Han pasado veinte años desde que asesinaron al defensor de Derechos Humanos Eduardo Umaña Mendoza y aún no hay avances en la investigación para esclarecer el crimen.

Por Esteban Tavera
Foto: cortesía Camilo Umaña Hernández
Video: cortesía Documental Amarillo

“El proceso penal que se adelanta por la muerte de mi papá está en un momento parecido al que estaba hace veinte años: en investigación preliminar. Hasta ahora no han llegado a ningún responsable y no hay una reacción apropiada por parte de la justicia. Y lo peor es que las respuestas de la Fiscalía se parecen mucho a una burla”. Así resume Camilo Umaña Hernández el estado en que se encuentra el proceso de investigación por el asesinato de su padre Eduardo Umaña Mendoza.

De los pocos avances quizás el más significativo se dio en septiembre de 2016, cuando la Fiscalía General de la Nación, tras recibir una petición de los abogados la familia del penalista, declaró el homicidio de Umaña Mendoza como un crimen de lesa humanidad. Dicha decisión permite que la investigación no prescriba hasta que se descubra la verdad de lo ocurrido en el caso. La determinación de la Fiscalía, según el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, se fundamentó en que entre los años 1998 y 2014 se cometieron 1.923 crímenes de Defensores de Derechos Humanos a través de una alianza entre la Fuerza Pública y algunos grupos paramilitares.

Otro logro, en veinte años de proceso, se produjo en agosto de 2015 cuando en una diligencia judicial en la Prisión Federal de Miami, el excomandante paramilitar Diego Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, se refirió al caso de Eduardo Umaña Mendoza. Para Camilo Umaña, la declaración del exparamilitar representó un avance pues dio pistas sobre posibles autores del crimen. “En esa declaración, ‘Don Berna’ dijo que durante su accionar, las Autodefensas Unidas de Colombia cometieron muchos errores, entre esos el asesinato de mi papá, y que esa había sido una orden emitida por los hermanos Castaño. Sin embargo, a pesar de que nosotros insistimos en que se vinculara a ‘Don Berna’ al proceso, la Fiscalía no hizo nada más al respecto”, afirma Camilo.

En la declaración que le dio Murillo Bejarano a las autoridades estadounidenses, también señaló que el crimen fue planeado a través de una alianza entre paramilitares y agentes de seguridad del Estado, quienes contrataron a la banda La Terraza, de Medellín, para que atentaran contra la vida del abogado.

El asesinato ocurrió el 18 de abril de 1998, cuando tres sicarios enviados a Bogotá por La Terraza, se hicieron pasar por periodistas de televisión que querían entrevistarlo. Llegaron hasta su casa en el barrio Nicolás de Federman, donde le propinaron tres disparos que le quitaron la vida.

Umaña Mendoza sabía que iban a matarlo por su trabajo en defensa de los Derechos Humanos. Así lo afirma Federico Andreu, quien fue su mano derecha durante muchos años y hoy es apoderado del caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: “Eduardo alcanzó a redactar un documento días antes de su asesinado en el que señalaba que lo iban a matar, reseña algunos atentados en su contra e incluso presenta algunos nombres de quiénes podrían estar vinculados a su crimen”.

Mucho antes, en 1992, debió escapar de un vehículo en movimiento cuando fue interceptado por una camioneta desde donde le apuntaron con un arma automática. El año anterior a su muerte, escapó de un intento de secuestro en el aeropuerto de Rionegro, Antioquia y meses antes de su asesinato, quisieron privarlo de su libertad en los alrededores de la Universidad Nacional, en Bogotá.

La razón para que se produjera una alianza entre fuerzas de inteligencia del Estado y estructuras paramilitares con el objetivo de quitarle la vida a Umaña Mendoza, es que siempre fue un abogado incómodo para el poder. Fue fundador del Comité de Solidaridad con los Presos Políticos, organización desde la cual libró la defensa de muchos miembros de la Unión Sindical Obrera, acusados falsamente de ser auxiliadores de la guerrilla. También participó en la creación de la Asociación de Familiares de Personas Desaparecidas, desde donde se vinculó con algunos familiares de los trabajadores de la cafetería del Palacio de Justicia que fueron desaparecidos durante la toma de 1985; y del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo, una de las organizaciones con mayor reconocimiento en la investigación de crímenes de Estado.

“Cuando asesinan a Eduardo, –recuerda el representante a la Cámara Alirio Uribe, quien fue colega suyo en el Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo–, estaba ejerciendo su profesión de una manera más individual después de haber fundado algunas de las organizaciones de Derechos Humanos más importantes en el país. El modo en el que lo mataron fue muy representativo. En el campo se sembraba terror a través del desplazamiento forzado pero en las ciudades se dio una práctica de generar terror con asesinatos que ocurrían en la misma casa de las víctimas, ese fue el caso de Eduardo”.  

El interés de Umaña Mendoza por la defensa de derechos humanos, fue herencia de su padre Eduardo Umaña Luna, uno de los académicos que hizo parte de la elaboración de La violencia en Colombia, el primer gran estudio sobre el conflicto armado en el país. Camilo Umaña, el heredero de esos dos pensadores, recuerda que desde muy niño su casa fue uno de los centros más importantes de pensamiento, estudio y defensa de los Derechos Humanos. También asegura que esas ideas siguen vigentes, más en un momento como este, cuando muchos líderes sociales y defensores de Derechos Humanos, como su padre, no tienen las garantías para ejercer esa labor. “Tanto mi papá como mi abuelo hablaron del humanismo social, buscaron que los conflictos se resolvieran respetando los Derechos Humanos, pero no ingenuamente, sino en favor de los pueblos y de la justicia social. Eso sigue siendo vigente aquí en Colombia”, concluye.

Por esa razón, para los familiares de Eduardo Umaña Mendoza, veinte años después del crimen, lo importante no es tanto que las autoridades judiciales identifiquen a los individuos que ejecutaron el crimen, sino que se revelen las responsabilidades estructurales que propiciaron su asesinato. Según Alirio Uribe, esa será una responsabilidad grande de la Comisión de la Verdad, organismo que, en su opinión, deberá hacer una investigación rigurosa sobre todas las entidades de inteligencia que se vieron involucradas en crímenes de Estado. “Organismos como el DAS fueron los que dirigieron crímenes como el de Eduardo, que no solo atentaban contra la persona, sino que también generaban terror en los demás y que inmovilizaban a sectores que buscaban transformaciones en el país”.

Andreu, por su parte, cree que los mecanismos establecidos por el Acuerdo Final de Paz representan pocas esperanzas para el caso. “La JEP es poco probable que logre algo porque allí se investigará a quienes ya están identificados como responsables de crímenes y es poco probable que los agentes del Estado involucrados en la muerte de Eduardo se presenten voluntariamente. Por parte de la Comisión de la Verdad, no vemos que pueda aportar mucho puesto que tienen muy poco tiempo para explicar un conflicto de muchos años”, enfatiza.

La frase con que más se recuerda a Eduardo Umaña Mendoza es “más vale morir por algo que vivir por nada”, y si en algo coinciden su hijo Camilo y sus colegas Alirio Uribe y Federico Andreu, es que la lucha que dio Eduardo no murió con él. Hoy en día, las organizaciones y las personas que inspiró, siguen trabajando por alcanzar los ideales que aprendieron de su propio ejemplo.