Recolectar relatos en regiones donde impera el miedo e instar a dar testimonio a actores de la violencia, son algunos desafíos de la nueva directora de la Comisión de la Verdad en Antioquia, Marta Villa.

 

Por Pompilio Peña

En Antioquia, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición ha recopilado más de 500 testimonios de los 12 mil que se han recogido en todo el país. Lo particular es que la mayoría fueron aportados por las víctimas, lo que deja ver que los actores directos de la violencia, los empresarios y los políticos que financiaron o se beneficiaron del conflicto armado, tienen pocas intenciones de contribuir con su verdad. Esta situación, sumada a la dificultad para recopilar testimonios en las subregiones donde se intensificó el conflicto: Bajo Cauca, Nordeste y Norte de Antioquia, le pone un gran desafío a la institución.

De esa forma lo dio a entender Marta Inés Villa Martínez, quien el pasado 7 de febrero de 2020 asumió el reto de dirigir en Antioquia  la Comisión de la Verdad. Esta historiadora, que por años fue directora de la Corporación Región, conoce como pocas personas las dinámicas del conflicto en el departamento y tiene experiencia con investigaciones en el marco de la construcción e implementación del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición derivado del Acuerdo de Paz entre el Estado y las FARC.

Hacemos Memoria habló con Marta Villa sobre los retos de su cargo, el cual asumió con la convicción de que la Comisión tendrá un papel preponderante en la historia reciente del país. “Lo que quiero es ayudar desde adentro. Quiero poner mi conocimiento al servicio de la Comisión”, afirmó.

Faltan cerca de 18 meses para que finalice el trabajo la Comisión de la Verdad. ¿Cuáles son esos retos a los que está enfrentada, conociendo lo complejo que ha sido el conflicto en Antioquia?

El reto más grande será escoger cuáles van a ser esas verdades que se consignarán en el informe final. Primero, porque este país tiene mucho conocimiento, desde las universidades, las organizaciones, desde el Centro Nacional de Memoria Histórica. La pregunta es ¿Qué va a agregar la Comisión a esas memorias? Hay insumos muy importantes, como lo que la gente ha contado, ya que tenemos cerca de 12 mil testimonios a nivel nacional, en Antioquia llevamos poco más de 500. Lo que haremos en el informe es hablar de patrones de violencia, no de casos individuales. Así pues, hablaremos de responsabilidades colectivas y contextos colectivos. Otro reto es cómo darle sentido a las voces individuales dentro de un relato que pretenderá ser colectivo.

De hecho, venimos de hacer un encuentro con líderes de víctimas de muchos territorios del país y es sorprendente la variedad de relatos que hay; desde el Amazonas, el Caribe, el Oriente y el Eje Cafetero, este es un país que ha producido mucho horror, pero también muchos movimientos de resistencia. Esa misma diversidad de relatos se nota en Antioquia. Una cosa es lo que pasó en el Oriente, otra lo que pasó en el Bajo Cauca y otra muy distinta lo que pasó en el Urabá, y así con todas las regiones.

La pregunta que me hago a menudo, viendo este panorama, es: ¿Cómo producir un relato comprensible que permita a la región identificarse con esas verdades que estamos recogiendo?

Nuestra sociedad está muy dividida y una parte de ella negará, posiblemente, ciertas verdades que llevará el informe ¿Cómo afrontar esto?

Tener una sociedad receptiva y preparada para lo que vamos a presentar es muy importante, más porque el informe irá acompañado de recomendaciones orientadas a unas garantías de no repetición, que son finalmente el objetivo último de todo esto: que la violencia no se repita.

Hemos notado que hay una sociedad que no se apropia de este tipo de relato ni lo defiende, por lo que esto también es un reto y más en esta región en particular. Por ello, debemos crear unas condiciones sociales y políticas para que ese informe, que se lanzará en el 2021, tenga cabida.

¿Cuáles son esos actores que no están acudiendo a dar su testimonio frente a lo que pasó en el conflicto armado?

La mayor cantidad de testimonios los hemos conseguido de las víctimas, y eso responde a una demanda de reconocimiento y de verdad. Lo que la gente quiere es que le digan por qué se dio la violencia en la que sufrió.

En contraste, tenemos muy pocos testimonios de responsables directos y lo que llamamos los terceros civiles responsables. Eso da cuenta del lugar en que estamos en el país. Sabemos que hay unos responsables que son los actores armados, las guerrillas, los paramilitares, la fuerza pública. Si bien hemos contado con unos actos importantes en donde se ha pedido perdón con ánimo de reconciliación, como lo han hecho los exmiembros de las FARC, falta el reconocimiento de sus responsabilidades.

También sabemos que hubo muchos lazos entre actores armados y sectores económicos que financiaron la guerra, así como de sectores políticos que la utilizaron para beneficiarse. De ellos tenemos muy pocos testimonios y muy pocas intenciones de contar.

Así pues, nos falta avanzar como sociedad porque, para muchos, la verdad es vista como algo amenazante de lo que hay que escapar y resistir.

Vivimos una ola de violencia en contra de los líderes sociales, sumado a los conflictos que se están dando en lugares como Ituango en Antioquia. ¿Eso está dificultado la recolección de testimonios?

Es más difícil obtener testimonios de las zonas en donde hoy hay conflicto, donde la gente tiene miedo y se siente amenazada. Ejemplo: Bajo Cauca, Norte de Antioquia y Nordeste. Allí hay un conflicto vivo que genera intimidación.

Hay otras zonas de donde tenemos pocos testimonios, porque son regiones en las que la violencia misma se ha negado. Ha habido narrativas de ocultamiento, como en el Occidente antioqueño y el Suroeste. La pregunta que nos hacemos es ¿por qué se da este silencio y qué dice?

Habría que añadir algo más, y es que de estas últimas regiones existe poco material académico, pocas investigaciones universitarias.

Por otra parte, nos dimos cuenta que contamos con mucha información sobre Medellín, pero no sobre los municipios aledaños como Bello, Envigado o Sabaneta. Así que este es un propósito, acercarnos a los municipios del Valle de Aburrá.

¿Cree usted que la postura del director del Centro Nacional de Memoria Histórica, Darío Acevedo, sobre el conflicto armado, y los desacuerdos que ha tenido con organizaciones de víctimas, afectará el trabajo de la Comisión de la Verdad?

Hemos dicho que esta Comisión no tendría sentido si no hubiera existido el conflicto armado. Es decir, aceptamos que ha habido conflicto armado en el país, y que hay necesidad de comprenderlo y superarlo. Creemos que hay pruebas suficientes para constatar, con ocho millones de víctimas en 50 años, que sí hubo conflicto armado.

Yo creo que este tema sí le hace daño a la Comisión. Nos hemos dado cuenta que existe un enorme nivel de desconfianza de la gente con el Estado y ahora con el centro nacional de memoria. Y nosotros tenemos que garantizar que el testimonio de la población quede en buenas manos. La ventaja es que hacemos parte del Estado, pero no somos gubernamentales, somos independientes.

En ese propósito de que la comunidad aprenda a apreciar el valor del informe que se está elaborando, ¿Qué aliados hacen falta?

Creo que las universidades y el sector educativo en general tiene un gran papel en el sentido de hacer pedagogía. Y eso, ¿qué es en últimas? Pues una sensibilización sobre los efectos nefastos de la guerra. Ahí tenemos una brecha muy grande como sociedad.

Yo creo que la Comisión también está ante el reto de hacer una mejor difusión de lo que está haciendo, porque todos los días producimos noticias que contar desde las regiones. Por lo que los medios de comunicación también son importantes.

¿Cómo ha sido el acercamiento de la Comisión de la Verdad con el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, y el gobernador de Antioquia, Aníbal Gaviria?

Hay un mandato constitucional en relación con la paz territorial y para nosotros es muy importantes que los mandatarios se sientan interpelados, con la responsabilidad frente al relato que va a producir la Comisión y su tarea de garantizar la no repetición de la violencia. La paz es imposible sin el compromiso de los territorios.

Ahora estamos en la tarea de hacer acercamientos con el alcalde y el gobernador, y ellos ya han expresado su voluntad de hacer cosas juntos.