Si crear empresa es difícil, hacerlo sorteando la guerra es toda una proeza. Un informe del Centro Nacional de Memoria Histórica recopiló las experiencias y reflexiones de quienes intentaban ser empresarios con el conflicto armado a cuestas.

Por: Adrián Atehortúa
Imagen: CNMH

En el momento histórico que atraviesa Colombia para la construcción de una memoria colectiva sobre los acontecimientos que llevaron al conflicto armado y las duras consecuencias de las cuales todavía el país tiene secuelas, una de las voces con menos presencia ha sido la de los empresarios y emprendedores.

No quiere decir que no hayan sido golpeados por estos flagelos, porque la realidad demuestra todo lo contrario. Sin embargo, entre todas las poblaciones afectadas, las vivencias de aquellos que han querido hacer empresa son algunas de las menos difundidas.

Ese vacío de información, que en realidad parece ser una visión poco atendida entre los relatos de memoria en todos los conflictos del mundo, tiene un primer intento de estudio oficial en Colombia en el libro Empresarios, memorias y guerras publicado por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH).

Más que un reporte oficial, porque las dimensiones sobre las afectaciones a este gremio son prácticamente incalculables en el país, se trata de una serie de memorias que abordan cinco casos específicos que tuvieron lugar en la región Pacífica durante las últimas décadas.

Su realización estuvo a cargo de un grupo de profesores, académicos e investigadores de la Universidad ICESI de Cali, dedicados a las Ciencias Humanas, que en alianza con el CNMH y con el apoyo de la Embajada de Suiza en Colombia, trabajaron durante dos años en diferentes zonas de la región, en departamentos como Nariño, Chocó y el Valle del Cauca.

Reunieron así las historias de un grupo de productores de aceite de palma que tratan de salir adelante en Tumaco ante la imponencia de los cultivos de coca; también las peripecias de dos emprendedores del cabotaje, que durante décadas cumplieron con el transporte de pasajeros y mercancías por los ríos del Pacífico colombiano que eran y siguen siendo azotados por los grupos armados; continúa con la vocación de una pareja a la cabeza de una empresa de productos lácteos, que junto a un grupo de profesores han creado una escuela de fútbol en Tumaco para tratar de quitarle jóvenes al conflicto que se vive en ese municipio. Se conocen también las reflexiones de un exmilitar que ha emprendido diferentes negocios por el Valle del Cauca debatiéndose entre los traumas que le dejó uno y otro lado de la guerra; y por último el empeño del propietario de una empresa de camarones que insiste en dejar un legado en Tumaco, a pesar de que las violencias de la zona cobraron la vida de su hermano.

En todos los relatos convergen anécdotas marcadas por el dolor, el abandono estatal, las trabas burocráticas, las amenazas, las extorsiones, la bancarrota, los desplazamientos, la corrupción, la impunidad, pero también de la entereza, la búsqueda de soluciones, el servicio social, la valentía y el día a día de quienes no pueden abandonar una vocación obsesiva como lo puede llegar a ser levantar una empresa económica de cualquier tipo.

Paralelamente dejan ver también las conclusiones que en cada caso tienen sus protagonistas sobre una necesaria reivindicación, reparación y justicia que aún están en deuda con todos los que comparten su trabajo.

Empresarios, memorias y guerras es apenas un abrebocas y una pequeña muestra de miles de historias similares que deben abundar en el país, muchas de las cuales han sobrevivido a los estragos del conflicto armado y aún esperan por ser atendidas.