Esta novela gráfica narra parte de la historia del primer regimiento de soldados afroestadounidenses que combatieron durante la Primera Guerra Mundial en Europa, donde no solo se enfrentaron al enemigo, también a la discriminación racial por parte de su propio ejército.
Reseña: Juan David Montoya*
Imágenes: capturas del cómic
Los guerreros del infierno de Harlem, escrito por Max Brooks e ilustrado por Caanan White, cuenta una historia inspirada en el 369o Regimiento de Infantería de los Estados Unidos durante la primera guerra mundial. Este regimiento tiene la particularidad de estar compuesto por soldados afroamericanos y ser el primero que les permitió luchar en los combates europeos de esta guerra, pasando 191 días en las trincheras del frente de batalla y sufriendo mil 500 bajas, ambas, las cifras más altas entre todos los regimientos del ejército estadounidense.
A pesar de tener estas particularidades, dicho regimiento no ha recibido el reconocimiento que debería, lo cual se refleja en historias como la de Henry Johnson, el primer afroamericano condecorado con la Cruz de Guerra francesa en 1918. En contraste, su propio gobierno no reconoció su valentía sino hasta 74 años después de su muerte, cuando en 2003 se le otorgó la cruz de servicios distinguidos y, luego de continuos esfuerzos de su familia y admiradores se le entregó la Medalla de Honor en 2015. Injusticias como estas son resultado, desde luego, del clima de discriminación racial de la época, en un Estados Unidos que apenas 50 años antes había empezado a aplicar las leyes Jim Crow, que seguirían promoviendo la segregación racial hasta más allá de la mitad del siglo XX.
En su novela gráfica, Brooks muestra situaciones extrañas y absurdas como el hecho de que, para sus ejercicios de entrenamiento, los soldados afroamericanos recibían escobas y no las armas de dotación, rifles springfield M1903, que eran reservadas para los demás miembros del ejército. Mientras esto ocurría, el Ministerio de Guerra regalaba estas mismas armas a clubes y organizaciones civiles con el pretexto de que pudieran entrenar en caso de que tuvieran que combatir en el frente de batalla. Esta singular situación fue aprovechada por los soldados del 369o quienes, fingiendo ser líderes civiles, obtuvieron del propio ejército las armas que como soldados les fueron negadas.
El anterior, es solo un ejemplo de la determinación de estos soldados que, aun en medio de todas las adversidades impuestas, incluso antes de partir a la línea de combate, lograron ser los primeros en llegar al río Rin. Esto sin mencionar que cuando iban a dejar Estados Unidos no tuvieron cabida en el desfile de la Guardia Nacional de Nueva York (conocida como la Guardia Arcoíris) y fueron sujetos de burla al indicarles que el negro no figuraba en el arcoíris. Pero, una vez en Europa, se ganaron la admiración de todos a su alrededor, siendo apodados «los hombres de bronce» por sus aliados franceses y «los guerreros del infierno de Harlem» por sus enemigos alemanes, quienes tuvieron que enfrentarlos en combate cuerpo a cuerpo en numerosas ocasiones.
Max Brooks, quien ya ha mostrado excelentes cualidades narrativas en sus libros previos como la Guía de supervivencia zombie (2003) y Guerra mundial z (2006) —el maravilloso libro, no la película— crea en Los guerreros del infierno de Harlem una historia cautivante, con personajes inspirados en hechos reales y rodeados de eventos históricos tan importantes como ignorados, en parte porque la Primera Guerra Mundial no suele ser tan comercialmente atractiva como su secuela y, en parte, porque el sesgo racial hace que esta historia resulte menos llamativa para los ejecutivos encargados de decidir acerca de su publicación.
En la nota al final de esta novela gráfica el autor menciona la dificultad que le representó ofrecer su idea como un guión para película y resulta particularmente notoria la respuesta del actor y director LeVar Burton, quien expresó: “La verdad es que hay más de un par de guiones sobre los guerreros del infierno de Harlem circulando por Hollywood, pero el de usted es el que más se acerca a la verdad”.
Brooks también menciona en su nota que este es un tema que no resulta fácil de vender a los estudios cinematográficos y que la idea de hacerlo en formato cómic fue el resultado de experimentar con este tipo de narración para la adaptación de la Guía de supervivencia zombie; este hecho explica la sensación permanente de estar viendo una película: los diálogos, las imágenes panorámicas y las secuencias gráficas recuerdan un estilo narrativo típico de Hollywood a la hora de contar historias de guerra, esto no es un aspecto negativo, sino que aporta un dinamismo y familiaridad que probablemente facilitará su lectura, incluso a personas que no estén muy acostumbrados a la lectura de cómics.
En este sentido, es de resaltar que las ilustraciones de Caanan White son de la más alta calidad y son un verdadero homenaje a los hombres de “Las serpientes negras”, como se llamaban a sí mismos los miembros del regimiento 369 antes de recibir sus otros apodos. En la novela gráfica, los trazos son claros y definidos, y los fondos están llenos de detalles que invitan a leer el libro varias veces para encontrar esos elementos que no suelen absorberse en una primera lectura. Esta resulta una hermosa forma de detallar situaciones macabras y repulsivas que, en ocasiones, genera sensaciones disonantes al estar admirando y disfrutando una página en la que el horror de un cadáver en un primer plano se encuentra mirándonos. El uso de las sombras y las siluetas facilitan la comprensión de las imágenes, así como su lectura, incluso en situaciones tan caóticas como un ataque aéreo en medio de una trinchera. Por último, el manejo de la ilustración en blanco y negro resulta tan bien logrado que la portada del libro, a la que se ha añadido color, se ve mucho mejor dentro de la historia cuando se presenta sin esta adición.
Los guerreros del infierno de Harlem es un libro que narra su historia desde una perspectiva muy personal, no desperdicia tiempo haciendo largas exposiciones contextuales, que es una trampa en la que hubiera podido caer el autor fácilmente, sobre todo teniendo en cuenta su intención cinematográfica inicial. Lo más destacable es que al terminar la obra, el lector tendrá una sensación de confusión, de sentir que no todo está claro y que la situación socio política en medio de la cual suceden los hechos narrados es compleja; un mérito narrativo que tiene esta novela gráfica al transmitir lo que sin duda muchas personas sintieron, independiente de su nivel de participación en el conflicto.
Por último, es importante decir que la portada de este libro muestra la furiosa carga de los soldados, pero no prepara al lector para lo incómoda que puede resultar su lectura desde la época presente que, con cerca de 100 años de perspectiva, hace pensar que si bien hay cosas que han cambiado, el panorama actual debería ser mucho más avanzado y las actitudes racistas del pasado no deberían tener eco en las acciones modernas, que siguen siendo una mancha en la historia tanto mundial como estadounidense. Pero sin duda, e incluso por esa incomodidad, es una historia que vale la pena leer para preguntarse por asuntos como la guerra, el patriotismo y el sentido de humanidad.
Las opiniones aquí expresadas pertenecen exclusivamente a los autores y no reflejan una opinión o posición institucional de Hacemos Memoria ni de la Universidad de Antioquia.
¿Dónde conseguirlo?
El libro se encuentra disponible en español en pasta blanda bajo el sello español Umbriel Editores, es posible encontrarlo en algunas bibliotecas del Sistema de Bibliotecas Públicas de Medellín y en librerías locales, nacionales e internacionales, así como en Amazon en cuyo caso aplica para el envío gratis a Colombia si el total del pedido supera los 35 dólares.
Ficha:
Título: Los guerreros del infierno de Harlem
Editorial: Umbriel Editores
ISBN: 978-84-92915-97-2
Tema: Primera Guerra Mundial
*Juan David Montoya es ingeniero y gestor cultural. Integrante del colectivo Altais Cómics, un espacio de investigación, producción y divulgación de cómic en Colombia.
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