Con éxito finalizó el Coloquio Internacional Hacemos Memoria: periodismo para pensar el futuro, que contó con 21 ponentes y 486 participantes.

Hacemos Memoria de la Universidad de Antioquia realizó el primer Coloquio internacional Hacemos Memoria: periodismo para pensar el futuro los días 28 de febrero, 1 y 2 de marzo. Este espacio tuvo como objetivo reflexionar sobre el papel del periodismo en la construcción de memorias en países con pasados violentos como Argentina, Chile, Guatemala, México, España y Colombia.

El programa incluyó  conferencias magistrales y mesas temáticas con invitados nacionales e internacionales como Marcela Turati, María Eugenia Ludueña, Patricia Nieto, Alejandra Gutiérrez Valdizán, Alfonso Armada Gloria Castrillón, Isabel Cadenas Cañón, José Antonio Guardiola, Juan Arredondo, Marta Ruiz, Mauricio Weibel Barahona, Natalia Orozco, Omar Rincón, Rubén Chababo y Ulrike Capdepón, donde conversaron desde sus experiencias acerca de las enseñanzas y dificultades respecto a las múltiples formas que existen para narrar las guerras y los conflictos armados.

Además, en este evento, la profesora María Emma Wills presentó su libro Memorias para la paz o memorias para la guerra. Asimismo, se presentó Hacemos Memoria: seis apuntes metodológicos y declaración de principios.

El primer día participaron de manera virtual 136 personas; el segundo día se conectaron 114 personas; y el tercer día 105 personas. Adicionalmente, en los tres días estuvieron de manera presencial 131 personas.

Doce reflexiones que nos dejó el Coloquio

  1. En las conferencias magistrales, mesas temáticas e intervenciones con preguntas y comentarios se destacó el valor del periodismo, de los medios y de las y los periodistas, para construir o hacer relevantes las memorias de las sociedades, especialmente aquellas que no son las oficiales, que provienen de voces y sectores subalternos, y que pueden aportar a una democracia más plural y más sana, sobre todo en los contextos de transición hacia la paz, como ocurre en Colombia.
  2. Las y los periodistas que construyen memorias requieren conocer su entorno, y poder situarse desde un yo, reconocerse con su historia y motivaciones personales y políticas, para poder expresar una honestidad en la subjetividad con que se hace periodismo.
  3. Más que hablar en términos de objetividad y subjetividad, en estos tres días se prefirió hablar de honestidad, veracidad, rigurosidad y responsabilidad. Y claro, es posible hacer una crítica al periodismo, pero también hoy se demanda una crítica a las audiencias, de las cuales el periodismo también es formador; estas audiencias en algún momento pueden estar en capacidad de digerir y hacer parte de la construcción de las memorias del pasado y el presente que serán cimiento de la sociedad del futuro.
  4. Cuando se habla de elaborar historias de memoria y derechos humanos, se habla de una disputa del pasado que también configura el presente y el futuro. En tal disputa y reconfiguración hay que pensar la relación entre memoria y poder, y en cómo opera el ejercicio del periodismo en esa relación; cómo se involucran los medios, qué silencios atraviesan, qué versiones imponen, qué permiten sus historias, qué voces recogen y qué voces rechazan. El periodismo les da valor a las historias y las pone en circulación. Al respecto se destacan tres aspectos que deben contar con una reflexión permanente en este periodismo de memoria y derechos humanos: la ética, el silencio y la narrativa. Estos aspectos son cambiantes en cada tiempo y contexto y, por lo tanto, se van adaptando a las transformaciones de la sociedad.
  5. En el periodismo que construye memorias confluyen el registro de los hechos, el dar voces a las víctimas y personas afectadas por las violencias, y el abordar las organizaciones, las instituciones, los facilitadores, las heridas y las distintas intersecciones de la vida política y social de las comunidades. En esta construcción, los relatos de memoria son explicativos y a la vez respuesta a comportamientos sociales y situaciones transversales a los diversos miembros de la sociedad, tanto si se consideran parte de la violencia que comporta un acontecimiento, como si no.
  6. Si bien en la narración de los hechos de violencia, de las violaciones a los derechos humanos y de los conflictos armados, son importantes todas las miradas, y pueden ser interesantes y novedosos los trabajos de las y los periodistas de países extranjeros: porque ponen el foco en algo que quizás los medios y profesionales locales no han podido abordar o acaso han dejado de lado. Vale la pena incentivar a las y los periodistas de Colombia para que narren las historias con enfoques que reconozcan los contextos diferenciales, y tengan en cuenta a las voces históricamente silenciadas en el país.
  7. Los monumentos, como el Valle de los Caídos en Madrid, y las conmemoraciones, como la fecha del fin de una dictadura, convocan de diferentes maneras las memorias de la sociedad, a menudo estas son las memorias oficiales u oficializadas por grupos de poder que dejan de lado las memorias subalternas o disidentes de esa oficialidad. No obstante, estos espacios de memoria son evidencia de hechos históricos que, con el tiempo y la contribución decidida de distintos sectores sociales pueden resignificarse para empezar a construir una memoria ejemplar, en la que se restituya la dignidad de las víctimas, se aporte a la búsqueda de justicia, se permitan posibilidades de reflexión con respecto a la participación en la violencia, y se insista en la no repetición del horror. En esa posibilidad de resignificación, los medios de comunicación y las y los periodistas juegan un papel fundamental, pues los relatos que elaboran acerca de ese pasado que está vivo en el presente habilitan ciertos debates y proveen argumentos que se insertan en la agenda pública de incidencia política, económica, social y cultural, esto es en las decisiones que se toman en el presente y moldean el futuro.
  8. El periodismo que quiere contribuir a la memoria de la sociedad tiene una función más allá del registro de los hechos. Por lo tanto, sus metodologías de reportería y de narración, así como su objetivo de informar, se complejizan y complementan, no solo con los saberes y miradas desde otras disciplinas y campos de conocimiento, sino también desde otros objetos y artefactos que permiten evocar. Si en los métodos tradicionales del periodismo, la entrevista y la investigación documental son los más solicitados, cuando se persigue contribuir a la memoria, estos métodos se amplían y permiten recurrir a dispositivos como los mapas del cuerpo, los recorridos por ciertos lugares, el tejido, las líneas de tiempo, los álbumes familiares, etc. Así mismo, no únicamente las crónicas y los reportajes de largo aliento dan cuenta de las memorias de la gente, también lo hacen el cine, la música, la literatura y en extenso el arte, pues tienen la capacidad de, desde lugares diversos, informar, interpretar e interpelar a distintos públicos sobre aspectos de la memoria que quizás no habían sido relevantes en otros contextos. Otras disciplinas y saberes también pueden acoger y ampliar el repertorio de conceptos y palabras que pueden permitirle a la sociedad nombrar lo que hasta cierto punto no había percibido o no había podido comprender. Al respecto, el periodismo participa del “horizonte de audibilidad”, en que las versiones antes silenciadas o dejadas de lado comienzan a disputarse un lugar en la comprensión de los hechos.
  9. En América Latina, los medios de comunicación y el periodismo han participado de distintas maneras en la construcción de las memorias sobre los conflictos armados y las dictaduras, incluso desde la ocurrencia misma de los hechos, en su momento de coyuntura. Esta cobertura y registro de las violaciones a los derechos humanos, así como los silencios y omisiones, pueden ser visitados desde el presente, no sin disputas, para promover conversaciones sociales que le permitan a la sociedad comprender lo que de formas diferenciadas sus miembros han vivido, y contribuir de esa manera a la reconfiguración del presente y del futuro. Los casos de Argentina, Colombia y Guatemala dan cuenta de la importancia del papel del periodismo, no solo en los contextos de violencia sino también en los de transiciones hacia mejores democracias y sociedades menos violentas, en las que puedan desenvolverse espacios de justicia y reparación, los cuales pueden operar especialmente desde lo simbólico y lo cultural. Esta importancia del periodismo está relacionada con su capacidad de contribuir a las explicaciones de lo que pasó en determinado contexto y de las razones que permitieron esa ocurrencia de los hechos; así como de dar cabida a la manifestación de actores sociales cuya voz se encontraba en los márgenes de la agenda pública.
  10. Por todo lo que se ha expresado, el lugar de las víctimas en los trabajos por la memoria es central; pero el uso de sus testimonios no está exento de retos. Se ha reflexionado sobre los límites y potencialidades del testimonio, y la relación de las y los periodistas con las víctimas que se hacen fuentes, pero que a la vez trascienden esa relación para convertirse en muchos casos en coautoras y partícipes de los relatos de memorias. Cuando se está ante el dolor o ante alguien que relata una herida o está la implicación del sufrimiento, es necesario generar empatía con las víctimas y destacar la importancia de que pueda construir su relato y darlo a conocer. El relato de las víctimas no se limita al hecho traumático que las ha afectado, sino que vale la pena convocar sus reflexiones, pensamientos y puntos de vista sobre lo que sucede contemporáneamente en la sociedad y en sus vidas, para desanclar el relato al dolor y poder reconocer todo lo que han hecho para continuar sus vidas, es decir, para no quedarse únicamente en lo terrible sino en abrir la puerta a la belleza o, al menos, a lo posible.
  11. Las y los periodistas, como las fuentes, son seres humanos que también se afectan por las historias que escuchan, conocen y reportean. Es importante que establezcan formas de cuidado no solo para sus fuentes, sino para sí mismos. Entre esas formas de cuidado está el recurrir a profesionales de la salud mental, a rituales personales y colectivos, y a actividades que permitan hacer cierres con respecto a los relatos.
  12. En la complejidad del objetivo y función social del periodismo, enseñados en la tradición y reaprendidos en la experiencia, ante las violaciones de los derechos humanos, y concretamente en cuanto a la desaparición de personas, las y los periodistas ayudan de distintos modos, más allá de la denuncia pública, a buscar, en archivo, en fosas o en recuerdos, a los desaparecidos; sea por acompañar a personas y organizaciones en sus demandas, o por remitir a las fuentes a instituciones y organismos que tienen la responsabilidad y el mandato de buscar y restituir identidades. El periodismo quizás no cambie el mundo, pero sí puede insistir en las denuncias, contribuir a múltiples reflexiones y abrir grietas en la negación que persiste frente a las violaciones de derechos humanos y las violencias.