La politóloga María Emma Wills explica cuáles son los retos de la Comisión de la Verdad en un contexto con tres características: “un acuerdo de paz convertido en botín partidista, la fractura social alrededor del acuerdo y la pandemia por COVID-19”.

 

Por: Comisión de la Verdad

Foto: RTVC Sistema de Medios Públicos

Hablemos de Verdad es un espacio que amplía las conversaciones necesarias alrededor de la tarea de la Comisión de la Verdad. Diferentes voces nacionales hablarán sobre lo que espera el país del informe final, las verdades que se necesitan, los retos para construir un relato nacional sobre el conflicto armado y la verdad para otros futuros posibles.

En Hablemos de Verdad, diferentes personalidades, víctimas directas e indirectas, líderes o lideresas, y distintos actores contribuirán a un debate amplio y pluralista; no obstante, las respuestas de los o las entrevistadas no son reflejo de la posición de la Comisión de la Verdad.

La primera entrega de Hablemos de Verdad es con María Emma Wills quien hizo parte del Grupo de Memoria Histórica y fue asesora del Centro Nacional de Memoria Histórica. También fue parte de la Comisión Histórica del Conflicto y sus Víctimas de la que también hizo parte el comisionado Alfredo Molano (Q. E. P. D.)

 

¿Cómo evalúa el avance en el cumplimiento de los Acuerdos, especialmente en lo relacionado con el derecho de las víctimas a saber la verdad?

María Emma Wills: El Acuerdo, en lugar de transformarse en una agenda de Estado, se convirtió en un botín con el que los partidos electorales movilizaron a la opinión pública alrededor de las pasadas elecciones presidenciales. Al convertirse en una cuestión partidista el Acuerdo perdió el potencial que tenía para reconciliarnos. Desde el plebiscito, el Acuerdo está en aprietos y lo sigue estando porque los sectores que se han manifestado en contra son poderosos, sus voces tienen resonancia en los medios de comunicación y por lo tanto el consenso no es probable en un futuro cercano. El Centro Democrático (CD) ha tenido varios caballitos de batalla que confunden a la opinión pública. Por ejemplo, el Acuerdo nunca supuso impunidad, pero eso dijo el CD, y hay tantos micrófonos replicando lo que dicen que, en el mejor de los casos, queda una duda sobre el Acuerdo y, en el peor de los casos, el convencimiento de que es un acuerdo de impunidad.

¿Cuál es el desacuerdo central?

María Emma Wills: El gobierno Santos dice que hubo un conflicto armado con unos actores políticos que estaban en desacuerdo con el Estado y que firmaron compromisos para poder participar en política sin el uso de las armas. De otro lado, el CD dice que no hay política por fuera del canon que establece el Estado de Derecho y todo lo que trasgreda ese canon, que puede ser muy conservador en el sentido de mantener un statu quo, no es político, es una acción ilegal y terrorista y con los terroristas no se negocia, se les doblega. Son dos miradas sobre el pasado, no hay un acuerdo sobre cómo nos hemos formado como Estado Nación.  Aunque la ciudadanía en general no lo vea, en el fondo la discusión es que para unos ese pasado tiene errores y deudas, y para otros, el Estado Nación colombiano era robusto y quienes se sublevaron no tienen nada que decirles a las nuevas generaciones.

A este contexto de desacuerdos se le suma la pandemia, ¿cuál cree que es el reto de la Comisión?

María Emma Wills: Si antes no se sabía de la importancia de las narrativas sobre el pasado, hoy se ha convertido en un campo de disputa con una fisura cada vez más profunda. Están en juego el honor, la autoestima y cuestiones importantes para la mayoría de seres humanos.

Hoy, lo que se diga sobre el pasado es motivo de debate profundo en la sociedad. La Comisión de la Verdad arranca su tarea después del plebiscito y de unas elecciones en las que los partidos que respaldaban el Acuerdo perdieron. Estamos en un momento en que la verdad es muy importante, pero la sociedad está fracturada. En medio de la pandemia, no desaparece esa disputa, se traslada a los márgenes. El reto es ¿cómo hacemos para que la opinión pública entienda que esta catástrofe se inserta en un país que tenía otras deudas, que esa pandemia y sus efectos tiene que ver con las deudas que se negociaron en el Acuerdo de paz?

La pandemia pone en evidencia, una evidencia impúdica y obscena, la desigualdad. Esa misma deuda de desigualdad social hunde raíces en unos procesos que tiene que ver con el conflicto armado, pero hay que hacer visible esos vínculos entre las deudas, las muertes y las desigualdades del momento (quienes se están muriendo y dónde) y las deudas sociales que ya estaban presentes y que dieron lugar a unos alzamientos históricos en un momento en el que la luchar armada era una opción en América Latina. No son dos agendas separadas, aunque tengan especificidades. Al actor de ‘El abrazo de la serpiente’ no lo mató solo el virus, es que no hay camas de cuidados intensivos en Florencia, lo mató una deficiente atención de salud en la capital de un departamento: la desigualdad social y territorial.

¿Hay diferencia entre memoria y verdad?

María Emma Wills: Desde mi punto de vista, no hay diferencias entre las metodologías de lo que tiene que hacer la memoria histórica y la Comisión de la Verdad. La diferencia radica desde el lugar de enunciación de las narrativas. La Comisión de la Verdad tiene la tarea no solo de dar cuenta de lo que pasó, también del sueño de paz que está detrás del Acuerdo. Es decir que el principio rector que guía la comisión es conseguir la paz, además de conseguir la verdad. Habrá personas de la Comisión que hacen verdad de la misma manera que veníamos haciendo memoria, ambas son parte de largos procesos, lo que cambió fue el contexto desde el que se le va a hablar al país. Las discusiones sobre la verdad y la memoria son discusiones filosóficas que no se pueden sellar, pero en lo que sí tenemos que tener un acuerdo los colombianos y la Comisión es en el sentido de la verdad en un país que está dividido sobre los aportes del Acuerdo de paz al Estado Nación, y cuáles son los mensajes poderosos que hay que darle a la sociedad para que pueda moverse hacia adelante, hacia la paz.

Si algo distingue a Colombia es que tenemos académicos que han hecho análisis desde los ochenta, no es un país que no haya pensado de dónde venimos y por qué estamos en conflicto, hay un acumulado, pero no se ha traducido en una conciencia pública, en una ciudadanía crítica. Hay una brecha entre la producción académica y la mirada que tiene el ciudadano y la ciudadana de a pie frente al conflicto armado. Esa brecha es la que hay que cerrar a través de proceso pedagógicos y comunicativos muy robustos.

¿Qué lugar ocupa la voz de las víctimas en cada proceso?

María Emma Wills: La voz de las víctimas no habla solo de los significados de los hechos para ellos, también de los contextos: quiénes estaban, quiénes creen que fueron responsables, por qué creen que ocurrió. La gente tiene lógicas explicativas. Cuando la gente habla de esto no solo se escucha para reparar, sino también para explicar y comprender. Ahí, lo que dice la víctima se transforma en una fuente, no en la única fuente, para reconstruir hechos y contextos, es decir, para hacer historia. Esa voz se contrasta con otras para ir tratando de responder quién le hizo qué a quién y por qué. Este por qué es más amplio, debe reconstruir procesos y contextos, y se empiezan a identificar patrones que hacen que ese hecho que se miraba con lupa, se conecte con otros que van configurando patones en el conflicto armado.

¿Por qué son importantes los patrones?

María Emma Wills: Porque nos hablan, ya no de incidentes, sino de hechos que se repiten porque había órdenes, mentalidades y alianzas que lo permitían. Como se están buscando responsabilidades y no solo incidentes, hay que construir los patrones que hablan de aquello que tenemos que solucionar definitivamente, lo que hace posible que cierto tipo de hechos sean reiterativos, como los falsos positivos. En la medida en que avancemos en la constitución de cómo se produjeron esos asesinatos y veamos que había ciertos batallones y ciertos modus operandi que se producen una y otra vez, se avanza en un patrón. Aquí hay un debate científico social que ya ha sido resuelto: cuando hay patrones no hay manzanas podridas, hay contextos de posibilidad que no necesariamente son órdenes, pueden ser normas implícitas, planeación de indicadores, hechos posibles porque otras impunidades o infracciones al Estado de derecho son posibles. Si alguien concluye “a mí no me van a coger” es porque opera en un marco donde la institución envía señales de que se puede operar con impunidad. Los falsos positivos se enmarcan en una institución que no ha sido capaz de establecer un diseño para evitar ese tipo de infracciones. El ultimo iceberg de esa impunidad es lo que acaba de ocurrir con los perfilamientos.

 

¿Qué cree que debe pasar tras la entrega del informe?

María Emma Wills: Una vez que se tienen hechos, patrones, explicación de contextos y procesos de largo aliento, no se cierra el proceso, se decantan los hallazgos del proceso de escucha e investigación al entrar en la escena pública (colegios, congreso, medios), donde se constituye la opinión pública, para debatir con quienes no comparten o no quieren ver esos hallazgos, para confrontar a una opinión o sectores que no quieren reconocer sus responsabilidades. Así empieza un debate sobre la verdad, alrededor de esas narrativas que se han producido y, en una actitud democrática, hay que rendir cuentas sobre la investigación, y dispuestos a confrontar a esos otros, pero no a  partir de estigmatizaciones o violencias simbólicas contra quienes no concuerdan con esa narrativa, sino explicando una y otra vez esos hallazgos, de tal manera que el mismo proceso de debate sea un proceso pedagógico del cual se vaya decantando unos mínimos en la opinión pública de que fue lo que nos pasó. Si la investigación es muy rigurosa hay hechos y patrones que se vuelven inobjetables. Sí, puede haber distintas miradas, pero en la medida en que las narrativas vayan avanzando en su rigor y vayan estableciendo hechos y patrones, el debate de lo que tenemos que establecer va disminuyendo.

¿Cuáles son las claves pedagógicas para traducir estos patrones y lógicas?

María Emma Wills: Tienen que ver no solo con el contenido del mensaje sino con la manera de traducirlo para que resuene en muchos colombianos. La construcción de esos mensajes tiene que partir del reconocimiento de los desafíos: una opinión pública dividida, pero también cansada, y más cansada después de la pandemia, y con otros problemas de vida o muerte. ¿Cómo hacer para que mensajes que tiene que ver con un conflicto armado que parecen venir de un mundo que se fue al traste con la pandemia, venir de un mundo que se hundió, generen claves para entender el mundo presente? ¿Cómo hacer para mostrar que la desigualdad es estructural? Ser pedagógico tiene que ver con el hecho de producir narrativas que sean relevantes para el presente, hacer que aquello que has descubierto históricamente le hable al presente y les hable a las personas en sus angustias presentes y por eso hay distintos públicos.

¿Hemos avanzado en la comprensión de lo que nos pasó?

María Emma Wills: En 2005, cuando arranca un ciclo de memoria histórica en el cual todavía estamos insertos, el proyecto de Ley que presenta el gobierno Uribe, se transforma a raíz de un cabildeo muy fuerte que hacen organizaciones de víctimas, de derechos humanos, de centros de pensamiento, para que haya una revisión de esa la Ley 075 para que esté acorde a los estándares internacionales de justicia transicional. Eso es un primer triunfo. La Ley incluye el derecho de las víctimas a la verdad y por eso se les exige a los paramilitares no solo reconocer qué hicieron, sino una contribución activa al derecho a la verdad. Muchos han criticado las versiones libres de los paramilitares, pero aun con todas las críticas que yo acepto, quedan unos archivos impresionantes de donde surgen muchas verdades. En esos pulsos que siempre hay en el campo de las verdades y las memorias históricas, hay pulsos que se ganan y que se pierden. En este momento hay audiencias en la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) que me muestran que hemos avanzado: efectivamente los responsables están, poco a poco, afrontando lo que hicieron. Los reconocimientos a veces empiezan siendo protocolarios, pero a veces, el responsable se quiebra y reconoce que lo que hizo es injustificable. Esos pequeños momentos son invaluables porque permiten entender que cuando haces daño, está la posibilidad de reconocer que lo hiciste, y en ese reconocimiento la sociedad entera, y no solo los responsables, reconoce que hay cuestiones, patrones, que no se pueden volver a repetir porque ofenden una conciencia humanitaria y transgreden unas normas y mínimos que hemos establecido para poder vivir como conciudadanas y no como bestias que se desgarran entre sí. Hemos avanzado, esto es un proceso muy largo y las luchas no se cierran, siempre habrá luchas, pero hay cada vez más sectores que reconocen que hay cierto tipo de deudas de muy largo plazo que tenemos que resolver si queremos una democracia robusta.

 


Este artículo fue publicado originalmente el 29 de mayo de 2020, aquí.