La Comisión de la Verdad está construyendo una red para escuchar y recoger los testimonios de los colombianos que salieron exiliados por razón del conflicto armado.

Por: Carlos Olimpo Restrepo S.
Foto: Secretaría de Cultura Ciudad de México

La Comisión de la Verdad no solo busca la versión de las víctimas en Colombia, sino que, por primera vez, una entidad de este tipo traspasa las fronteras para escuchar las voces del exilio y dar a conocer parte de esa historia nacional que, hasta el momento, permanece silenciada o, por lo menos, no se escucha con la misma intensidad que la narrada en nuestro territorio.

El sicólogo español Carlos Martín Beristaín, experto en reparación social, coordina la recolección de la información por fuera del país y explica a Hacemos Memoria lo realizado en seis meses de trabajo oficial.

¿Hasta dónde ha llegado el trabajo de la Comisión de la Verdad por fuera de Colombia?

La respuesta de las víctimas en diferentes países muestra que hay un interés por participar en el proceso de paz y en la construcción de la verdad, porque hay una verdad que está fuera de Colombia y esa es la parte de la tarea de la que yo estoy encargado.

También hay muchas organizaciones de apoyo a refugiados, de construcción de paz, que trabajan sobre el caso de Colombia y que tienen mucho interés en colaborar con la Comisión de la Verdad. Estamos en ese proceso de construir las redes de trabajo, hasta ahora en 16 países, que permitan realizar un trabajo sostenible de escucha de las víctimas y de documentar el exilio.

En América Latina hemos estado en México, Costa Rica, Chile, Argentina, Uruguay y Ecuador. Es un trabajo muy complicado, es la primera vez que una comisión de la verdad hace un trabajo en tantos lugares y tan dispersos. Lo que estamos haciendo es con ritmos diferentes, porque en Ecuador el equipo ya está preparado para la toma de testimonios, en otros apenas estamos empezando a realizar la capacitación y nos faltan Venezuela, Panamá y Brasil para las primeras visitas, pero el objetivo es llegar a todos los países de América Latina.

¿Cómo han logrado llegar a los colombianos en los diferentes países?

Nuestra estrategia ha sido trabajar con organizaciones de apoyo y que tengan confianza con los refugiados, como el Foro Internacional de Víctimas, la colectividad de mujeres en la diáspora, la Constituyente de Exiliados, entre otros. En América Latina hay redes de trabajo de los afectados por la guerra, algunas se crearon en relación con el trabajo de la Unidad de Víctimas, otras bajo la expectativa del proceso de paz de La Habana. Esta ha sido nuestra vía de entrada, además del conocimiento personal que tenemos en diferentes países de esas organizaciones más cercanas a la construcción de paz, de atención a refugiados, que son las fuentes con las que se puede hacer este trabajo, pues no podemos hacerlo nosotros solos, tenemos que apoyarnos en estas redes para sacar adelante la tarea.

Los primeros testimonios que recogió la Comisión de la Verdad, incluida Colombia, se recogieron en el exilio. Esto para destacar que este trabajo ya empezó, que ya empezamos a recoger testimonios, sin esperar a que haya todas las condiciones para tener las bases de trabajo en todos los países, precisamente porque no tenemos mucho tiempo y queremos ir avanzando a partir de esas redes de confianza y las del exilio más cercanas inicialmente”.

¿Hay alguna diferencia entre lo que se hace en el país y el proceso que se adelanta con los colombianos que se fueron al exterior?

El primer paso que hemos realizado por fuera es el de explicar qué es la comisión, en qué consiste el Sistema de Verdad, Justicia y Reparación, pero de una manera diferente a como se hace en Colombia, porque con la distancia hay cosas que se conocen menos o se perciben de manera distinta y en este primer tiempo hay que dar todas las respuestas a las preguntas que tiene la gente. A partir de ahí, lo que hemos visto es una muy buena respuesta.

Todo este trabajo funciona por círculos de confianza, porque el exilio es un dolor muy guardado y muchas personas en todo este tiempo no han podido procesarlo, por el hecho de que debieron emprender una nueva vida, muy lejos de la cotidianidad que tenían. Esta es una oportunidad para hacer un proceso mucho más amplio y para que la voz del exilio se pueda escuchar, tanto en los países de acogida como en la propia Colombia. La disponibilidad de la gente con la comisión ha sido muy positiva y esperamos poder llegar a otros sectores menos organizados.

¿Qué han encontrado hasta ahora?

El dolor del exilio es un dolor muy guardado, porque la gente trata de dejarlo atrás para insertarse en un nuevo país, a veces en muy difíciles condiciones, a veces con dificultades para aprender el idioma o para adaptarse a otra cultura y no se habla de esto, como dejar atrás la propia familia y los hijos.

También hay exilios más políticos, en los cuales cada uno ha buscado estar más cerca al sector político con el que se ha identificado y esas memorias a veces son más rígidas. Además, la nostalgia por la pérdida se presenta en un contexto difícil, que en algunos casos económicamente puede ser un poco mejor que en el caso colombiano, pero en otros casos no, en otros casos es peor. También hay un dolor sicológico, un impacto sicosocial que no tiene ningún estatus, ningún reconocimiento. Recuerdo una frase que me dijo una vez una exiliada en Canadá: “incluso estamos aquí sin derecho a quejarnos, con todo ese dolor que hemos sufrido”. A veces en el país la gente cree que quienes se fueron al exilio lo están pasando mejor, que están en mejores condiciones y por eso hay una invisibilización de sus condiciones, del impacto que este colectivo de cientos de miles de colombianos ha venido sufriendo.

Usted que tiene experiencia en procesos similares de otros países, ¿cómo analiza la meta que debe lograr la Comisión de Verdad en el plazo que se fijó para ello?

Las condiciones políticas para hacer el trabajo en Colombia son difíciles, porque no hay un proceso de paz global, lo que hace que no haya condiciones para esto en diferentes partes del país y que la gente tenga miedo debido a las condiciones de seguridad. También han habido alrededor del Acuerdo de Paz muchas dificultades, obstrucciones al cumplimiento, y eso hace que el clima social pueda ponerse negativo. De todas maneras, la comisión tiene el compromiso de hacer un trabajo positivo y efectivo. Si tenemos mejores condiciones políticas, que se necesitan, el impacto probablemente puede ser mayor. Pero de todas maneras se debe tener en cuenta que el informe de una comisión de la verdad es una herramienta para los próximos veinte años, no para una coyuntura, y eso es parte de la misión más histórica que la comisión tiene que llevar a cabo.