La obra del Teatro La Candelaria, dedicada a la memoria del cura guerrillero, se presentó con lleno total en la Universidad de Antioquia. La próxima función será el 8 de agosto en Bogotá.
Por: Adrián Atehortúa
Foto: cortesía Teatro La Candelaria
La primera y única vez que Patricia Ariza vio a Camilo Torres fue en una fiesta en Bogotá, en 1965. Tenía 15 años y la acompañaba el maestro Santiago García, de quién no se ha distanciado desde entonces. Él, Camilo, tenía 36 y estaba en la cima de una trayectoria que ya lo hacía una leyenda viva entre la élite intelectual del país. Como todas las personas que alguna vez lo vieron, Patricia lo recuerda con esa aura mística de la que todos hablan. “Sus palabras, sus gestos… tenía un dominio muy impresionante de los temas sociales, cómo los compartía… no parecía un cura. Parecía un hombre”, recuerda.
Un año después de aquella noche, Patricia se enteró por los periódicos —como se enteró todo el país— de la muerte del cura guerrillero, quien cayó en combate durante su primer enfrentamiento contra el ejército, en febrero de 1966, cerca de Bucaramanga. Desde entonces, el hombre, el cura, el catedrático, el guerrillero, el líder, el fundador de la primera facultad de Sociología de Latinoamérica, todas esas cosas quedaron dándole vueltas en la cabeza bajo su nombre: Camilo.
Cincuenta años después, en 2015, cuando Patricia ya era una de las eminencias del teatro y la dramaturgia en Colombia, se encontró con los documentales Camilo Torres (1966), de Diego León Giraldo y otro llamado Introducción a Camilo Torres (1978), de Carlos Álvarez. Algo de todo ese interés guardado tantos años despertó con fuerza. Fue entonces que le propuso a su grupo del Teatro La Candelaria que hicieran una obra dedicada a la memoria de Camilo Torres y todos dijeron que sí. Siguió una investigación de un año para descifrar la mejor manera de representar la complejidad de aquel hombre legendario y bajo su dirección se creó la obra que ha llenado salas en todas sus funciones, que se presentó por primera vez en el Teatro Universitario Camilo Torres, de la Universidad de Antioquia, y que no podía llevar otro nombre: Camilo.
El resultado es una puesta en escena con 14 actores que representan, cada uno, una faceta de ese conjunto universal tan diverso y disímil que fue Camilo Torres. “Es una recreación del dilema de un místico y un rebelde, un personaje lleno de martirio, misticismo y rebeldía… Ha sido muy emocionante porque es un personaje en constante conflicto. No creo que con la obra se juzgue si Camilo era buenísimo o terrible, sino que el espectador puede sacar sus propias conclusiones”, explica Patricia Ariza, su directora.
Hay, además, una diversidad musical con ritmos tan diferentes como el bambuco, el jazz, el tango, la música experimental o piezas provenientes de la Revolución Francesa que van ambientando cada una de las intervenciones de los actores que representan tantos Camilos como fue posible encontrar en esa exploración del personaje. “La música se fue dando a medida que íbamos construyendo cada parte de la obra… sentíamos que también podía haber un ritmo diferente para cada una de las intensidades con las que se presentaban las facetas que daba el personaje”, explica Policarpo Forero, actor en escena y encargado de la musicalización.
En el corto recorrido que ha hecho la obra, sus méritos no han sido menores. Entre ellos, presentarse por primera vez en el escenario que lleva su nombre como homenaje, es uno de los puntos que más expectativa ha generado en el equipo. “Nunca nos habíamos presentado en el Camilo Torres y justo debutar con una obra que se llama Camilo… es un símbolo muy significativo ¿no? Estamos muy emocionados, es uno de los lugares donde más se le recuerda y encontrarnos ahí con el público, creo que fue una sensación muy difícil de explicar”, dice Patricia Ariza.
En el Teatro de la Universidad de Antioquia la boletería se agotó. Ahora, la obra vuelve a casa y podrá verse el próximo 8 de agosto en el Teatro La Candelaria, en Bogotá.
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