En medio del dolor por el asesinato de su pareja y con el propósito de conseguir una sociedad más justa, Luz Marina Giraldo, firmante de la Paz, creó la Fundación Sin Olvido para apoyar a mujeres excombatientes y víctimas del conflicto que perdieron a sus esposos.

 

Por: Jenny Andrea Moncada Sierra 

En portada: Luz Marina Giraldo. Foto: captura de YouTube Comisión de la Verdad

Durante la audiencia de seguimiento a las medidas de protección a firmantes del Acuerdo de Paz en el Meta, desarrollada el 21 de julio del 2021 por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), se dio a conocer que en Colombia han sido asesinados 276 firmantes del Acuerdo de Paz, entre los cuales hay 25 excombatientes que habían solicitado medidas de seguridad ante la Unidad Nacional de Protección (UNP). De estos, 11 aún estaban en estudio de riesgo cuando fueron víctimas de homicidio.  Una de estas víctimas fue Alexander Parra Uribe, líder social del Espacio Territorial de Reincorporación y Capacitación (ETCR) Mariana Páez ubicado en Mesetas, Meta. El 24 de octubre de 2019 le dispararon en repetidas ocasiones mientras se encontraba descansando en su casa, con su prometida Luz Marina Giraldo, en ese entonces, candidata al Concejo del municipio por el partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (Farc). Desde entonces, esta lideresa continuó el legado de su pareja trabajando por la defensa de los derechos humanos y la implementación de la paz para lo cual creó la Fundación Sin Olvido.

A sus 43 años, Luz Marina es madre de dos hijos y estudiante de cuarto semestre de Trabajo Social. Ella considera que es vital mantener vivas las causas sociales lideradas por sus compañeras y compañeros, no solo por preservar la memoria sino por la convicción de que una Colombia en paz es posible. En diálogo con Hacemos Memoria, esta firmante de los acuerdos de paz habló sobre su experiencia tras la pérdida de su pareja y sobre el trabajo de la fundación Sin Olvido que apoya a víctimas y excombatientes.

 

¿Quién era Alexander Parra?

Él era un hombre de paz, creía ciento por ciento en el acuerdo y en la reconciliación. Un ser muy sensible frente a temas complejos como niños, mujeres abandonadas y respeto a los derechos del otro. Cuando lo vi por primera vez tenía veinticuatro años y era parte de la guardia del camarada Marulanda, me pareció un hombre muy elegante. Fue un líder social reconocido por acompañar a los excombatientes en sus procesos de tránsito a la vida civil y por promover la construcción del tejido social. No se cansaba de decir que el perdón es necesario porque la paz nace del alma y no es posible si no hay perdón entre nosotros.

Rodolfo, como fue conocido en las filas, fue la persona que esperó 18 años para ser mi compañero de vida, recuerdo que cuando viajé al espacio territorial en Mesetas él llegó, me saludó, y de una vez me llevó en sus brazos para su casa, no me preguntó nada y desde entonces no nos volvimos a separar hasta el día que lo mataron. Las únicas fotos que hay cuando yo era joven él las tenía guardadas en un computador.

Siempre me dio aliento, hubo momentos en los que quise abandonar lo que estaba haciendo en el ETCR y él me decía: no me gustan, no quiero las mujeres derrotadas.

¿En este momento cuál es su percepción del Acuerdo de Paz?

No hay nada más enredado en Colombia que la implementación de los acuerdos, está totalmente politizada.  Estamos preocupados porque le dan muchas largas a todo. Es confuso porque cada gobierno quiere hacer la implementación a su manera. Por ejemplo, hace tres años cuando los gobiernos locales nos recibieron, nos dijeron que los procesos de la alcaldía anterior no les gustaban y pues acá no se trata de gustos sino de proyectos y programas que se establecieron en el marco de unas estrategias gubernamentales.

El Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) es una política pública a la que le han quitado y le han puesto, no la cogen como es. El detrimento de la plata que debería invertirse en la implementación de los acuerdos es terrible, hay una desfinanciación de los acuerdos de paz, no se están asignando recursos para las políticas públicas. Entonces, los firmantes podemos tener toda la voluntad, pero si no hay plata ¿cómo hacemos?

¿Cómo nace la fundación?

Hay cosas que nacen con el dolor, cuando mi esposo fue asesinado, tuve que enfrentarme a situaciones traumáticas y dramáticas. Algo que nunca olvidaré es que, al momento de reclamar su cuerpo en la morgue, en medio de la angustia, un funcionario me dijo con desprecio que la fotocopia no se veía clara.  Ni siquiera yo veía claro mi futuro y él necesitaba una fotocopia legible, para mí eso fue algo muy doloroso.

Tiempo después hice un análisis de la situación y entendí que es necesario un apoyo, hace falta que alguien lo guíe y lo ayude a uno en esas pequeñas cosas, en saber a quién dirigirse, mientras uno conlleva el luto y se somete a una serie de procesos judiciales para ser reconocido como víctima, si uno no sabe a quién dirigirse uno queda perdido.

Han pasado dos años desde el asesinato de mi esposo y hasta la fecha no he recibido apoyo psicológico por parte de ninguna entidad para ayudarme a superar la situación. En vista de ese vacío institucional, me reuní junto con otros dos compañeros, un sociólogo y una defensora de derechos humanos de las mujeres, que llegó al Meta huyendo de atentados que sufrió en el Valle del Cauca. Basados en nuestra experiencia el año pasado nos pusimos a la tarea de crear la Fundación Sin Olvido, en memoria de mi esposo Alexander Parra, con el fin de continuar con el legado de paz y reconciliación que él dejó. La fundación es el hijo que él y yo no tuvimos, es una defensora de los derechos de los firmantes y de sus familias en el marco de los Acuerdos de Paz. Ese nombre lo elegí porque uno muere cuando lo olvidan, el día que nos permitamos el olvido ese día las personas valiosas desaparecen.

¿Cuáles son los logros de la fundación hasta el momento?

En tan sólo un año como fundación hemos brindado acompañamiento a 16 mujeres en diferentes municipios del Meta y Guaviare, que han perdido a sus esposos en el marco del conflicto, de ellas, siete han podido reclamar sus pensiones. Brindamos asesorías jurídicas relacionadas con reclamación de pensiones, derechos de víctimas y procesos judiciales, acompañando no solo a viudas de excombatientes o firmantes del Acuerdo de Paz sino a víctimas en general. Hasta ahora, hemos logrado generar relaciones de confianza con las mujeres que llegan a la fundación. Ellas me confían sus cosas y lloramos juntas porque sabemos lo que se siente, no necesitamos corazas.

En donde se presenta, la fundación tiene mucha aceptación porque es una causa noble. Hoy en día estamos mirando cómo, a través del Partido del Común, se fortalece la fundación para poder garantizar la educación de los hijos y los derechos de las esposas de los excombatientes. Por eso estuvimos hablando con el Consejo Nacional de Reincorporación y con el partido, y ya me dieron el aval para buscar recursos y ampliar la cobertura.

¿Cómo se proyecta Sin Olvido?

Nosotros queremos modificar los estatutos para poder ampliar nuestro campo de acción, brindar becas a mujeres, niños y niñas y también proyectos productivos. Queremos ser una opción para ayudar a personas que estén pasando por situaciones difíciles como desplazamiento, temor, angustia, porque no hay nadie que las acoja. Y como tenemos enfoque de género vamos a ayudar a mujeres que hayan sido víctimas de minas antipersonales en medio del conflicto, a mujeres con problemas de salud como enfermedades terminales o amputaciones de sus miembros, a mujeres cabeza de familia que recuperaron a sus hijos, pero cuyos esposos murieron en el conflicto o después de la firma del Acuerdo.

Adicionalmente, la idea es hacer un trabajo con proyección nacional de memoria histórica, para contar esos relatos que habían detrás de cada uno de los firmantes asesinados. Este trabajo va dirigido en dos sentidos: el primero, en el efecto que causó en la familia, el segundo, en el efecto que causó en las comunidades, pero para eso necesitamos contar los recursos necesarios, pues es indispensable contar con investigadores, fotógrafos, editores y profesionales que nos permitan hacer algo bien hecho.

Sueño con que podamos tener una sede grande en donde funcionen un jardín infantil, un colegio, una universidad, un espacio en donde las mujeres tengan oportunidades y en donde estos niños huérfanos puedan acceder a su educación o simplemente ir a distraerse y pasarla rico.