Las Madres de la Candelaria – Línea Fundadora se han destacado como parte de un movimiento social que ha persistido en la búsqueda de los desaparecidos y en la reivindicación de los derechos de las víctimas en el país. Al cumplir 25 años de existencia, enfrentan nuevos retos para desarrollar una búsqueda con enfoque diferencial en articulación con otras organizaciones sociales y en regiones de Antioquia más allá del Valle de Aburrá. 

Texto y fotos por Fabián Uribe Betancur

El 16 de marzo, las Madres de la Candelaria – Línea Fundadora cumplieron 25 años como parte del movimiento social que busca a los desaparecidos del conflicto armado colombiano y reivindica los derechos de las víctimas a la memoria, la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición. La celebración denominada “Siempre miércoles a las 12”, en homenaje a sus marchas iniciales en el atrio de la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, se llevó a cabo en la Casa de la Memoria de Medellín, y contó con la presencia de sus integrantes y quienes las ha acompañado a lo largo de estas décadas.   

Para la lideresa y representante legal de las Madres de la Candelaria – Línea Fundadora, Luz Amparo Mejía, estos años han estado marcados por diversos momentos de aprendizajes: “Nosotras hace 25 años nos sentíamos señaladas, nos sentíamos como estigmatizadas porque éramos víctimas del conflicto armado, pero con el paso del tiempo nos dimos cuenta de que no éramos solo nosotras, de que en la ciudad, en el departamento y en el resto del país había varias organizaciones y mujeres como nosotras que habían pasado por algo similar, y así empezamos a juntarnos”, resalta.  

Mejía agrega que han tenido varios retos durante estos años de existencia, y a su vez, momentos de alegrías y tristezas. “En la justicia transicional de justicia y paz, pudimos encontrar a algunos de nuestros seres queridos, saber alguito de verdad. El acuerdo de La Habana nos tiene desilusionadas, porque los que lo firmaron hablan de todo, pero no dicen la verdad sobre qué pasó con nuestros seres queridos”, dice.  

Algunos de los retos que las Madres de la Candelaria – Línea Fundadora se plantean hoy están vinculados a la búsqueda de personas de la población LGBTIQ, en un trabajo que desarrollan con Casa Diversa, de la comuna 8 de Medellín, y a la búsqueda de 11 familias de desaparecidos que fueron hallados en el cementerio Las Mercedes de Dabeiba, en el marco de las investigaciones de la JEP.   

A continuación, presentamos algunos testimonios ofrecidos por las integrantes de las Madres de la Candelaria – Línea Fundadora. En sus relatos, nos describieron cómo ha sido la búsqueda de sus familiares durante estos 25 años de la organización. 

Dolly Castañeda  

En Girardota, el 15 de octubre de 1997, Ruth Beatriz Castañeda fue secuestrada por el frente 34 de las FARC. Ella es la hija de Dolly Castañeda, integrante y cofundadora de las Madres de la Candelaria – Línea Fundadora. 

«A mi hija Ruth Beatriz, psicóloga de profesión, se la llevaron, exigían 600 millones de pesos. De dónde iba a sacar su mamá para pagar esa plata. Cuando empecé a buscar a mi hija, me di cuenta de que había una gran cantidad de soldados y de gente que estaba secuestrada como ella. El día de la marcha del No Más Secuestros, del 17 de marzo de 1999, tuve la posibilidad de visibilizar que a mi hija se la habían llevado las FARC. Desde ahí con otras mamás tomamos la iniciativa de salir al atrio a las 12 del día. Ahí fue cuando se formó la Corporación Madres de la Candelaria – Línea Fundadora.  

Hay que destacar que son 25 años de lucha, de insistir, de resistir y no desistir. Porque hasta que yo no tenga la verdad de mi hija, y de todos los que están en esta corporación, pues no nos vamos a callar. Tenemos que seguir reclamando». 

Marleny Herrera 

Hace más de dos décadas, Marleny Herrera se unió a las Madres de la Candelaria. El 2 de junio de 2002, su hijo, Henry Antonio Saldarriaga, y su esposa, Luzmila González, fueron desaparecidos mientras viajaban a Barbosa, Antioquia. 

«Esta búsqueda ha sido muy tesa, como dicen los jóvenes, muy dura, muy pesada. Uno sale de casa y no sabe con qué se va a encontrar en el camino, pero seguimos adelante, visibilizando nuestra situación.   

Si alguien ve a nuestros muchachos, por favor, díganos dónde están. Y si lamentablemente están muertos, indíquenos dónde se encuentran. Los actores del conflicto saben su paradero, que me digan que yo voy por ellos. Pese a mi dificultad para caminar, yo con este palito voy a todas partes; así sea gateando voy a cualquier parte por mis muchachos».  

Dora Elena Carvajal  

Dora Elena Carvajal es miembro activo de las Madres de la Candelaria. El 18 de agosto de 2000, su mamá, Ana Livia Rodríguez, y su hermano, Everardo de Jesús Carvajal, desaparecieron en Bello, Antioquia. 

«Cuando inicié la búsqueda de mis familiares hace 23 años, había escuchado sobre unas señoras que se reúnen en La Candelaria. Entonces en ese diciembre me arrimé, y encontré a unas mamás que lloraban. Yo iba entre días y hasta dejé de ir por un tiempo porque verlas llorar me daba más tristeza. Pero después volví y me acomodé en un grupo, conocí a Luz Amparo y desde entonces hago parte de las Madres de la Candelaria – Línea Fundadora.  

Ya hemos llegado a 25 años. Me siento contenta porque varias de nuestras compañeras han encontrado a sus familiares desaparecidos, aunque todavía nos faltan muchos por encontrar. Hemos avanzado mucho, gracias al proceso de búsqueda. Antes, la desaparición no se consideraba un delito, era algo común que una persona desapareciera, pero ahora eso ha cambiado. Ahora la desaparición es considerada un delito». 

Ana Isabel Ospina 

Socióloga y defensora de derechos humanos, Ana Isabel Ospina es una de las fundadoras de las Madres de la Candelaria, y ha participado activamente en cada uno de los procesos más destacados de este movimiento social en el departamento de Antioquia. 

«Soy integrante y una de las fundadoras de las Madres de la Candelaria, sin tener familiares desaparecidos. Nuestros primeros gritos fueron por los familiares y amigos de policías y soldados secuestrados de la Comuna 6. 

Para mí, ellas son mi familia. Durante estos últimos 25 años de mi vida, he estado junto a ellas. Hemos compartido momentos de tristeza y también de felicidad. Todo este transcurrir de la vida cotidiana de la gente lo hemos vivido como una familia. 

En estos años, las Madres de la Candelaria se han convertido en tejedoras. Tejemos nuestras historias y la historia del país a través de las muñequitas que nosotros llamamos Las Candelarias. Estas muñecas son a menudo la representación de los familiares desaparecidos por el conflicto armado colombiano»