Aunque en otros municipios del Oriente antioqueño ya se han iniciado procesos de memoria relacionados con el conflicto armado en sus territorios, El Retiro tiene la tarea de dar ese primer paso para que fenómenos como la gentrificación y el boom inmobiliario no borren la historia de lo que allí sucedió. 

Texto y fotos: Emmanuel Zapata Bedoya

El Retiro, a 45 minutos de Medellín, es un municipio que en los últimos años se ha destacado en la región por su auge inmobiliario y como lugar de descanso y turismo familiar. No obstante, en el contexto del conflicto armado se ha caracterizado por ser receptor de víctimas de todo el Oriente antioqueño y, según datos oficiales, no fue tan afectado como sus pueblos vecinos, por lo que las víctimas allí han sido invisibilizadas y apenas ahora están empezando a realizar procesos de memoria histórica.  

“Somos conscientes de que saber nuestra historia es un paso para que no se repitan escenarios de violencia, por eso seguimos planeando estrategias para llegarles a las víctimas y a los más jóvenes, y así empezar a reconstruir nuestro pasado”, expresa Manuela García, encargada de la Oficina del Enlace de Víctimas del municipio.  

Estefanía Valencia es lideresa de El Retiro y hace parte del Consejo Municipal de Juventud, desde donde busca interesar a los jóvenes por reconstruir la memoria de lo que pasó en los años más difíciles del conflicto armado. “Yo no soy de este municipio. Soy desplazada de San Carlos, pero El Retiro nos acogió en 2006 cuando llegamos de allá. Por lo que le pasó a mi familia, he estado interesada en conocer y hablar sobre el conflicto en este pueblo, pero es difícil. Los jóvenes no se apropian de estos temas porque no los han tocado directamente como a mí, o porque creen que eso pasó hace muchos años”, relata la lideresa, quien trabaja en este asunto de la mano de la Oficina del Enlace de Víctimas y la Mesa Municipal de Víctimas.  

Y aunque los jóvenes no se apropian de un asunto como es la historia de violencia y resistencia de su territorio, sí lo hacen algunas víctimas, como Estefanía, participantes de la Mesa. “Por la memoria se está tejiendo una colcha de retazos desde la Mesa, donde se invita a otras víctimas del conflicto armado a que cuenten su historia. También hemos tenido exposiciones fotográficas y le damos mucha importancia al Día de las Víctimas”, agrega Manuela García.  

Según el Registro Único de Víctimas (RUV), en El Retiro más de mil quinientas personas resultaron afectadas en medio del conflicto armado. El desplazamiento forzado, el homicidio y la desaparición forzada constituyen los principales hechos victimizantes.  

De acuerdo con Ramón Mejía, gestor cultural, promotor de lectura y quien ha trabajado con diferentes comunidades afectadas por el conflicto armado en El Retiro, las veredas Nazareth, La Honda, Tabacal, El Carmen y Lejos del Nido fueron las más golpeadas. Según él, “Allí la zozobra y el miedo eran una cosa tremenda. También hubo quienes se dejaban seducir por el lujo que tenían los actores armados en la zona. Entonces que la camioneta, que la moto, que la plata. Todo eso influyó e hizo que se agudizara más la violencia”.  

El Observatorio de Memoria y Conflicto del Centro Nacional de Memoria Histórica detalla que la primera víctima del conflicto armado en El Retiro se registró en 1962, pero se desconoce cuál fue el hecho victimizante que la afectó. Asimismo, en sus estudios se aprecia que el periodo de violencia más crítico va desde 1996 hasta 2007.  

En ese periodo, el Observatorio presenta 195 hechos violentos que dejaron 248 víctimas; de ellas el 83 % fueron hombres (205) y 16 % mujeres (39). En relación con la desaparición forzada, se presentaron 19 hechos que dejaron 27 víctimas. Hubo también 161 homicidios. El secuestro, por su parte, dejó 25 víctimas directas y fueron dos las masacres que se vivieron en el territorio, las cuales dejaron 15 víctimas.  

Frente a lo que dice Estefanía Valencia, de que es difícil interesar a los jóvenes en procesos de memoria, la responsabilidad no recae completamente en ellos. En general, la falta de propuestas, campañas e iniciativas por parte de la institucionalidad, desde hace años, es motivo para que ese silencio entre los habitantes y ese desinterés de algunas comunidades continúen.  

En cuanto a la responsabilidad institucional, Daniel Acevedo, historiador y director del Centro de Historia de El Retiro, afirma: “Sí creo que nos ha hecho falta más iniciativa en cuanto al tema, lo digo como director del Centro de Historia y como guarceño, pero tampoco puedo decir que no se haya hecho nada. Hace algunos años, por medio del Semillero de Investigación en Historia de El Retiro logramos que muchos jóvenes de todo el municipio escribieran relatos de sus barrios, sus familias y algunos lugares emblemáticos del pueblo. En algunas de esas historias se puede ver, de forma indirecta, que trata o habla del conflicto armado”.  

Estefanía Valencia, en su papel de lideresa, cuenta lo que ha buscado hacer en relación con esos procesos y con el fin de que esa parte de la historia del municipio no se pierda con el tiempo. “Yo he puesto la conversación sobre la mesa. He motivado a los chicos a que participen de las actividades que a veces se programan acerca de la memoria del conflicto, pero no hemos tenido resultados tan satisfactorios. Muchas veces esperamos que llegue bastante gente y solo asisten unos pocos”, enfatiza.  

Por otro lado, el Centro de Historia de El Retiro, la Oficina del Enlace de Víctimas y diferentes líderes del municipio son conscientes de los cambios que ha tenido el territorio, la forma como ha sido habitado y los nuevos intereses que surgen por esas variaciones.  

“Nosotros somos conscientes de que las tradiciones se han ido perdiendo con el tiempo. Una de las razones es precisamente la llegada de las personas de la ciudad que buscan ubicarse en nuestro municipio. Todo eso ha traído cambios; por ejemplo, a los jóvenes de ahora no les llama la atención trabajar la madera ni la tierra. Muchos de ellos esperan estudiar y salir de El Retiro”, dice Acevedo, el director del Centro de Historia.  

De acuerdo con el libro El Retiro, Antioquia, del instituto de Estudios Regionales (INER) de la Universidad de Antioquia y Cornare, estas transformaciones, tanto sociales como económicas, se vienen dando desde la década de los setenta. “La zona conformada por las veredas El Salado, La Fe, Don Diego, Carrizales, Villa Elena, el Portento, el Chuscal y parte de Lejos del Nido […] ha sido sometida a grandes presiones por la tierra, con el fin de destinarlas a la construcción de fincas y casas de recreo, lo cual genera movimientos de la propiedad raíz a precios por encima de los establecidos normalmente para la tierra agrícola”, se lee en el libro. 

Acevedo complementa esa información con lo que significa la llegada de foráneos a habitar el municipio: “Lo otro y no menos importante es que estas personas de la ciudad se ubican acá, pero no son conocedores de lo que es El Retiro en esencia, por eso aquí los procesos de memoria han sido complejos de desarrollar. El miedo a largo plazo es que se pierda esa identidad que nos ha caracterizado históricamente”.  

Esas transformaciones pueden implicar la pérdida de la identidad y dificultan el continuo desarrollo de las tradiciones y las costumbres de un territorio, en este caso El Retiro, situación que complejiza la consolidación de procesos sociales y colectivos como lo es la construcción de memorias.