A lo largo de su carrera como defensora, Luz Estella Romero ha evidenciado una macabra constante: a medida que su organización obtiene victorias y logra visibilidad, incrementan las agresiones de actores armados en su contra. Ella y sus compañeras han sabido resistir a las persecuciones y amenazas, pero el último golpe que le propiciaron le cambió la vida por completo.