Este 25 de octubre se abre al público una nueva exposición que invita a reflexionar sobre las dinámicas alrededor de la idea de reconciliación y de cómo podemos hacerla realidad.

Por: Pompilio Peña Montoya
Fotos: cortesía Museo Casa de la Memoria

Pocos notan, con la importancia que merece, el ejercicio de la reconciliación como un camino para sanar heridas. Y lo cierto es que en la mayoría de los barrios de Medellín hay colectivos que, a partir de iniciativas artísticas, culturales y comunitarias, están contribuyendo a su crecimiento. También es cierto que cuando algunos escuchan esta palabra, sienten resistencia e incredulidad, quizá porque la mano negra del conflicto aún golpea su territorio. Otros, en cambio, están comprometidos con ella. Aun así, a unos y a otros los une el mismo ideal, aportar a la hermandad para alejar los conflictos.

Bajo esta premisa, el Museo Casa de la Memoria preparó una exposición que motivará a visitantes al diálogo alrededor de diferentes escenarios. Cada uno de ellos muestra un aspecto de la reconciliación dentro de un marco que exige comprender procesos comunitarios e históricos que, por discrepancia de opiniones, llegan a ser, en ocasiones, conflictivos.

Sara García Jaramillo, líder de construcción y circulación de contenidos del Museo, asegura que “el museo en los últimos cuatro años ha abordado temas alrededor de la construcción de paz y de cómo la ciudadanía la ha venido comprendiendo. Ahora nos pensamos una exposición donde persisten los conflictos pero también hay una búsqueda de salidas negociadas hacia la reconciliación”.

Foto: cortesía Museo Casa de la Memoria

Fue así como nació “La voz de las manos. Prácticas que reconcilian”, que busca responder a la pregunta: ¿cómo nos pensamos la reconciliación en escenarios donde el conflicto persiste luego de un proceso de paz?

Quienes participan en esta exposición, en su mayoría, son líderes comunitarios. “Nosotros partimos de varios procesos investigativos desarrollados en diferentes territorios. En la comuna 8 trabajamos con Casa Vivero y Casa Diversa; trabajamos en Aranjuez con un grupo de mujeres tejedoras; en San Javier con Agroarte y con el Partido de las Doñas; estuvimos en San Carlos y también en Granada con el Salón del Nunca Más”, añade Sara García.

De este proyecto también hizo parte Ferley Ruiz, excombatiente de las autodefensas y actor de la obra Victus, proyecto teatral en el que participan sociedad civil, exguerrilleros de las FARC, el ELN, y exparamilitares.

De “La voz de las manos” hace parte un extraordinario mural pintado por artistas urbanos en la fachada del Museo. Según explica Cathalina Sánchez, directora de esta entidad, “en el proceso de investigación para la producción de contenidos nos encontramos con que una de las prácticas de reconciliación es el arte urbano, un gesto de reparación a través del arte, un gesto comunicativo y de conmemoración, un vehículo para generar reparación social”.

Los artistas que participaron hacen parte de los colectivos Elemento ilegal, Klan Guetto Popular, Fundación EPA, Fundación Trash Art, Taller Graffiti Art y Colectivo Pirañas Crew. Quien coordinó este mural fue el artista Jomang.

Lo que se verá en el Museo

La curadora Diana Rodríguez manifiesta que “las exposiciones en el museo las entendemos como una plataforma con algunas características para que el público pueda tener una conversación. Es decir, las exposiciones son pensadas para el diálogo con respecto a lo que le preocupa a la ciudadanía”.

Foto: cortesía Museo Casa de la Memoria

Entre otras cosas, durante el recorrido, los visitantes se encontrarán con 24 tesis o ideas sobre la reconciliación, producto de la investigación de un becario en el municipio de Jardín (Antioquia), un recorrido para reconstruir los últimos momentos de Luis Fernando Lalinde, activista del Partido Comunista, quien fue desaparecido por agentes del Estado el 3 de octubre de 1984.

El espacio más grande de “La voz de las manos” está ocupado por una mesa redonda rodeada de una larga silla circundante que, a su vez, está unida con el resto de los escenarios de la exposición por un tejido con diversos motivos. Según  Diana Rodríguez, la mesa redonda simboliza el lugar en donde los participantes del diálogo pueden verse a la cara, ocupando exactamente el mismo lugar. Y el tejido representa la multiplicidad de ideas que se dan forma alrededor de la construcción de la paz y la reconciliación. “Lo que queremos decir allí es que cuando el tejido se rompe aparece el conflicto”, comenta la curadora.

Cathalina Sánchez complementa afirmando que “desde el Museo queremos apostarle a la reconstrucción del tejido social y por eso creamos estos espacios de diálogo que nos permitirán compartir con el otro, para entender y sanar las heridas que han quedado”.