La Comisión ya recibió los archivos del Centro Nacional de Memoria Histórica y de la Fiscalía, y está haciendo protocolos para incorporar información de otras instituciones como la Policía y el Ejército.

Por: Yhobán Hernández

Crear confianza y ganar legitimidad ante la población es uno de los desafíos más difíciles que ha enfrentado la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, que inició su mandato el 29 de noviembre de 2018 como parte del Acuerdo de Paz firmado entre el Estado y las Fuerzas Armadas Revolucionaria de Colombia, Farc. Así lo expresó en Medellín el director de la Comisión, Francisco de Roux.

En entrevista con Hacemos Memoria, el sacerdote jesuita informó que, en el primer semestre de 2019, la Comisión realizó más de 350 talleres y encuentros en todo el país, en los que participaron comunidades étnicas, víctimas, organizaciones sociales, excombatientes de la guerrilla y los paramilitares, empresarios y miembros de la Fuerza Pública.

“Estamos en un año de escucha, el otro año estaremos en contraste y diálogos de fondo sobre la cantidad de información que estamos recibiendo”, explicó de Roux, quien reveló que la meta de la Comisión, en este primer año de trabajo, es recoger 12 mil testimonios. Hasta ahora se han recolectado mil 200, razón por la cual en este segundo semestre del año los equipos de trabajo intensificarán su labor.

Francisco de Roux, ¿Hasta ahora qué ha sido lo más difícil en el trabajo que adelanta la Comisión de la Verdad?

Crear confianza ante la población colombiana y ganar legitimidad. No hay que olvidarse que nosotros somos una institución que surge de los acuerdos de La Habana, que están cuestionados en su legitimidad por la mitad del país, que piensa que aquí nunca hubo conflicto armado interno y que lo que surgió de La Habana nunca debió surgir, porque no hubo lucha política sino terroristas e intereses manejados por “bandidos” con los cuales no se negocia. Y obviamente quienes tienen esa mentalidad no pueden aceptar el surgimiento de instituciones como la Jurisdicción Especial de Paz, la Comisión de la Verdad o la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas ni pueden aceptar que hayan ido al congreso representantes de la Farc ni pueden aceptar una justicia que no sea la cárcel.

Todo eso tiene que aceptarlo la Comisión y también tiene que incorporarlo. Y tiene que entender que en esas posiciones hay elementos que son parte de la verdad de Colombia, y a nosotros nos corresponde comprender que parte de la verdad es toda la indignación, el sufrimiento y la rabia que hay en quienes presentan estos planteamientos y que pueden tener experiencias de victimización por secuestros, por extorsiones, por miedos; aunque también hay manipulación política y de los medios que exasperan esos sentimientos con elementos simbólicos. Todo eso hace difícil la tarea.

¿Cuáles son las verdades que necesita Colombia?

En el mandato, la Comisión casi que tiene esas verdades enlistadas: ¿por qué la violencia se centró sobre las víctimas más frágiles? las mujeres, los niños, las poblaciones negras del Pacífico y Urabá, las comunidades indígenas, el campesinado. ¿Por qué golpeó a sectores empresariales y ganaderos? ¿Qué fue lo que nos pasó con la tierra, con la destrucción del campesinado, con el empobrecimiento de los territorios? ¿Qué fue lo que nos pasó con el crecimiento del paramilitarismo y de las autodefensas? ¿Qué vinculación tiene eso con el Estado, con los políticos y con las Fuerzas Armadas? ¿Cuál es la relación del narcotráfico con la violencia? pero, también, cómo se mezcla con la economía formal, se auto legitima y es el gran activador de los recursos para la guerra. ¿Qué pasó con la vinculación de otros países en el conflicto colombiano? porque los instructores de las autodefensas y de los paramilitares fueron israelíes y también hubo ingleses; o cuál fue la vinculación de Cuba, de Estados Unidos, en todo esto que hemos vivido. Cuál es el efecto del conflicto sobre la fracturación de la democracia y la vinculación de políticos, muchos en la cárcel, con las activaciones que dispararon la guerra y la posibilidad de hacer presión para elegir alcaldes o gobernadores a través de la violencia. ¿Qué está en la base de un pueblo que dejó pasar más de dos mil masacres sin reaccionar? porque es inconcebible entender que en algún momento perdimos el sentido de esta tragedia que estábamos viviendo todos los colombianos. Y también, como parte de la verdad, todas las cosas buenas de la gente que en medio del conflicto luchó a todo riesgo por la paz, por los derechos humanos, por la justicia y por encontrar a los desaparecidos, aun cuando eran perseguidos en el intento.

Vemos que la Comisión avanza mucho en su trabajo con organizaciones sociales, comunitarias y grupos étnicos. Pero ¿cómo va ese trabajo con otros sectores: los empresarios, los políticos, los excombatientes?

Con los excombatientes estamos teniendo una mesa técnica con la Farc y contactos directos con las bases en todo el país. Con los excombatientes de las autodefensas tenemos también una mesa de conversaciones continuas. Incluso hemos cruzado las mesas para que se escuchen los dos grupos de excombatientes.

Con sectores empresariales significativos tenemos también una mesa de conversación. Hemos iniciado conversaciones con los partidos políticos, principalmente en el Congreso, para escuchar su punto de vista de lo que pasó en el conflicto e ir ahondando conversaciones acerca de la verdad del país.

Y hemos empezado conversaciones con los periodistas, pero queremos construir algo más fuerte porque pensamos que las comisiones de la verdad realmente las hace la prensa, no para favorecer lo que hace la Comisión sino para tener posiciones independientes y críticas, porque la verdad requiere someterse, como dicen los mineros, al crisol, al fuego, para limpiarla. Es la única forma de construir algo serio. Y nosotros estamos abiertos a toda crítica porque no hay otra forma de clarificar lo que pasó.

Parte de nuestro mandato no solo es la exigencia de la participación de muchos sino el contraste de los puntos de vista.

¿Qué representan para la Comisión de la Verdad casos como el de Jesús Santrich? Es decir, el venía aportando verdad y ahora, que al parecer abandonó el proceso, ¿qué va a pasar con sus aportes?

Él venía participando y pues lo que aportó será parte del conjunto de la documentación que nosotros contrastamos con otras informaciones. Él aportó sobre su historia personal en todo esto y también sobre la aceptación de responsabilidades. Nos entregó textos escritos por él y, por supuesto, nos sorprendió la decisión que tomó.

Teniendo en cuenta el contexto de polarización y violencias que enfrenta el país, así como los niveles de legitimidad del proceso de paz, ¿qué tan factible es el tema del reconocimiento de responsabilidad en hechos relacionados con el conflicto?

Nosotros lo propiciamos. Advertimos que no estamos pidiendo responsabilidades jurídicas: culpable o no culpable, sino responsabilidades históricas, éticas, políticas, en que las personas acepten en el contexto de los acontecimientos y explicando por qué lo hicieron: o porque se sentían amenazadas, o porque en su familia hubo un secuestro, o porque estaban siendo extorsionados, por razones políticas ante un actor que tenía incidencias en el propio territorio, o por ideologías de guerra en las que el fin justifica los medios y había que ser eficaces en las tareas que se estaban haciendo, o porque para enfrentar una guerra irregular no se podía actuar solamente en formas legales, sino que había que encontrar otros mecanismos.

Pero en ese contexto llega un momento en que hay que aceptar si nosotros fuimos responsables, en una o en otra forma, de los distintos lados del conflicto. Nosotros invitamos a aceptar incentivos morales para comprender que el reconocimiento de responsabilidades, en medio de la verdad, lejos de destruir tu reputación la acrecienta, porque apareces como alguien que quiere contribuir a la verdad del país.

¿Cómo van las relaciones con el actual Gobierno, que se ha caracterizado por no respaldar plenamente la implementación del acuerdo de paz?

Yo tengo que decir que en un principio las cosas no fueron fáciles, ni para ellos ni para nosotros. Pero hoy se están haciendo esfuerzos serios de respeto. La primera semana de agosto estuvimos en un trabajo conjunto con Emilio Archila (Consejero Presidencial para la Estabilización y la Consolidación) para buscar conjuntamente el fortalecimiento del proceso.

Creo que para nosotros es muy importante mantener la afirmación de que el proceso avanza e impulsarlo. Si nosotros tomamos una actitud negativa de que esto no avanza, haríamos mucho daño.

Yo pienso que el proceso está avanzando: las Farc dejaron las armas, se vincularon definitivamente como partido político, aunque hubo unas disidencias que son normales en estos procesos. El impulso en los lugares donde están concentrados es serio. Los proyectos que están tratando de sacar adelante andan. El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas sigue apoyando unánimemente el asunto colombiano. A nivel europeo y de Naciones Unidas se considera que la mejor noticia del siglo XXI ha sido este proceso de paz. Y eso hay que mirarlo con entusiasmo de parte de los colombianos.

¿Cuál ha sido el papel de la memoria en este proceso de la Comisión de la Verdad, y de qué manera esto le aportará al país en la construcción de la memoria histórica?

La memoria es muy importante, es parte de la recuperación cultural, pero la memoria no es la verdad. La memoria es simbólica, está llena de relatos, es variable… Las mismas personas cuando cuentan las cosas después vuelven a donde uno para corregir lo que dijeron o para contar cosas que olvidaron, entonces, matizan lo que dijeron primero. Pero sin la memoria no se puede buscar la verdad. A partir de la memoria uno se plantea las preguntas para encontrar la verdad. Y por eso muchas veces hay que contrastar las distintas memorias.