La Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y el Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Antioquia ofrecen el curso de Formación Política y Universidad. En este espacio los estudiantes de primer semestre tienen la posibilidad de preguntarse por la realidad local y nacional en un contexto de transición al posacuerdo.

Por Elizabeth Otálvaro

Recorrer el campus de la Universidad de Antioquia con la atención del que descubre una tierra desconocida, para reconocer la memoria develada por sus murales e inscripciones, es una de las primeras experiencias que tienen los estudiantes del curso de Formación Política y Universidad, ofrecido por la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y el Instituto de Estudios Políticos (IEP) de esta institución.

En el año 2015, con la puesta en marcha de los proyectos de la nueva rectoría en la Universidad, en cabeza de Mauricio Alviar, la preocupación por la deserción temprana –es decir, en los primeros dos semestres–, aparecía como tema recurrente cuando se hablaba de la institución de educación superior pública más importante del departamento; según cifras de la Vicerrectoría de Docencia, este fenómeno alcanzaba un total del 24% de la cantidad de estudiantes admitidos.

La Facultad de Derecho y el IEP construyeron su propia respuesta para contrarrestar el abandono de las aulas por parte de los estudiantes. El comité de permanencia está inspirado por la idea de que la deserción puede evitarse con un acompañamiento oportuno, así, en el marco de esta iniciativa, surge la propuesta de desarrollar dos cursos: uno de Lectoescritura y otro de Formación Política y Universidad, ofrecidos a quienes iniciarán sus estudios de pregrado en Derecho o Ciencia Política, para que en la transición de ser admitidos a ser estudiantes de la Universidad de Antioquia tengan la oportunidad de hacerse preguntas que atraviesan su vocación profesional y su relación con los conflictos representados en el espacio universiario.

Con respecto al curso de Formación Política y Universidad, el profesor del IEP, Wilmar Martínez, dice: “Nosotros creemos que la universidad debe apostarle a una formación básica humanística”, así comienza el argumento que entrega para justificar la existencia de esta materia que dicta en compañía de tres profesores más y el cual emerge en el contexto de una negociación política del conflicto armado, exigiendo de la academia afinar la crítica a la inminente transformación del país.

Este espacio formativo, entonces, está dividido en cuatro unidades. La primera de ellas, “Culturas políticas universitarias”, según la docente Zaira Agudelo, consta de dos momentos: “reconocer esos espacios en los que ya se formaron: la familia, la escuela, la iglesia, sus amigos, los actores del ‘relato autobiográfico’ como lo llama Bourdieu.
En un segundo momento, conocen los espacios que tiene la universidad para que se formen políticamente, los espacios institucionales y los no institucionales”.

Seguidamente, los estudiantes se enfrentan con el módulo “La política y la universidad pública”, un espacio para reconocer nociones básicas que en adelante harán parte de su discurso: es el caso de la política, lo político y las ideologías; luego, la tercera unidad, “Representación y participación en la Universidad”, “pretende mostrarles las falencias que esta universidad tiene en representación y participación”, dice Agudelo. Finalmente, y para conectar lo aprendido con el contexto nacional, el curso consiente el tema “La universidad en un contexto de conflicto”, allí se busca establecer relaciones entre el afuera y el adentro y comprender las tensiones históricas del conflicto armado.

“Partimos de que los estudiantes saben cosas y que nosotros simplemente vamos a facilitar otras en ese contexto universitario”, así explica la profesora Zaira Agudelo la metodología propuesta por el curso, en la cual se hace uso de técnicas participativas para poner en valor las experiencias previas de los alumnos. Es por ello que el juego, la interactividad y la conversación son estrategias fundamentales de esta propuesta.

Ricardo Castro, quien fue alumno de la primera cohorte del curso y ahora estudiante de segundo semestre de Derecho, señala que “el curso permite un continuo diálogo, tanto entre estudiantes como entre estudiantes y orientadores, algo que debería rescatar el método educativo en las universidades e incluso en los colegios: crear conocimiento en el ejercicio de la conversación”.

El estudiante también recuerda una actividad lúdica en la que debió asumir la posición contraria a su postura política con respecto a lo pactado en La Habana. Del juego de roles que pretendía evidenciar el desacuerdo y afinar el uso de la argumentación, le quedó un aprendizaje: “Antes de eso no pensaba en lo valioso que es el pensamiento de las personas diferentes. Cuando tenemos un disenso, únicamente nos paramos desde nuestra postura y buscamos defenderla. Con esta actividad, entré en shock al saber que tenía que pensar como una persona diferente”.

En síntesis, este curso se entiende como una apuesta por la formación política en un contexto de transición al posacuerdo. Él permite comprender que el conflicto, que es el que inaugura la política, atraviesa la Universidad, en especial la Universidad de Antioquia que históricamente ha pasado por contextos violentos y no se ha abstraído de la realidad nacional. Propicia, así, la formación de ciudadanos críticos y, como lo señala Martínez, busca que a partir de la aprehensión de nociones básicas y el reconocimiento de la realidad local y nacional se tramiten mejor las problemáticas que enfrentarán en el microcosmos representado por la Universidad.