Expertos conversaron sobre las principales problemáticas que afectan a las etnias y a un territorio que, por su riqueza natural, se ha convertido en un botín del que muchos quieren apoderarse sin medir consecuencias.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Foto de portada: Leosanchez2011 Wikimedia Commons

Para la mayoría de las personas que estudian o promueven la conservación del medio ambiente, la Amazonía es el pulmón del mundo: una extensa región de selva tropical que atraviesa nueve países y tiene una extensión aproximada de 7 millones de kilómetros cuadrados. Pero también es una zona en disputa en donde confluyen los pueblos nativos (solo en la amazonia colombiana hay 26 etnias), colonos, mineros (legales e ilegales), además de empresas mineras y un número indeterminado de madereros que, poco a poco, han ido arrasando árboles milenarios, trabajando de la mano, muchas veces, con traficantes de fauna silvestre. Este panorama adquirió otras dimensiones con la llegada a la región de la COVID-19, enfermedad que, para mediados de agosto, había matado a 1.251 indígenas, por lo que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió a los estados reforzar su presencia médica en la zona.

Estas fueron algunas de las problemáticas planteadas en el conversatorio Voces de la pandemia: situación de la Amazonía, organizado por Hacemos Memoria, en el que participaron Santiago Duque, magíster en Biología, docente e investigador de la Universidad Nacional de Colombia sede Amazonía; Biviany Rojas, licenciada en Derecho y Ciencias Políticas, máster en Antropología y coordinadora adjunta del Instituto Socio Ambiental (ISA) de Brasil; y Juan Carlos Maldonado, profesor de Derecho y vocero de Gaia Amazonas. La charla estuvo moderada por la periodista María Clara Valencia.

Lo primero que destacó Santiago Duque es que, entre los meses de abril, mayo y junio, Leticia, capital del Amazonas, fue una de las ciudades con mayor impacto de crecimiento de casos de COVID-19. Esta situación puso en evidencia, en principio, tres grandes problemáticas de esta capital: su precario sistema de salud, su desorden administrativo y una ola de desinformación. Según Duque, el hecho de que esta fuera una zona aislada y desatendida por el Estado, provocó que las opciones para atender la pandemia fueran pocas, siendo la población más afectada la indígena, que poco a poco ha ido adoptando medidas dentro de sus comunidades, acorde a sus cosmogonías, para blindarse de la propagación del virus.

Otro punto a tener en cuenta, según Biviany Rojas, quien lleva 15 años trabajando con pueblos indígenas, es que la Amazonía brasilera es, desde hace más de veinte años, un territorio de disputa geopolítica entre proyectos aprobados por el Estado y los pueblos originarios que se han visto obligados a desplazarse sin que sus voces hayan sido escuchadas: “La pandemia llegó en el momento en que ese conflicto estaba muy tenso por disposición del actual gobierno federal, que retomó un proyecto geopolítico militar de ocupación del territorio y de asimilación cultural”, aseveró Biviany Rojas, quien añadió que esta situación ha derivado en una deforestación masiva. Desde agosto del 2019, se calcula que la tala de árboles en la Amazonía brasilera aumentó en un 30 por ciento, hecho que no ocurría desde el 2006.

Por su parte, Juan Carlos Preciado destacó la necesidad de que la gente de las grandes ciudades comprenda la importancia que tiene este ecosistema que sirve de hogar a especies de plantas y animales únicos en el mundo. Ello se podría lograr extendiendo lazos de comunicación entre habitantes de la Amazonía y citadinos que puedan y quieran ayudar o apoyar iniciativas de conservación. Por otra parte, agregó, sobre el Estado recae la gran responsabilidad de contrarrestar el delito ambiental y de hacer presencia en los territorios con una oferta institucional que se amolde a los modelos culturales del territorio.

Entre tanto, Biviany Rojas también destacó el conocimiento ancestral de los pueblos indígenas que les ha permitido vivir en un entorno que para alguien habituado a calles pavimentadas y edificios altos, sería imposible. Estos conocimientos les han permitido habitar un territorio que a su vez les proporciona alimentos y medicinas, para encarar la llegada del coronavirus de una manera estratégica y en equilibrio con la medicina occidental. Además, Biviany hizo énfasis en que hace algunos meses se logró impulsar un proyecto de ley que, entre otras cosas, puso de relieve el respeto a las prácticas médicas tradicionales indígenas. Esto ocurrió a pesar de que el presidente Bolsonaro se opuso a gran parte de los artículos “en un gesto racista”.

Finalmente, Juan Carlos Preciado y Santiago Duque coincidieron en que es preciso, hoy más que nunca, valorar y respetar los conocimientos ancestrales. De hecho, muchos rituales de sanación y brebajes indígenas han demostrado ser efectivos a ciertas enfermedades, a lo que se suma la naturaleza respetuosa de los indígenas y su profunda conexión con su entorno, al margen de la explotación desmedida de recursos naturales.

Estos y otros temas fueron abordados en el conversatorio que podrá ver a continuación: