El Movimiento Social de Discapacidad Colombia y el grupo de trabajo de Clacso Estudios Críticos en Discapacidad entregarán a la Comisión una serie de informes acerca de las vivencias de la población con discapacidad en medio del conflicto.

 

Por: Pompilio Peña Montoya

Fotografía: Proyecto Arte para Reconstruir de la Fundación Prolongar con el apoyo de USAID. Fotógrafos Santiago Vallejo/Federico Mejía

Hoy más que nunca está abierta la discusión sobre la importancia de abrir un espacio digno y diferenciado a las personas con algún tipo de discapacidad que sufrieron el conflicto armado, no solo para escucharlas, sino también para comprenderlas y garantizarles un lugar en la sociedad que les permita ser productivas y valoradas, así como aportar a la construcción de paz. Esta fue una de las conclusiones del conversatorio virtual Verdad plural desde la discapacidad: experiencias y desafíos, realizado por la Comisión de la Verdad el 29 de septiembre de 2020.

Datos presentados durante el conversatorio virtual Verdad plural desde la discapacidad: experiencias y desafíos, realizado por la Comisión de la Verdad el 29 de septiembre de 2020.

En este espacio, líderes de la población con discapacidad expusieron sus inquietudes frente a la discriminación que, aseguraron, han sentido durante décadas por parte de un sector de la sociedad y, sobre todo, del gobierno.

Por ello, Max Yuri Gil, coordinador en Antioquia y el Eje Cafetero de la Comisión de la Verdad, celebró que el grupo de trabajo de Clacso Estudios Críticos en Discapacidad y el Movimiento Social de Discapacidad Colombia (Mosodic), anunciaran la entrega a la Comisión de una serie de informes sobre las vivencias de su comunidad en medio del conflicto armado.

De otro lado, Max Yurí destacó la importancia de que la Comisión elabore un informe final con verdades plurales que incluya a la población con discapacidad bajo un enfoque diferencial.

Al respecto, Irene Piedrahita, profesional de esclarecimiento de la Comisión de la Verdad, dijo que “el enfoque de discapacidad es un desafío enorme para las ciencias sociales y para instancias transicionales como la Comisión, por eso agradecemos que podamos tener estos ejercicios de conversación para que emerja la palabra y pongamos en discusión puntos cruciales en el ejercicio de esclarecimiento de la verdad desde el enfoque que nos propone la discapacidad”.

Según las cifras del Registro Único de Víctimas (RUV), de la Unidad Nacional para la Atención y la Reparación a las Víctimas, con corte al 31 de julio de 2020, de las 9’048.515 víctimas que ha dejado el conflicto en Colombia, 392.855 son víctimas con discapacidad, de las cuales 17.113 corresponden al departamento de Antioquia y la región del Eje Cafetero.

 

Experiencias de vida

Hace 17 años, Óscar David Arias caminaba por un paraje cerca de su parcela en el municipio de Valdivia, norte de Antioquia, cuando pisó una mina antipersonal. Mientras se daba su recuperación, tanto emocional como física, sufrió otro impacto del conflicto: él y su familia tuvieron que desplazarse a Medellín.

En aquella época Óscar tenía 25 años, “al principio fue bastante complejo para mí y mi familia llegar a la ciudad, acostumbrados a la tierra. Fue necesaria una rehabilitación que me permitió volver a integrarme a la sociedad, volver a recuperar mi identidad, mi autonomía. Esto también me llevó a construir un proyecto de vida con la rehabilitación y un proceso académico para terminar mi bachillerato y realizar mi carrera profesional como trabajador social”.

En la actualidad, a Óscar no le gusta considerarse como una víctima sino como un sobreviviente del conflicto armado, hoy es líder social y representante del Club Deportivo La Cima para personas con discapacidad. Para él, el principal reto de la Comisión de la Verdad y, en general, de todo el sistema de justicia transicional, es garantizar una articulación efectiva con el Sistema Nacional de Discapacidad, con el fin de que a esta población se le garanticen sus derechos, teniendo en cuenta que cada discapacidad implica condiciones diferentes.

Acerca de esto, Sebastián Arenas Sánchez, quien es sordo, se desempeña como actor y estudia Derecho de la Universidad de Medellín, explicó que la mayor barrera de las personas sordas es la comunicación, ya sea porque conocen el lenguaje de señas pero los demás no, o porque no conocen un modo efectivo de expresarse. Esto, agregó, pasa con frecuencia con campesinos y personas de bajos recursos en pueblos y ciudades.

Según Sebastián, el aprendizaje del mundo de parte de los sordos es casi totalmente visual, ya que, por ejemplo, a menos que vean utilizar un objeto, no sabrán para qué sirve, si es bueno o malo, y en qué contexto debe utilizarse. A ello se suma que las personas sordas suelen no comprender ciertas situaciones conflictivas ya que no puede escuchar a las partes en conflicto.

Sebastián, quien hace parte de un grupo de investigación sobre las afectaciones a la población sorda en medio del conflicto armado, manifestó que las personas con discapacidad suelen ser invisibilizadas por su familia, principalmente en las zonas rurales, hecho que se debe, en parte, al desconocimiento del lenguaje de señas.

Para Sebastián, en todas las instituciones del Estado, a las que acuden las personas sordas, debería haber funcionarios que conozcan el lenguaje de señas y, en general, que tengan sensibilidad en el trato y atención a las personas con discapacidad

Acerca de esto último, Alexandra Mejía, quien es invidente y es administradora de empresas de la Universidad de Antioquia, explicó que las personas en condición de discapacidad que han sobrevivido a actos violentos suelen contener en su “corazón” emociones reprimidas, por lo que se sienten aisladas del mundo, incomprendidas, estigmatizadas y desvaloradas.

El acercamiento de Alexandra a las personas con discapacidad en zonas rurales se dio gracias a una agencia de cooperación internacional japonesa que la invitó a hacer parte de su equipo. “Allí fuimos formados como consejeros de discapacidad, o eso que llamamos consejería entre pares. Esta técnica la hemos podido acercar a víctimas del conflicto en diferentes territorios. La consejería entre pares permite la descarga emocional no profesional que reconoce la igualdad que tenemos como personas con discapacidad y, desde esa igualdad, es que tratamos de brindarles apoyo”.

Alexandra añadió: “Muchas personas luego de las sesiones nos dicen: Qué bonito es hablar y no tener deseo de llorar; qué bonito es volverlo a contar y no sentir rabia. Así que el desafío es saber escuchar desde la piel”.

Al final de la charla, Víctor Alexander Yarza, coordinador del grupo de trabajo Clacso de estudios críticos en discapacidad, reflexionó al decir que en el país solo se sabrá la verdad de lo sucedido en el conflicto armado cuando todas las víctimas sean escuchadas, por lo que este acercamiento con las personas con discapacidad es un gran paso en el camino de la dignificación de un grupo poblacional que por años ha vivido en la sombra.

“Ángela Salazar y Alfredo Molano insistían en que la verdad reconociera a los más invisibles y que la explicación histórica sobre el conflicto armado abordara a todas las víctimas de la Colombia profunda. Nos hemos acercado a unas verdades desde las discapacidades entendiendo ya que es heterogénea, con matices, singularidades y conexiones con otros grupos sociales, movimientos y otros horizontes de resistencia y reconciliación hacia la construcción de una paz”, dijo Víctor Alexander Yarza.