En el marco de la Semana Universitaria por la Paz de la Universidad de Antioquia presentarán el tríptico Humo, pero no fuego, una obra de teatro que busca denunciar las absurdas formas de la guerra.

Por: Pompilio Peña
Foto: archivo particular

Tres historias, tres realidades crudas trasladadas a las tablas del teatro para configurar una sola realidad, dura, increíble y alucinante, que su creadora Claudia Garcés Vergara ha sintetizado con el título Humo, pero no fuego.

No son tres historias entrelazadas, sino tres contadas una tras otra. En lenguaje de teatro son llamadas “dramatículas escenas”, narraciones que se complementan. Ellas fueron sacadas de hechos que ocuparon un importante espacio en los noticiarios por su impactante crueldad.

De este modo, Claudia Garcés, docente de arte dramático de la Universidad de Antioquia, continúa explorando un tópico del teatro que la ha obsesionado desde hace años: el teatro que documenta, que denuncia y que quiere mostrar el lado más absurdo de la guerra.

Humo son tres casos, uno más ficción, ya que es una trasposición de dos temáticas reales de la ciudad: las fronteras invisibles y el narcotráfico. Está contada a través de la estructura dramatúrgica de la tragedia de Sófocles, llamada Antígona. Esta misma realidad está traspuesta a los dos tópicos reales restantes”, afirma Claudia, oriunda de San Carlos, pueblo que a finales de los años 90 y principios del 2000 vivió todas las formas de la violencia.

La primera dramatícula lleva por título Pescadores pescados. Trata de dos hermanos pescadores de un poblado del Oriente antioqueño que, en medio de la guerra entre guerrillas y paramilitares, uno de ellos decide enlistarse en el Ejército. En medio de esta historia ocurre la voladura de uno de los puentes de acceso al pueblo, lo que ocasiona que una ambulancia caiga al abismo con una mujer que estaba a punto de dar a luz. Tiempo después, el hermano que ahora hace parte de la fuerza pública, debe enfrentarse a una dura realidad tras ser obligado por uno de sus superiores a ejecutar un ‘falso positivo’.

El según caso, también sacado de la realidad, trata de un docente rural de Dabeiba, que por las absurdas lógicas de la guerra, es violado por una escuadrilla de guerrilleros. El hombre huye con su mujer y tiempo después es trasladado a otra escuela, lejana en alguna vereda escondida. Sin embargo, allí también debe enfrentarse a subversivos. Su mujer, temerosa por lo que pueda pasarles, comienza a reprocharle a su esposo que todos los males que padecen, incluso la violación, han sido motivados por él mismo. El docente decide denunciar y este acto de convicción y valentía termina saliéndole caro.

La tercera dramatícula es una mezcla de realidad y ficción. Según Claudia Garcés, en ella se enfrentan dos narcotraficantes de diferentes barrios que tienen a rabiosos pitbulls como mascotas. El contexto de la obra se enmarca en los años ochenta, cuando Pablo Escobar recorría los barrios de Medellín regalando canchas de fútbol y dotaciones deportivas. Esta historia, llamada No me le pegue a la chanda, cuenta cómo surgieron las llamadas fronteras invisibles que por años han dejado tantos muertos, la mayoría de ellos inocentes, en la capital paisa.

Un punto interesante es que este tríptico está montado en base a una técnica poco convencional desarrollada por el dramaturgo francés Jacques Lecoq, llamada “espacio mínimo”, que consiste en que en un escenario de tres metros de largo por uno y medio de ancho se deben desarrollar las historias. La propuesta estética configura, de este modo, que los cuerpos de los actores sean una especie de dispositivos escenográficos, es decir, que logran ser espacios, objetos y personajes.

Humo, pero no fuego, resultado de una amplia investigación nacida de una maestría en dirección y dramaturgia de Claudia Garcés, será presentada en la Semana Universitaria por la Paz este miércoles 11 de septiembre a las 12:00 m.  en el Auditorio de la Facultad de Medicina al mediodía.

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Claudia Garcés es maestra en arte dramático graduada en el 2009. “Desde entonces yo venía desarrollando actividades artísticas en Moravia, allí tengo un grupo de payasos que se llama Los amigos de Clowndia. He trabajado desde hace 11 años en el Centro Cultural de Moravia. También fui enfermera y participé en un grupo de teatro llamado Mandrágora, en Bello. Desde entonces he pasado por Antiliga Teatro, Arca de Noé y he tenido la oportunidad de montar varias de mis obras gracias a becas de creación otorgadas por la Alcaldía”, comenta Claudia.