memoria con personería jurídica, patrimonio propio, autonomía presupuestal y financiera bajo las normas presupuestales y fiscales del orden municipal. Esto significó que, por primera vez, el Museo se integró estratégicamente al Plan de Desarrollo Municipal 2016 – 2019.

De modo que cuando yo llegué a la dirección, el Museo ya no era solo un proyecto de una Secretaría  sino que participaba en el plan de desarrollo del alcalde Federico Gutiérrez, Medellín cuenta con vos, aportando al programa Memoria para la construcción de paz.

Entendiendo la importancia del Museo para la ciudad, pero siendo conscientes de su reciente creación como establecimiento público del orden municipal, una vez comenzó la nueva administración la tarea fue diseñar un plan de trabajo que inició con la creación de una estructura básica de funcionamiento y la formulación del plan estratégico institucional como guía para posibilitar el cumplimiento de las metas.

De esta forma, se planteó la necesidad de desarrollar una gestión por procesos que definiera las pautas de funcionamiento administrativo y organizacional, para contribuir a la transformación cultural de las lógicas de la guerra y a la construcción colectiva de memorias para la paz a nivel local, regional y nacional. Al mismo tiempo, se adoptó la política de gestión integral bajo los lineamientos de las normas internacionales y la integración de los demás modelos organizacionales y de desarrollo administrativo dispuestos por el Gobierno Nacional, con el fin de aumentar la capacidad de la entidad para ejercer control en cuanto a direccionamiento, gestión y evaluación.

Estar organizados internamente, permitió definir líneas de trabajo para responder a las necesidades de las comunidades en pro del desarrollo de los objetivos misionales. Así se establecieron cuatro líneas por las que el Museo recibe y ejecuta el recurso: la construcción y circulación de contenidos de memoria, la visibilización y transferencia de memorias, la promoción del lazo social y el fortalecimiento institucional del Museo Casa de la Memoria, buscando mejorar integralmente los recursos físicos, humanos y organizacionales de la entidad.

¿Cuáles fueron los retos que enfrentó como directora del Museo?

Hay cosas muy importantes en el Museo, pero no son mediáticas. Por ejemplo, hoy uno ve que hay una discusión por la elección del nuevo director. Eso es importante discutirlo, pero el Museo tiene otros asuntos como su mantenimiento o sus procesos. Es decir, ¿de qué manera sostiene los procesos una institución que no tiene una planta física contratada de forma permanente por el Estado? Son temas muy técnicos pero importantes que usualmente no se encuentran en la prensa.

Para mí, que conozco el Museo, sería muy importante que la ciudadanía discutiera y conociera cómo darle continuidad a los procesos, independiente de quién sea el director. Cómo lograr que los líderes de los procesos estén contratados y en la medida en que cambia el director los procesos sigan y no tengan sino que contarle a la nueva dirección qué están haciendo, qué procesos hay, para que el nuevo director le dé a eso un matiz, sin hacer borrón y cuenta nueva.

Un problema en cuanto a eso, a la consolidación de los procesos y del personal, es que la institución no puede crear puestos sin la autorización de la Alcaldía. El asunto es cómo garantizar esos procesos cuando al Museo se le siguen negando los recursos que necesita  para poder crear esa planta de cargos. Mientras yo estuve, hicimos el proceso de fortalecimiento institucional, se revisaron todas las plantas de cargos, hicimos un diagnóstico de la gestión, le pasamos esa información a la Alcaldía para decirle cuáles eran los puestos que se necesitaban para poder garantizar el cumplimiento de la misión del Museo. Pero, ¿qué pasa?, si el recurso y la aprobación no te llegan desde la Alcaldía no hay cómo crear el cargo.

Creo también que hay que preocuparse por otras cosas como la sala central del Museo, una sala costosa, tecnológica. Yo llegué a la dirección en el 2016 y la sala necesitaba un mantenimiento urgente, no solo la sala sino el edificio que fue inaugurado en el 2012. Cuando yo llegué al edificio no se le había podido hacer ningún tipo de mantenimiento y, como dije, a la sala de entrada que se inauguró en el 2014 había que hacerle una inversión para arreglar equipos que no estaban funcionando. Se contrató al Parque Explora que es el diseñador de la sala, cuando hicieron el diagnóstico de cuánto costaba era imposible, era una cifra como de 600 millones de pesos, cuando el presupuesto de funcionamiento del Museo es de mil 500 millones, entonces, hicimos un trabajo de recuperación de algunas cosas. Han pasado cinco años y me pregunto ¿cuánto vale otra vez hacerle el mantenimiento a esa sala? ¿Qué museo del mundo mantiene la misma exhibición por 7 años? De ese estilo de museo, ninguno.

A esto se suma que era necesario actualizar algunos temas y carpetas de la línea de tiempo, porque el tiempo pasa, los conflictos se transforman, el Museo lo inauguraron en el contexto del proceso de Justicia y Paz —que posibilitó la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia—, y ya estamos en otro posacuerdo, el conflicto hoy está en otro momento —el acuerdo de paz entre el Estado y las FARC—. Entonces pregunto: ¿la sala central se va a quedar así para siempre? El punto es que una sala nueva de esa magnitud cuesta, bajita la mano, puede valer 2 mil millones de pesos. Esos fueron temas por los que yo como directora me preocupé mucho y creo que trascienden a cualquier nombramiento.

Otro asunto es que nunca se construyó la segunda etapa del Museo y sus espacios expositivos son muy reducidos, una de las salas donde se hacen las exposiciones está cerrada desde el 2019. ¿Quién está preocupado por eso? ¿Dónde hay un espacio para una exposición de algún proceso de memoria trabajado por la comunidad? ¿Qué termina siendo el Museo? ¿Un auditorio? ¿Una casa? Si estamos hablando de Museo Casa de la Memoria, lo mínimo que debe garantizar es un espacio para tener una exposición y un proceso de construcción participativa de memoria en el que se ejecuten recursos públicos de la mano con las personas que habitan los territorios, para que eso que se construye colectivamente se pueda presentar a la ciudad, para que Medellín entienda qué pasó, para que se contribuya a reparar a las víctimas y para que toda la ciudadanía pueda apuntar a las garantías de no repetición. Pero si la institución no tiene la capacidad de garantizar eso, ¿cómo hacerlo? Esas son preguntas que me hago como ex directora.

Y hay otro asunto que es un reto, para mí es el más difícil, es un tema complejo, son los alrededores del Museo, a mí me parece muy tenaz tener un museo de la memoria al lado de una olla de vicio. Tampoco oigo a nadie preocupado, ahí sigue habiendo algo que me parece muy extraño, cómo poder hacer un uso del espacio de manera más tranquila.

¿Qué actores tiene responsabilidad con el museo?

Yo creo que la Alcaldía tiene una responsabilidad, las organizaciones también en tanto deben estar pendientes. Yo pienso mucho en eso de los actores, yo recuerdo que en mi dirección hubo una veeduría durísima, como que uno movía un dedo y ya había mil tweets, pero hoy veo silencio absoluto, hay cosas que han pasado y yo siento que si yo las hubiera hecho habrían salido en medios de comunicación. Yo creo que el Museo tiene muchos ojos encima, pero siento que las preocupaciones no son las mismas.

¿Cómo incide en estas situaciones el hecho de que haya discusiones y disputas por la memoria?

Es un hecho que Colombia es un país con un pasado muy difícil, tener un museo de memoria con ese pasado es un proceso complejo que genera unas tensiones. Colombia también tiene un presente difícil, son unas memorias que todavía están presentes, para mí el Museo debía garantizar con todos estos condicionantes una participación plural y democrática del espacio.

De lo primero que hicimos, eso para mí fue un logro de gestión que se mantiene, fue el tema de las convocatorias públicas. Hay un montón de actores interesados en trabajar con el Museo, unos más reconocidos que otros, cómo hacemos para que todos puedan participar, y que participen sin que la dirección meta la mano. Si yo quiero que esto sea un espacio plural, participativo, democrático, ¿cómo garantizar que un director no decida de manera directa con cuáles instituciones trabajar? Yo no quise trabajar así, de pronto si lo hubiera hecho me hubiera generado menos bulla y menos roses con organizaciones muy reconocidas, pero ahí la apuesta en mi gestión fue de apertura del espacio para crear con mucha gente, porque la única manera que yo siento que el Museo puede generar impactos a largo plazo es transformando las dinámicas, es abriendo la participación, que diferentes voces con diferentes metodologías entren y participen. Ahí fue que decidimos coger gran parte del recurso del Museo y abrir las convocatorias públicas.

A partir del año 2016 el Museo Casa de la Memoria decidió abrir por primera vez una convocatoria pública, que se presentó junto al portafolio de Estímulos para el Arte y la Cultura de la Secretaría de Cultura de la Alcaldía de Medellín, con el propósito y compromiso de promover iniciativas de construcción de paz y reconciliación en la ciudad. Por esto, ese mismo año el Museo suscribió un convenio marco con dicha Secretaría hasta el 2019 y desde entonces los estímulos se convirtieron en la manera de garantizar un aporte diverso a los contenidos, guiones y colecciones, favoreciendo la independencia y la incorporación de rasgos característicos de la región y su idiosincrasia, lo que es fundamental para la construcción colectiva de memorias.

De manera que le apostamos a la entrega de recursos de forma participativa y democrática. De 2016 a 2018 el Museo Casa de la Memoria otorgó 47 estímulos por valor de $661.000.000. En 2016 fue “Imaginarios de vida en paz, en 2017 “Medellín de los 70, 80 y 90” y en 2018 fue “Arte y Reconciliación”. Eso fue algo muy importante porque fue un proceso de cocreación. Este año se volvieron a abrir esas convocatorias, lo que quiere decir que fueron bien valoradas.

Lo otro que hicimos fue hacer otra inversión para garantizar la transparencia en el proceso de otorgamiento de estos estímulos, para eso se abrió simultáneamente una convocatoria a la que se presentaron jurados externos. Y es importante destacar que los productos de las convocatorias de 2016 y 2017 se exhibieron e hicieron parte de las exposiciones que creó el Museo. Así, las convocatorias de estímulos nos fueron llevando a la agenda de las siguientes convocatorias, ya no era una agenda dictada por la dirección, el equipo o el alcalde, hubo una coincidencia con unos temas alrededor del narcotráfico, pero la alcaldía nunca nos dijo por dónde marcar la agenda.

A medida que empezamos a trabajar de esta manera se dispararon las visitas del museo, como que de alguna manera el Museo le respondió al territorio y éste se sintió convocado, cuando yo llegué iban 9 mil personas al año, al final estaban yendo 56 mil.

Usted lo decía, un asunto que suele generar mucha polémica es el nombramiento de la dirección del Museo ¿Cómo escoger al director de una manera más democrática y qué perfil debe tener esa persona?

Más allá del director está el tema de cómo se mantienen los procesos. Si de verdad están tan preocupados por el Museo, la preocupación debería estar enfocada en cómo darle continuidad a los procesos.

En cuanto al director, debe ser alguien que sea apasionado por el tema, que tenga un pasado bien académico, que su trabajo tenga que ver con estos temas de memoria, que no tenga investigaciones de ningún tipo.

Y ya sobre cómo debe escogerse, lo primero es que eso está regulado por su figura como entidad descentralizada, ese director lo elige el alcalde. Yo creo que un alcalde elegido democráticamente tiene la potestad para elegir a su gabinete,. El sector público es muy difícil y uno está preocupado porque hay muchas consecuencias en cuanto a la ejecución de recursos públicos, entonces tener a gente de confianza en el equipo es muy importante.

Ahora, el Museo tiene un consejo directivo en el que participan las víctimas, una persona de la sociedad civil, ese puede ser un buen espacio para hacer control a la gestión de la persona que dirige la institución.

 


El Museo Casa de la Memoria aún no está terminado: Cathalina Sánchez

Museo Casa de la Memoria de Medellín. Foto: cortesía del museo.

 

La construcción de la segunda etapa del Museo y la asignación de un presupuesto que le garantice estabilidad, son las dos principales deudas que tiene Medellín con este lugar de memoria. Primera entrega del especial: El incierto futuro del Museo Casa de la Memoria.

 

 

 


El Museo le debe hacer preguntas a Medellín: Lucía González

Mural en el Museo Casa de la Memoria de Medellín. Foto: cortesía del museo.

 

La exdirectora de este lugar de memoria piensa que esta entidad perdió el rumbo, en parte, por la falta de compromiso y los manejos que le han dado distintos alcaldes. Tercera entrega del especial: El incierto futuro del Museo Casa de la Memoria.