José Yimer se desempeñaba, desde hace más de siete años, como líder campesino en toda la zona del sur de Córdoba, más exactamente en el corregimiento de Saiza, del municipio de Tierralta, lugar donde, en los años noventa, las Farc y las AUC provocaron masacres, tomas y desplazamientos.

Por: Juan David Tamayo Mejía – Estudiante de Periodismo

El cuerpo de José Yimer Cartagena Úsuga fue encontrado el 11 de enero, al mediodía, en un potrero cercano al hospital del municipio de Carepa, en el Urabá antioqueño. Según un líder de la zona, que estuvo entre las primeras personas en ver el cadáver, presentaba más de treinta puñaladas, la lengua cortada y signos de tortura. Aunque aún no hay pronunciamientos oficiales que den cuenta sobre los responsables o motivaciones del asesinato, otros líderes campesinos aseguran que este crimen fue la manera de acallar su labor social con los campesinos del Alto Sinú.

José Yimer se desempeñaba, desde hace más de siete años, como líder campesino en toda la zona del sur de Córdoba, más exactamente en el corregimiento de Saiza, del municipio de Tierralta, lugar donde, en los años noventa, las Farc y las AUC provocaron masacres, tomas y desplazamientos. Desde 2012, trabajaba con la organización Marcha Patriótica y, luego, se unió a la Asociación Campesina para el Desarrollo del Alto Sinú (Asodecas), de la cual era vicepresidente.

Esta zona del Nudo de Paramillo, reserva natural donde está enclavado el corregimiento de Saiza, fue por años un fortín cocalero de las Farc. Con la implementación de los Acuerdos de Paz y el traslado del Frente 58 y de la columna Mario Vélez a las zonas de concentración, los líderes y la comunidad en general enfrentan un nuevo panorama: desde la necesidad de cambiar la base de su economía por un esquema de negocio legal hasta aprender a lidiar con la presencia de otros grupos armados ilegales que están llegando a la región, según afirma Andrés Chica, militante de Marcha Patriótica en Córdoba. Chica ve con temor la pretensión de estos grupos de tomarse a la fuerza el control del narcotráfico en esa región estratégica que facilita la salida de la droga al Golfo de Urabá.

Por estas razones, Yimer, junto con la Coordinadora de Organizaciones de Cultivadores de Coca, Amapola y Marihuana (Coccam), trabajaba con los campesinos incentivándolos a entrar a programas de sustitución de cultivos de uso ilícito, pero también presionaba al Gobierno para evitar la erradicación forzada. Osnéider Córdoba, comunicador de Asodecas, recuerda que uno de los objetivos del líder asesinado era la pedagogía de los Acuerdos de Paz con los campesinos para que aceptaran la sustitución. Pero también les enseñaba cómo reaccionar cuando el Ejército llegara a hacer erradicaciones forzadas.

Según un integrante de Asodecas, desde hacía un tiempo se venían oyendo comentarios sobre la incomodidad que generaba la labor social de Yimer y de otros de sus compañeros. Eso quedó confirmado en diciembre de 2016 cuando fue abordado, junto con otro líder campesino, por un integrante de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), quien los agredió físicamente y les advirtió que debían dejar de influenciar a las personas para abandonar el cultivo de coca.

Aunque este hecho fue notificado e ingresado al Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo, Luis Carlos Suárez, coordinador de Asodecas, afirma que las autoridades nunca tomaron medidas para proteger la vida del líder. Tampoco se conocen los detalles y las autoridades dicen que las investigaciones continúan.

Pero la última persona en hablar con él, un compañero de Cocam, afirma que el 10 de enero, a las cuatro de la tarde, Yimer se dirigía desde la vereda El Cerro hacia Carepa para asistir a una supuesta reunión en la Alcaldía de ese municipio que había sido citada el día anterior. En el trayecto, una camioneta blanca de alta gama, con hombres armados, hizo detener el vehículo en el que Cartagena se movilizaba. Lo obligaron a subir a dicho carro y partieron con rumbo desconocido. Su cuerpo sin vida fue hallado al otro día con una bolsa en la cabeza y las manos amarradas.

El asesinato ocurrió pese a las denuncias públicas sobre la llegada a esa zona de las AGC y el aumento de intimidaciones y agresiones a líderes. Ese grupo, por medio de un comunicado, negó su responsabilidad en el hecho: “Somos ajenos a las muertes que se siguen presentando de líderes sociales y miembros de Marcha Patriótica”. Además, calificó como “repudiable” la muerte de José Yimer. Sin embargo, las miradas apuntan a esa organización y a su interés de quedarse con el millonario negocio de la coca que antes controlaban las Farc.



Nombre: José Yimer Cartagena Úsuga.
Fecha del asesinato: Entre el 10 y el 11 de enero.
Condiciones del crimen: El 10 de enero, en la vereda El Cerro de Tierralta, hombres armados se llevaron a Cartagena en una camioneta de alta gama. Su cuerpo fue encontrado al día siguiente en un potrero cercano al hospital de Carepa, con signos de tortura y más de treinta puñaladas.
Hipótesis: Líderes de la zona relacionan el crimen con el trabajo de Cartagena en favor del proceso de sustitución de cultivos. Su propósito era cortar la dependencia de los campesinos de la región a la coca. Esa postura lo enfrentó con las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC) interesadas en asumir el control de ese negocio tras la salida de las Farc.
Liderazgo: Vicepresidente de la Asociación Campesina para el Desarrollo del Alto Sinú (Asodecas), coordinador del Comité Cocalero del Alto Sinú e integrante de Marcha Patriótica.
Contexto regional: El Nudo de Paramillo, que une a Antioquia con el sur de Córdoba, ha sido un territorio con presencia histórica de las Farc y con una predominante economía cocalera. El Acuerdo de Paz y la salida de esa guerrilla hacia los sitios de concentración facilitaron la entrada de las AGC.



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